miércoles, 31 de julio de 2013

Ajedrez. La Magia De Benasque

Mi único contacto con el ajedrez de nivel, se produce, año tras año desde hace treinta, en el Torneo Open Internacional “Villa de Benasque” que tiene lugar durante la primera quincena de Julio en la citada localidad pirenaica y que éste, para los benasqueses aciago 2013, ha celebrado su trigésimo tercera edición. La combinación del deporte ajedrecístico con el ocio de montaña ha sido, como se ve, un continuado éxito.

Iturrizaga. Este joven monstruo
venezolano ganó el torneo este año. 
He dicho mi contacto con el ajedrez de nivel. He de puntualizar que últimamente ese contacto se produce únicamente entre mis maltrechas nalgas y las afiladas punteras de los pies de mis oponentes, pues llevo sin obtener un buen resultado desde que en este juego no se tiran  dados. En una ocasión me enfrenté al gran maestro chileno Roberto Cifuentes y, tras ganarme fácilmente, comentó: “Yo vi que era malo y pensé, bueno, vamos a colocar bien las piezas y ya se equivocará”. Lo mismo debió pensar el maestro internacional serbio Slobodan Kovacevic, con quien tuve el dudoso placer de palmar hace unos cuantos veranos. Kovacevic es un elemento carismático y representativo en grado sumo de la fauna de fenómenos del tablero, que pueblan Benasque, edición tras edición del torneo. Es un señor menudo, delgado, calvo, adusto y gruñón que tiene un aire a las efigies más conocidas de Lenin. Por un inexplicable motivo, se hace simpático, un personaje, a partes iguales, despiadado e indefenso.
Don Slobodan, a la derecha. El maestro escruta
el tablero como un ave rapaz.
Lo traigo aquí porque jugó las piezas del bando perdedor, contra otro maestro, en una de las partidas más singulares que recuerdo haber presenciado y que, dado que no la encontré publicada, sólo la pude recuperar por intermedio de un buen amigo, el cual se tomó la molestia de enviármela por correo. Ahí va:   

Kovacevic - Aroshizde

Benasque, 09.07.2008

1.d2-d4 d7-d5 2.Ac1–f4 Cg8-f6 3.e2-e3 c7-c5 4.c2-c3 Cb8-c6 5.Cb1–d2 Ac8-f5 6.Dd1–b3 Dd8-d7 7.d4xc5 e7-e5 8.Af4-g3 Af8xc5 9.Cg1–f3 Dd7-e7 10.Af1–b5 Ac5-d6 11.Ag3-h4 Af5-e6 12.Cf3-g5 0–0 13.Cg5xe6 f7xe6 14.e3-e4 Rg8-h8 15.0–0 Ta8-d8 16.Ab5-d3 Ad6-b8 17.Ta1–d1 De7-f7 18.Db3-c2 Df7-h5 19.Ah4-g3 a7-a6 20.Tf1–e1 Ab8-a7 21.a2-a3 Dh5-g4 22.Ad3-e2 Dg4-g6 23.Ae2-d3?

Los contrincantes se han pegado 23 jugadas con un planteamiento de lentas maniobras susceptible de aburrir a las ovejas, pero ahora el maestro serbio se columpia creyendo que la cosa va de repetir la posición

23…Cf6-h5!

La Virgen. Hay que ser muy bueno para ver esta jugada. Ahora empezarán los fuegos artificiales.

24.e4xd5 Ch5xg3!

Pasando olímpicamente de la amenaza contra la dama negra. Claro que, hasta un tarugo como yo ve que, si tomas la dama, te cae Aa7xf2 mate, ¡qué bien puesto está ese alfil!

25.Cd2-f3 e5-e4 26.Te1xe4 Tf8xf3! 27.Te4-e3 Aa7xe3

Aquí quería llegar yo. Va un diagrama:


El negro tiene tres (!) piezas amenazadas por los peones del enroque, cuatro si contamos el caballo de c6...  Y la dama encañonada, sin embargo el blanco está perdido. Yo nunca había visto una posición semejante.

28.Ad3xg6 Tf3xf2 29.Dc2xf2 Ae3xf2+ 30.Rg1xf2 h7xg6

Tras los forzados cambios, el negro se ha quedado con pieza de ventaja. Obsérvese como el bueno de Slobodan, en lugar de rendirse con 31.Re2xf3, ensaya un venenoso truco final. ¡A mí me hubiera pillado!

31.d5xc6!? Td8xd1 32.c6-c7 Td1–f1+! 33.Rf2xg3 Tf1–f8 (0–1). Y el blanco se rinde, ahora ya no hay esperanzas. Qué tíos.

Las piezas en el vestuario

Se atribuye al delantero alemán Podolski la célebre frase: “El fútbol es como el ajedrez, pero sin dados.” Pues eso.

lunes, 29 de julio de 2013

Una Señal Del Cielo

Esta vez me veo obligado a jurar por mi honor que no se trata de una imagen manipulada, sino de una toma real. Sólo he retocado los niveles, porque la exposición se llevó a cabo en una hora muy tardía y salió algo oscura. Tomé la foto en el Sobrarbe hace unos días, mirando hacia el Pelopín, que es el pico que se ve a la izquierda en segundo término.

 
Ahora bien, el resultado me hace reflexionar: ¿es una señal del cielo? Unas fuerzas cósmicas parecen haber dibujado una “F” en el firmamento. Lo primero que me acude a la cabeza es “F de fiestuqui”. Tal vez más allá, sobre nuestras cabezas, estén celebrando una fiesta, o quizá las fuerzas que mueven el firmamento quieran bendecir la fiesta de los que estamos en estos rincones pirenaicos de vacaciones.

Pero hoy, al ver en la prensa las extensas multitudes de enfervorizados jóvenes brasileños, me ha venido, como a San Pablo en el camino de Damasco, una repentina y cegadora iluminación: es la F de Francisco, el Papa que está de gira por Latinoamérica, , predicando la insurrección en nombre de la fe, la santificación de las favelas, la pobreza inmanente decretada por Dios para la salvación de los hombres, el daño que hacen las drogas no suministradas por él y algunos otros estribillos por el estilo. Y cosechando un éxito similar, cuando no superior, al de una estrella del rock en sus mejores tiempos. ¿Qué tendrá este hombre que hasta el neón del cielo publicita su alias de guerra? Su mensaje no es nuevo: esta canción lleva más de dos mil años sonando en nuestros fatigados e irredentos oídos… Su compromiso es dudoso, y si no que prueben los de las favelas y traten de desplazarse al Vaticano a vivir del bueno de Francisco. Pero es indudable que algo deben ver las multitudes en él.

Algo que, por cierto, yo no soy capaz de apreciar. Me alegro de que este anciano tan incuestionablemente religioso propugne con ardor el Estado laico. En eso, por lo menos, estaremos de acuerdo: yo, a mi vez, me siento tan laico que no puedo ver en él, sino al jefe del Estado más pequeño del mundo y uno de los menos democráticos. Aunque el que la jerarquía y el poder, en tal Estado, estén vetados a las mujeres, lo acabo entendiendo. Imaginemos que un día el Papado se abre a la influencia feminista e igualitaria y transige: podría acabarse llamando el Mamado.

Y francamente, suena mal.
 

viernes, 26 de julio de 2013

Ordesa. Nadie Fotografía Dos Veces El Mismo Río

Pasear por el fondo del valle de Ordesa en verano es una breve peregrinación, una versión reducida del camino de Santiago, menos peligrosa, pues se carece de la posibilidad de llegar en un tren Alvia, pero igualmente masiva.

Conviene iniciarla de buena mañana, pues nos aguardan dos horas y media de caminata, desde la Pradera donde nos deja el autobús, hasta la Cola de Caballo, el espectacular salto de agua que cierra el circo de Soaso, lugar que los paseantes poco ambiciosos consideramos la meta de una agradable excursión, larga pero no demasiado exigente.

Cascada Del Estrecho 2006

Cascada Del Estrecho 2013
Luego hay que regresar, claro, y esto añade otras dos horas de andar, a las que hay que sumar las inevitables paradas, ocasionadas por la magnificencia del paisaje, que exige una detenida contemplación, más el afanoso saboreo de los bocadillos de tortilla de chorizo, regados con abundante bebida, que la más elemental astucia debe impulsarnos a llevar.

Si además uno es un brasas de la fotografía, como el que escribe estas líneas, hay que redondear seis o siete horas de expedición, entre tomas, paradas, encuadres, desvíos, búsquedas y otros embelesos propios de cada uno y sus vísceras.

Gradas De Soaso 2006

Gradas De Soaso 2006

Gradas De Soaso 2013

Gradas De Soaso 2013
Suelo deambular todos los veranos por esta entretenida ruta, cuya variada combinación de agua, bosque, pradera y rocas es un infalible detonante de mi solaz y me agrada y reconforta hasta extremos que no soy capaz de transmitir con palabras.

Cola De Caballo 2006

Cola De Caballo 2013
La última hora, en la caminata de regreso, acaba siendo algo fatigosa pues la costumbre me lleva a hacerla en las horas del mediodía y, aunque discurre por terreno boscoso y umbrío, el calor llega al fondo recóndito del cañón. Es curioso, pero es precisamente el momento elegido por una variopinta riada de ciudadanos para emprender el camino de subida. Algunos preguntan anhelosos al cruzarse con el caminante que desciende:

-¿Cuánto falta?

Supero mi crueldad innata que me llevaría a contestar: “Todo”. Así que pregunto modosamente:

-¿Cuánto falta para qué?

Una señora algo sofocada me dice que para las gradas de Soaso; una joven pareja, ambos con chanclas, me dicen que para la Cola de Caballo. Les indico lo mejor que sé, acortando incluso los plazos de su sufrimiento inminente… Pero la respuesta de otro interlocutor me deja tieso:

-Pues… Para lo que haya que ver aquí.

Esta vez sí que es fácil dar en el clavo:

-Nada. Lo que hay que ver aquí es, precisamente, esto.

No quería hacerme el gracioso, sino revelar el quid de la cuestión: a los escasos minutos de comenzar a andar por este valle, ya has llegado a lo que hay que ver, oler, oír, disfrutar y sentir en este lugar. Incluido el cansancio.
 
Gradas De Soaso 2006

Gradas De Soaso 2006

Gradas De Soaso 2006

Gradas De Soaso 2013

Gradas De Soaso 2013

Gradas De Soaso 2013
Siendo más específico, este verano me ha llamado la atención la increíble abundancia de agua; claro, lleva una temporada lloviendo a cántaros por estos lugares, un día sí y otro también, después de un puñado de estíos secos como el jerez y se aprecia una diferencia brutal. Parafraseando a Heráclito que, como imagen del continuo cambio, del perpetuo fluir de las cosas, dijo aquello de que “nadie se baña dos veces en el mismo río”, diré a mi vez que nadie fotografía dos veces el mismo río. Y en este caso tengo pruebas: unas fotos las hice en el verano de 2006 con un caudal en el río Arazas verdaderamente exiguo y otras son del pasado día 24 de julio, con el citado río pletórico, desbordante y espumoso. Salvaje.

2013. La Espuma De Los Días
Cierro la entrada con una imagen algo inédita. Una larga y esbelta cascada que no estaba antes. La han puesto este mismo año. Una gracia efímera y hermosa de los dioses de la lluvia, tan crueles en algún otro valle y tan gráciles aquí. Son así.

Una Cascada Efímera
 

martes, 2 de julio de 2013

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 07

4.                          FRAY SERAFÍN EL INCLUSERO

Transpuso el umbral de rodillas, como cada mañana. Las desparejas baldosas del pasillo orlaban sus bordes de tímidas hierbecillas, cubiertas con un dedo de rosada. Iba sofocado por el esfuerzo y, sin embargo, aterido. Castañeteaban sus dientes con un escándalo de carraca de feria. “No puede ser; esto es impío”, se decía con disgusto. De pronto, recordó que, en su precipitación, había salido del dormitorio colectivo sin reparar en la fecha: 10 de Enero, San Agatón, el longevo Papa palermitano, azote de los monotelitas a quienes Dios machaque con Su Infinita Justicia. “Satanás zancadillea mi memoria” pensó, al tiempo que daba marcha atrás, siempre de rodillas, por el corredor lóbrego, flanqueado por un número asaz respetable de desvencijadas puertas sin pintar, que el moho y la carcoma se disputaban con unas testarudas hormigas amparadas en abundosas colonias de líquenes. Aquello, percibió Serafín en su retorno afanoso, era como vivir en plena naturaleza, pero en sucio. Las ventanas del añoso edificio se hallaban a no menos de veinticinco palmos del suelo. Eran estrechas y largas como la ranura de una hucha, solo que mucho más grandes, de una verticalidad imponente; y no tenían ni un solo cristal entero, lo cual constituía un desafío a las leyes del azar, dada la infinidad de diminutos cuadraditos de vidrio, ya rajados, ya astillados, ya pulverizados, ya inexistentes, que ajedrezaban cada ventanal. “Parece mentira tanto frío”, se extrañaba Serafín, “si con lo lejos que están las ventanas del suelo, tendría que tardar todo el invierno en bajar de ahí”. “Además”, añadía, “cómo es posible que pase un frío tan gordo por unas rendijas tan estrechas que, de luz, sólo dejan pasar la más delgada y sutil”. En efecto, una tenue luz malva se abovedaba sobre su cabeza, una luz neblinosa, carente de tonos claros o de reflejos dorados, se filtraba en jirones mates, sin atreverse a descender del techo. Lo que sí había descendido era una granizada de vidrios rotos, de reciente desprendimiento. Serafín lo descubrió con sus rodillas a rastras, poniéndose como un Ecce Homo.

-¡Mierda, lo que me faltaba! – Gruñó entre dientes.

La sangre se le heló en las venas: había dicho una palabrota. Estaba en pecado, como mínimo venial. Ya no podría comulgar: mosen Deogracias era el único sacerdote de la institución y mal podría confesarle mientras estaba celebrando.

-¡Soy un desgraciado! – Murmuró. Sus rodillas al arrastrarse depositaban pequeñas perlas coloradas en el enlosado. –El Señor me manda un sacrificio adicional, para probar mi fortaleza, y mi lengua viperina se revuelca procaz en la inmundicia. Hoy me tomaré la sopa hirviendo para escaldarla, por rebelde.

 
Llegó a la habitación mal consolado por su monólogo y se dirigió a su litera. Rezó trece Salves, dos Credos y un Gloriapatri en latín, en honor de san Agatón, el santo que fue rico y repartió su fortuna entre los necesitados, pensando que si él fuera un día rico y anhelara ser santo, lejos de repartir su fortuna entre los pobres, que al fin y al cabo se la iban a gastar en vino, en tabaco, quinielas y condones, la daría a la Iglesia, a la Basílica del Pilar, para que hicieran un manto nuevo y una corona a la Virgen, lo cual sin duda debe de ser más grato a los ojos de su Hijo, que fomentar el vicio en sus amados pobres. Necesidad, necesidad, como en los tiempos de san Agatón, ya no pasa nadie, gracias a los tenaces desvelos del Caudillo. Si no que se lo digan a él que es un inclusero. Con tal reflexión, por poco se olvida de su pecado de incontinencia verbal: mira que si el Altísimo fuera a fulminarlo por mal hablado y lo mandara a pudrirse al infierno… Rezó el Señor Mío Jesucristo, pero se daba cuenta de que su dolor y arrepentimiento no eran sino una imperfecta atrición: pedía perdón, por temor al eterno castigo en las tinieblas; unas tinieblas más densas que las del caserón infecto donde habitaba, que era, a la vez convento, orfanato, reformatorio y almacén-depósito de la CAMPSA; unas tinieblas donde el crujir de dientes no sería producto del seis bajo cero, sino de la incurable desesperación del condenado. No consiguió empero una auténtica contrición, fruto del horror al pecado por el pecado mismo, por haber herido la infinita bondad del Salvador, y se repetía: “Yo también me he herido la rodilla, pero no es lo mismo, los sufrimientos de Cristo fueron inmensos”. Y ni aun así.

 
Salió del dormitorio enorme y desierto, convencido de que era poco menos que un apóstata. Se apresuró por el pasillo, donde una claridad más definida evidenciaba la humedad ponzoñosa que imperaba en el techo y, de allí, se expandía por las paredes con vehemencia fétida. Lo más difícil era bajar de rodillas por las escaleras que conducían hasta la capilla. Los peldaños de granito estaban tan redondeados, que más de una vez el camino de la capilla había pasado por la enfermería. Últimamente, sin embargo, inclinando el cuerpo hacia atrás, se deslizaba por los escalones romos con la pericia de un esquiador olímpico. Se dio esta vez mucha prisa, tanta que llegó a la puerta del recinto sagrado con las rodillas hechas pulpa, los cortes todos macerados y, por si fuera poco, hacía ya un rato que había comenzado la Epístola.

-¡Mierda, mierda, mierda, Señor, soy un desgraciado, un gusano, una bestia inmunda, he llegado otra vez tarde a tu Santo Sacrificio! Un día la Paciencia dará paso a la Cólera y fulminarás a este reo de Condenación Eterna.

El preceptor, que estaba tras las últimas filas, muy cerca de la puerta, lo fulminó con la mirada:

-¡Eh, tú, fray Sandía, a ver si te callas que esto es la Casa de Dios! ¡Parece mentira en ti, que eres tan santita, que entres montando este estrapalucio!

Hubo risitas y cuchicheos, habituales por otra parte, en los últimos bancos. Serafín se puso más mustio si cabía, no sólo había llegado tarde a la Santa Misa, sino que había entrado además escandalizando.

Se situó tras una falsa columna de escayola, a la izquierda de la puerta y lloró en silencio hasta el momento de la bendición. Lloró sus necedades e imprudencias, sus debilidades y faltas, sus negligencias y tropiezos y ahora sí que le salió de lo más hondo, de la médula del alma, un acto de contrición perfecta, de entrega y amor.

Las rodillas se le infectaron espantosamente, hinchadas y deformes, le estuvieron supurando un año entero.

lunes, 1 de julio de 2013

La Revolución, Para Después De Las Vacaciones

Hoy, primero de Julio, concluye la Operación Salida de la Dirección General de Tráfico que, al parecer con éxito, ha puesto un momentáneo fin a varios meses de indesmayable agitación social. Las revoluciones son más propias de octubre, porque en verano todo dios se toma sus días de asueto y hace mucho calor en las barricadas, a menos que las hubiera con aire acondicionado.

Los indignados, los enfurecidos, los insatisfechos, los irritados, los sulfurados y los ceñudos nos vamos a acampar a las playas, a montar nuestros campamentos a orillas del Mediterráneo, a gritarle consignas, improperios y denuestos al mar tibio, confiando en que sus oídos estén menos taponados que los del Gobierno. Momentáneamente, sólo le arrebataremos a la burguesía las tablas de windsurf y las pistas de tenis, aunque esto es sólo el comienzo de reivindicaciones más sustanciosas por la gratuidad del esparcimiento veraniego.

 
El presidente del Comité de Acción Ciudadana Asamblearia (no quiere denominar mediante siglas  su organización) nos ha hecho saber que, a la vuelta del crucero que ha emprendido por el mar de los Sargazos, con escala en los vértices del triángulo de las Bermudas, estudiará nuevos llamamientos por las redes sociales, destinados a promover la ocupación del Camp Nou, para cantar nuevamente a la libertad, con actuaciones de Paco Ibáñez y el Dúo Dinámico. No se descarta ocupar también el palacio de la Zarzuela, el teatro de la Ópera y el descampado de la Yenka.

 
En cuanto al secretario general de la Confederación de Actuaciones Básicas para el Reconocimiento de las Opciones Nacionalistas (que tampoco es partidario de las siglas), don Bixintxo Santacreu i Santarratlla, ha manifestado que en el próximo curso político reclamarán ante Naciones Unidas que el derecho a decidir sea incluido en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, para que cada ser humano pueda elegir su nacionalidad independientemente del suceso accidental determinado por el lugar donde ha sido dado a luz. Esto, reconoce, puede dar origen al advenimiento de nuevas e insospechadas nacionalidades, dada la especificidad, por ejemplo, de los colectivos homosexuales, celiacos, tartamudos, drogodependientes o alopécicos, que ya se están organizando. Por otro lado, los Hermanos Islámicos de las Juventudes Obreras y Populares Unidas por la Temible Amenaza de Satán, han hecho público un comunicado en el que manifiestan su apoyo a los Reyes Católicos y sus sucesores, por su acertada medida de expulsar a los judíos de la Península, amenazándoles no obstante con la madre de todas las represalias por otros actos de gobierno contrarios a la tolerancia, a la solidaridad y a la Alianza de las Civilizaciones, cuyo explosivo relanzamiento se plantean apoyar. En fin, si no me he “colau”, habrá un buen cacao.

 
Pero mientras tanto aparquemos la lucha de clases hasta la Operación Retorno y templemos nuestros nervios con el pádel, el cinquillo y las paellas de los chiringuitos playeros, alcanzando una serenidad que nos permita afrontar preparados el “piedra, papel o tijera” que propone el cartel que engalanaba el muro: contra la tijera de los recortes, las piedras que arrojan nuestras manos (aunque, claro, podemos ser empapelados por esto… ¿lo pillas?)

Bueno, después de esta sarta de gamberradas, acrósticos y humor chabacano y pueril, procuraré retornar al buen gusto y la decencia mediante un tinto de verano.

Por cierto, en una campaña publicitaria, han rescatado como opción para canción verbenera y veraniega, una mítica canción de Bonet De San Pedro, versionada, entre otros, por Alaska en Fangoria, que ya movió a bailar a algunos de mis mayores. Dado que me encanta su humor rancio y es depositaria de un misterio que mosqueó a la censura de entonces (la franquista), voy a transcribirla por dos motivos: primero porque dentro de dos meses la odiaré por saturación y  segundo porque así la pongo a salvo de mixtificaciones.

RASCAYÚ
 Estribillo:
Rascayú, cuando mueras, ¿qué harás tú?
Rascayú, cuando mueras, ¿qué harás tú?
Tú serás un cadáver nada más.
Rascayú, cuando mueras, ¿qué harás tú?

Oigan la historia que contóme un día
El viejo enterrador de la comarca;
Era un viejo a quien la suerte un día
Su único bien le arrebató la Parca.
Todas las noches iba al cementerio
A visitar la tumba de su hermosa
Y la gente murmuraba con misterio
“es un muerto escapado de la fosa”

Al estribillo

 Hizo amistad con muchos esqueletos
que salían bailando una sardana
Y mezclando sus voces de ultratumba
Con el croado de alguna rana
Los pobrecitos iban mal vestidos
Con sábanas que “ad hoc” habían robado
Y el guardián se decía con recelo:
“estos muertos se me han revolucionado”.

Al estribillo

 Si no es bastante tétrica la historia
Los fuegos fatuos se meten en el lío
armando con sus luces tenebrosas
un cacao de padre y muy señor mío.

Al estribillo


Felices vacaciones.