He sacrificado las siestas de septiembre
a la salud de este vibrante acontecimiento deportivo y no me arrepiento. Hoy
además quiero celebrarlo con el modesto homenaje a mi alcance para las figuras
de este esforzadísimo, peligroso y maltratado deporte, particularmente para el
vencedor de la magnífica edición de este año, el muy veterano y superclase
corredor norteamericano Chris Horner.
Que un ciclista próximo a cumplir los 42
años gane una gran vuelta es algo que nunca jamás había ocurrido: por un lado
es una buena noticia que acredita el retraso en el envejecimiento, para los
deportistas y para los simples mortales; por otro lado, en un deporte tan
castigado por la sospecha como el ciclismo, parece dar pie a las malévolas
murmuraciones de siempre.
Hoy el diario “El Mundo” encabeza su, como
de costumbre, desnutrida crónica del otrora grandísimo evento deportivo: “El
héroe malquerido”, y apostilla: “Unipublic prefería el triunfo de Nibali o el
de los españoles antes que el del americano por su menor caché y las sospechas
que levantan sus 41 años”. Para el que no lo sepa, Unipublic es la empresa que
organiza y gestiona la Vuelta y, al leer el disparate entrecomillado yo me
pregunto ¿Tienen El Mundo o Unipublic algún indicio que acredite las “sospechas”?
Si es así, ¿por qué no lo dicen? Y si no es así, ¿por qué seguir emponzoñando
el ciclismo?
Está claro que es un deporte que se
quiere sustraer a la atención del público. El cicatero tratamiento de la prensa
deportiva de difusión nacional es lamentable, menos mal que la tele, de
momento, sigue dándole cancha (y con una muy buena transmisión, en HD era una
gozada y los comentaristas, Carlos de Andrés y Perico Delgado, no decaen). Los
poderes que manejan la formación de la opinión pública tienen entre sus
objetivos acabar con el ciclismo de ruta. Los patrocinadores escasean y rara
vez se trata de grandes marcas comerciales. El ciclismo “ya no vende”, ya no es
popular… En las calles y carreteras, poco público, aquí mucho menos que en el
Tour, eso sí, en las zonas más complicadas de los puertos, los mismos
descerebrados echándoles una carrerita de cincuenta metros a los ciclistas, molestándolos
y poniéndolos en peligro, para tener sus veinte segundos de gloria en Mongolia.
En resumen, ya no es un deporte de masas (a las masas ya sólo les interesan el
Real Madrid, el Barcelona y, si no está del todo acabado, puede que Fernando Alonso).
Yo todavía reúno el valor de salir en
bicicleta por la carretera y tengo observado que la Fórmula 1 es, sin duda, el
deporte más practicado por una sustancial mayoría de los conductores (nadie va
a 90 por las carreteras secundarias, eso sólo lo ignora la DGT). Pero esta
tolerancia con los ases del volante no es un fenómeno aislado. Hay actividades
y deportes donde los controles antidopaje, o no existen (Congreso de los
Diputados, Consejo de Ministros, consejos de administración de grandes
corporaciones… ) O son tan leves e irrelevantes que rara vez hay algún
sospechoso (fútbol, básquet, tenis… ¿Alguien ha oído hablar de extracciones de
sangre a los tenistas?)
Volviendo al asunto, dejaré constancia de
mi más rendida enhorabuena a los 144 valientes que terminaron la Vuelta (hazaña
al alcance de muy pocos elegidos). Tanto el brillante vencedor, Horner, (al que
no pienso retirar mi felicitación, por más que el análisis de una muestra de su
orina de 1978 volviera a levantar sospechas), como al brillante derrotado,
Nibali (que intentó en el Angliru hacer ciclismo del bueno, del de antes de los
pinganillos, las tácticas y la planificación milimétrica), también a los
españoles, Valverde y Purito que estuvieron allí muy cerca, y por último, rindo
una especial pleitesía al farolillo rojo, Massimo Graziato, que se pegó
pedaleando casi 5 horas más que Horner, lo cual también es un mérito.
Traigo a mi memoria, para acabar, una
Vuelta de los primeros años 60, que llegó a Jaca cuando yo era chaval, con su
caravana comercial, que entonces me pareció gigantesca. Era una fiesta de lujo:
te daban folletos, bolígrafos, muestras de todo tipo, insignias, abanicos, caramelos,
mecheros (?)… muchas clases de pijaditas que, en aquellos años, eran absolutas
novedades. Y sobre todo, veías a las figuras que, en nuestra apreciación de entonces,
eran como dioses y héroes, los teníamos metidos en las chapas con las que
jugábamos (y costaba lo suyo hacerse unas buenas chapas), eran tan famosos como
toreros, boxeadores o futbolistas. No sabíamos que la gran mayoría eran pobres,
sufridos y esforzados destajistas de la bicicleta, sin embargo, para nosotros,
era magia. De la auténtica.
ResponderEliminarBien por tu optimismo, el ciclismo es un deporte de largo aliento, y son muy valientes los corredores que enfrentan estas fuertes competnecias,
y si queda uno con las dudas con relacion a los controles antidopaje, es un hecho que al ciclismo le han hecho el gol de no detectarlos por años, solo cuando ellos por si mismos confiesan se descubre la verdad, duele por los ciclistas honestos que se esfuerzan realmente.