domingo, 30 de agosto de 2015

Pero... ¿Qué Aprenden Los Muchachos En Una Facultad De Periodismo?

Como todas las personas de cierta edad, entretengo algunos de mis ratos libres con la lectura de la prensa escrita. Y como todas las personas de cierta edad, tiendo a hacerlo en el antiguo y prestigiado soporte de papel. Suelo esperar que titulares y noticias estén redactados en un lenguaje claro, certero y comprensible… Aunque, cada vez más a menudo, suelo quedarme con las ganas, pues un buen número de reporteros usan el lenguaje escrito con una patosidad inaudita.

Imagino que, en el mes de agosto, las vacaciones y la sequía de acontecimientos relevantes pueden propiciar que las redacciones se dejen en manos de cuatro becarios de “la generación más preparada de nuestra historia”, sólo así, en buena lógica, se puede explicar el despapucho de los titulares que he recortado, todos ellos pertenecientes al más prestigioso diario de ámbito nacional, todos ellos publicados en la última semana (no he buceado en una hemeroteca), todos ellos cantadas espectaculares, atentados contra la gramática o desafortunadas y cómicas confusiones:

1. La ambigüedad


¿A qué mujer se refiere el titular? ¿A la del guardia? ¿O a la del hombre que ha resultado muerto? La inoportuna confusión, provocada por la palabra “su”, deja perplejo al lector: si era la esposa del guardia, es muy comprensible que el agente acuda en defensa de su parienta. Pero ¿y si se trata de la del agresor? Entonces el desafortunado número es pillado en medio de una reyerta ajena y quizá entonces haya intervenido con un excesivo entusiasmo o con una innecesaria contundencia…

2. Palabras de más.


Después, claro. No va a ser “antes”. La palabra “después” es inoportuna o tal vez sobra… Si el periodista quiso poner de manifiesto una secuencia temporal, podría haber usado “a continuación”, expresión con la que no se evoca un contrario tan obvio como con “después”.
De paso, añadiré que las víctimas no se elevan (a no ser que tengan la capacidad de ascensión, como Cristo), lo que se eleva es el número de víctimas.

3. Palabras de menos


Aquí Cuba (comentaré luego lo desafortunado de usar este tipo de sujetos) realiza dos acciones estudia su reingreso en el FMi y estudia el Banco Mundial (por si le cae el tema en un examen, o por si Nicky Maduro les pregunta a los Castro Brothers, “Eh, ¿habéis estudiado el Banco Mundial?” “No. Esa materia ya no sale en segundo de Dictaduras, la han pasado a tercero de Políticas en la Complutense y nos la han convalidado.” Bromas aparte, aquí falta una palabra para hacer un titular comprensible: … en el FMI y en el Banco Mundial.

4. Los sujetos geográficos.


Y al Mar Negro que remedie su déficit de calamares. Y Rajoy pide al Atlántico que mitigue la sequía y a Rusia, la patente de su ensalada. Poner sujetos geográficos (Cuba estudia…) es tan inexacto como irrisorio: el Aneto decide vender su glaciar a un Jeque árabe y el Estrecho de Gibraltar anuncia que, gracias a la ley de Zapatero, podrá celebrar su boda con el Golfo de Bengala.

5. La noticia para enterados.


¿Frente a quién hay que defender a la leche? ¿Frente al yogur? ¿Contra el batido de fresa? La leche está amenazada, sí, es una especie en peligro de extinción… O una noticia incomprensible y ridícula, salvo que hayas seguido el caso de los precios, las cuotas de producción y otras incidencias que afectan al producto en cuestión. En particular la prensa regional de mi terruño es comprensible, tan sólo para autóctonos muy versados en los miles de organismos que pueblan con sus siglas la comunidad autónoma: “La PURG negocia con la COSC la incorporación de la CHUNG en el organigrama de las PLAFF y en el sector del porcino”. “Críticos de las GLORF, descontentos con la gestión de Gargajosa, piden la dimisión del consejo de GRUMESA y de las gestoras de la FART”…

Y 6. El galimatazo.


Tanto detallar, tanto detallar, nos acaban por liar. ¿La pederastia ha sido la causa de la muerte? ¿Y el acusado se ha muerto en el Vaticano? ¿El juicio se celebraba por primera vez en el Vaticano? ¿Era el primer juicio con un acusado muerto? ¿Era el primer muerto por pederastia vaticana?... Jesús, qué lío (bien es verdad que este titular no tenía arreglo). (Tantos masters y lo que hacía falta era un curso básico de redacción).

jueves, 27 de agosto de 2015

La Higuera - Juana De Ibarbourou

Incidiendo de nuevo, como en la entrada anterior, en la sensibilidad de los vegetales, en lo frágil e incierto de su espíritu, tropieza mi recuerdo con uno de los poemas de amor botánico, de requiebro a un miembro muy querido de la flora, que más me encandilaron en mi quimérica juventud. Debo a un librito, un prontuario del Círculo de Lectores titulado “Los 25.000 mejores versos de la Lengua Castellana”, el haberme topado con este hermoso poema de la autora uruguaya Juana de Ibarbourou (1895-1979).

 
Y como tal vez venga a cuento, diré que el otro día leía las declaraciones de una bella modelo que daba sus primeros pasos en el mundo de la interpretación. La agraciada decía: “No me conformo con ser sólo una cara bonita”. Coño, pensé, yo no sé si me conformaría con ser una cara bonita, en el caso de tenerla, claro. Pero, para todos aquellos y aquellas que no la disfrutamos, acude el consuelo incalculable de estas líneas de la poetisa uruguaya, vaya pues, sin más:

 
LA HIGUERA

 Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
 En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
 En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
 Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos, que nunca
de apretados capullos se viste...
 Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
  «Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto».
 Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
 Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
  ¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

 

domingo, 23 de agosto de 2015

Láminas De Flores 2

Me extrañaría que, si la cibercasualidad o el azar de los navegadores te han llevado más de dos veces a las páginas de este blog, no te hayas percatado de que los vegetales son los seres vivos favoritos del Himphame que bosqueja estas entradas.

Cito a los célebres botánicos Heather Celery y Rowan Pepper de la universidad de Pikletown, en cuyo trabajo “Las plantas autótrofas como únicos seres vivos sostenibles”, podemos leer (pp 256-257):

”Los animales nos parecen indecorosos y agresivos, tanto más cuanto más ascendemos en la escala de la evolución, supuestamente coronada por un mono particularmente nefasto, una plaga extendida en nutridas colonias por todo el planeta, que devasta, extermina y mutila, tala y deforesta y se concibe a sí misma como la dominadora del cosmos, siendo así que ni siquiera su hábitat será capaz de albergarla unas pocas decenas de años más, pues los recursos que detrae del ecosistema superan en unas diez o quince veces por individuo a los consumidos por el predador más insaciable.”

 
“Acaso, una remota posibilidad de supervivencia para nosotros (en el caso de que fuéramos identificados con los lúbricos monos del párrafo anterior) podría ser mimetizarnos con las plantas verdes: aprender de su inmovilidad nos llevaría a ser capaces de fijar el nitrógeno en los compuestos orgánicos necesarios para nuestra nutrición. Asimismo, las modificaciones genéticas, quirúrgicas o biotécnicas de la piel, incorporando en nuestra epidermis células con cloroplastos, aptas para realizar la fotosíntesis, nos llevaría a solucionar, entre otros, el problema del hambre en el mundo. No más abusos sobre animales y plantas indefensos, se acabaría con la inmoralidad de las granjas industriales y de los cultivos extensivos, que no son otra cosa que gigantescos campos de concentración, donde millones de plantas inocentes son torturadas, con ataduras que las constriñen y deforman brutalmente y con degradantes rociadas de productos malolientes, como pesticidas y otros tóxicos.”

“De paso, cabe añadir que se solucionaría el tema de la agresividad y la violencia ya que, como se ha observado, las plantas verdes establecen únicamente patrones de conducta defensivos, mediante púas y espinas, o a través de sustancias urticantes, siendo desconocido en el reino vegetal el secuestro, el estupro, el atraco a mano armada, el dolo, el cohecho y, sobre todo y especialmente, las agresiones y abusos sexuales o la violencia de género: unos seres vivos que se satisfacen sexualmente con el cosquilleo del flanco peludo de un insecto o con la mórbida caricia de una brisa, son incapaces de llegar a los extremos de degeneración a que llegan determinados machos alfa entre los mamíferos.”

 
Edificante, ¿verdad? Me he propuesto compartir aquí este acreditado y sesudo estudio para acompañar, con una útil y ponderada reflexión, la publicación de dos nuevas y aún más bellas láminas de flores. A disphrutar.
   

viernes, 21 de agosto de 2015

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 41

26. UN VIAJE DE IDA Y VUELTA Y UNA NOTICIA FUNESTA

El 18 de abril, jueves, si no me falla la memoria, el invierno había regresado por sorpresa a Jaca. Ver los árboles, cuando ya había pasado la Semana Santa, con las ramas tan cubiertas de escarcha, que recordaban las lámparas de cristal de roca del comedor de casa de Josemari, era poco corriente, incluso en aquellos años de épicas heladas, de granizadas monstruosas, de colosales chubascos y de vientos desalmados.

Así pues, los árboles no sabían dónde meterse durante la gélida madrugada en la que transitábamos, como sombras soñolientas, camino de nuestra aventura iniciática por el soleado sur de España. Enfrente de Correos se hallaba aparcada una polvorienta tartana que ya debió haber llevado de excursión, por los alrededores de Tetuán, a los cadetes de la promoción del Generalísimo Franco. En un morro prominente, petardeaba un motor trasplantado sin duda desde un tractor fósil.
 
Nuestro autobús
 
Habíamos quedado en las cuatro esquinas para ir juntos y, de este modo, juntos coger sitio lo más atrás posible. Mis amigos se partieron de risa al ver la espartana bolsa de deporte que constituía todo mi equipaje:

 - Hostia, Pinchaúvas, como hayas metido ahí dos calzoncillos, van a presión. Cuidado al abrir la bolsa, no te salte la goma al ojo y te deje tuerto. Aunque eso enmendaría tu atractivo. – Comenzó Josemari.

 - Joder Pinchito, ¿esa bolsa es tuya o es el bolso de la Mejillones, que te lo ha prestado? Como se haya olvidado de sacar el pintalabios, no has podido meter ahí tú ni un par de calcetines.

Como de costumbre, un coro de risotadas acogió esta ocurrencia de Rivero. Bien es verdad que aquellas antiguas bolsas de deportes cilíndricas eran un tanto pequeñas, pero la alternativa que me había dado mi madre para llevar un par de mudas y un recambio de ropa de calle, era un pañuelo paquetero. Como se ve, en mi casa éramos de poco viajar: ni que decir tiene que un pañuelo paquetero, que a la señá Anacleta le parecía tan práctico, me hubiera condenado no ya  al ridículo, sino al ostracismo durante todo el viaje de estudios. Aunque todo hubiera ido mejor si mi madre no hubiera introducido en la bolsa, en el último momento, un bocadillo de sardinas de lata.

 - ¡Toma, pacalmuerces! –Me espetó dándome un distraído beso de despedida. Aún marchó ella, un poco antes que yo, por la calle Bellido, hacia el palacio del obispo. Así que, al verla alejarse, dejé el bocadillo en la mesilla de mi hermano, aunque no tan rápido que no hubiera destilado ya un par de lamparones en mi camisa de repuesto, la única que tenía. Así, salí bastante mohíno, razón por la que mandé a Rivero a tomar por culo.

Mi equipaje
 
- ¡Chico, chico, no te cabrees tanto! Es que no me había dado cuenta de que eso que llevas ahí es el monedero y detrás vendrá el mayordomo con dos enormes maletas de piel de lombriz.

Ya está: estaba disparado y, cuando Rivero estaba disparado, lo mejor era no hacer caso y no abrir la boca. Cosa que hice hasta que llegamos al autobús.

 - Id poniendo los equipajes en el compartimento – ordenó innecesariamente don Marcelino que, en su calidad de Jefe de Estudios, había creído oportuno venir a supervisar nuestra partida y a desgranar el último misterio del rosario de sus ridículas admoniciones. Por fortuna, no nos iba a acompañar semejante figurón, aunque los profesores acompañantes no nos hacían presagiar nada bueno.

Uno era Pichot, el de dibujo, un tipo enteco y moreno como un gitano, áspero de trato, de rostro adusto y con bastantes malas pulgas que, encima, me tenía ojeriza desde que, queriéndome hacer el simpático, le conté que a su coche, un Seat 850 coupé, al que él, después de aparcarlo en el patio del instituto, le sacaba brillo con el faldón de la americana, a su amado coche, digo, le llamaban “el condón” y, sin esperar a que me preguntara por qué, le expliqué que el nombre se debía a que dentro siempre iba un pijo. No sólo no le pareció nada gracioso, sino que me puso una falta de orden y se dedicó a hacerme la vida imposible en clase y a comentar en público, con ocurrentes y crueles sarcasmos, los notorios fallos de mis láminas. Menos mal que en sexto ya no había dibujo y lo habíamos perdido de vista, excepto Mateo, que le iba detrás y le hacía la pelota del modo más obsequioso y miserable y casi había conseguido convertirse en su escupidera. El otro acompañante, era una profesora de mediana edad, la Borau, ante quien instintivamente nos cuadrábamos cuando íbamos a dirigirle la palabra, no diré más de ella, sino que hacía llorar a las niñas y niños de primero y segundo, con un simple mohín de disgusto o un chasquido de lengua. Vamos, que en los próximos diez días íbamos a ser apacentados por dos de los más tiesos y rigurosos pastores de la institución académica, lo cual mitigaba nuestras posibilidades de armar follón, borrachear, aporrear puertas y ventanas, colarnos en las habitaciones de las chicas para montar un sarao, o hacer el gamberro y boicotear las interminables visitas a museos, exposiciones, conventos, castillos, iglesias, alcázares y hasta una sinagoga, que constituían el poco alentador programa de aburrimiento garantizado, de tedio cultural, de empacho historicoartístico.

El coche de Pichot
 
No esperaron ni a que nos subiéramos al autobús, cuyas puertas de acceso estaban cerradas. Únicamente dos portezuelas que cubrían el morro donde roznaba el achacoso motor, se hallaban alzadas y el conductor hurgaba en el interior, sudoroso pese a la helada que estaba cayendo. Al ver las dos incongruentes portezuelas de hojalata, desplegadas como alas de una polilla oxidada y alzadas, dijo Rivero, “chavales, preparados para despegar, vamos a viajar en avión” y la Borau lo fulminó con una mirada tal que le cerró la boca y no se atrevió a volver a abrirla hasta Zaragoza.

 - Chavales, - retomó el término la Borau, que hablaba tan bajito que nos hacía estirar el cuello hacia delante como si fuéramos unos polluelos tiritones, - vamos a subir a este magnífico autobús, contratado para llevarnos a la otra punta de España, en perfecto orden. Y en perfecto orden nos sentaremos, los chicos delante y las chicas, que son más de fiar, detrás. Todos pondremos de nuestra parte para que estos diez días de convivencia no se vean empañados por ningún incidente: y por lo que a mí concierne, diré que el primer majadero que ensucie la inmaculada reputación de nuestra ciudad y de nuestro instituto, con alguna simpleza imperdonable, dará con sus huesos en el tren, que lo traerá, en el acto, de regreso a Jaca. Quiero que esto quede bien claro. Que no se suba nadie al autobús, sin decir “sí señorita Borau, lo hemos comprendido”. Y no estaría de más que saludarais a Casimiro, nuestro paciente conductor, que ahora dará bolsas a los que se marean.

Casimiro terminó de hurgar las tripas de aquel diplodocus con ruedas, bajó las portezuelas del motor, quitándoles una vara de hierro que las sujetaba en alto y, tras limpiarse las negruzcas manos en un trapo negruzco, nos franqueó las puertas del vehículo, al que subimos de dos en dos en perfecto orden. Para mi consternación me tocó en la primera fila, junto a Mateo, que estaba muy excitado ante las perspectivas de contemplación artística que nos abría el periplo. Comenzó a disertar sobre la Alhambra de Granada, pero apenas le escuché pues, aún no habíamos llegado a Bailo y ya estaba yo vomitando, en una bolsa de plástico, mi inexistente desayuno.

Veinticuatro horas y tres paradas más tarde, paradas propiciadas por las cabezadas que se veía obligado a despuntar Casimiro cuando su fatiga amenazaba con precipitar el autobús por un barranco, llegamos a las afueras de Granada, donde detuvo la tartana en un incierto hostal. Hacía escasos instantes que se me había pasado el mareo pero, cuando eché pie a tierra, el suelo supuestamente firme se siguió moviendo, durante el día entero, como si continuáramos en marcha.

Calle de Jaca, una notable acuarela de Mateo

miércoles, 19 de agosto de 2015

Teléfono Móvil

Me he movido siempre en el ámbito tecnológico (y en muchos otros) con una falta de perspicacia, con una carencia de olfato que nunca deja de asombrarme.

Corría el mes de abril de 1991, en plena época, ya olvidada, de “el cambio del cambio” y la SER difundió una ridícula conversación telefónica entre “el número tres” del PSOE, por aquel entonces Txiki Benegas, y algún otro figurón de su calaña. En ella se deslizaban perlas como “Aquí el problema es el one, no Solchaga” (el “one”, también llamado “dios” en la conversación, era Felipe González) y “oye, ¿te funciona la Motorola?”…

 
El incidente y la filtración, muy chuscos ambos, me parecieron divertidos de la muerte, pero lo que se me representaba como especialmente grotesco era el artefacto mediante el cual los fulanos lanzaban sus ocurrencias al éter: una especie de carísimo y extravagante maletoncio (“la Motorola”) que era el prototipo de un “teléfono móvil” de entonces, dispositivo que, en mi palurdicie, me parecía, no sólo innecesario y ostentoso, sino primordialmente irrisorio y esperpéntico, un gadget mostrenco, como de nuevos ricos sin un ápice de clase.

 
Ya lo ves, soy un visionario: veinticinco años después, el aparatito de marras es más numeroso que los ciudadanos en este país y, a mayor abundamiento, es el regalo de primera comunión preferido por los más pequeños. ¿Quién lo iba a adivinar?

Enardecido por los ecos de aquella necia anécdota (se filtraba una conversación de “alta política” y era una insustancial chirigota), me puse a componer (a secuenciar) un numerito tecno, brioso y alegre hasta lo espasmódico, con toques retro y humorísticos (sale hasta el hombre de Marlboro)… Y hoy, que ni es oportuno ni viene a cuento de nada, lo he recuperado, remezclado y regrabado y me atrevo a compartirlo. Paciencia hermanos.
 
 

sábado, 15 de agosto de 2015

Gog - Giovanni Papini

En la década de los 50, Giovanni Papini era un escritor controvertido y disfrutaba de un considerable éxito editorial: un hombre que escribía con una ambición y un apasionamiento que, a veces, le hacían bordear el territorio de lo pretencioso, del que se salvaba por resultar siempre muy atractivo y muy agradable de leer. Hoy, la mayor parte de su temática, donde se combinan las preocupaciones morales, estéticas, religiosas e intelectuales, ha caído en desuso y ha pasado a ser un escritor poco apreciado, cuando no desconocido u olvidado.

“Gog” es una de las lecturas “enjundiosas” que acometí a una edad en la que más me hubiera valido leer comics y, claro, me impresionó y me marcó, más de lo que hoy me puedo explicar cuando la releo. Es normal, ocurre con los poemas y otros textos, con la música y las canciones, con las emociones eróticas y estéticas: se marcan más cuando el barro está tierno que en la dura corteza reseca de la que disfruto actualmente. Ajo y agua.

Pero ¿qué es “Gog”? No es una novela, no es un ensayo, no es una colección de relatos, no es un pájaro, ni es un avión ni, desde luego, es Supermán, aunque planea por ahí un poco la sombra de Nietzsche… Voy a ver si me aclaro.

Al principio parece que va a ser una novela en formato de diario, por lo que requiere levantar un buen personaje. Gog es un “descendiente de salvajes”, procedente de las islas Hawaii (hoy no usaríamos estos términos para referirnos a Obama y es que, lo advierto, el libro está decididamente démodé, desfasado como dicen mis hijos). Un self-made man, este Gog, que arrancando de la pobreza propia de los inmigrantes y valiéndose de su olfato para los negocios y de su falta de escrúpulos, se convierte en uno de los cinco hombres más ricos de la Tierra. Un potentado atípico porque, en la cincuentena (la flor de la edad), se jubila, decidido a disfrutar de sus caudales, de su curiosidad y de sus inquietudes: viaja, disfruta del lujo, acapara, colecciona, conoce a gente… y se aburre.
 
El autor, de joven
 
 Hasta aquí la historia, que es un mero pretexto para hacer aflorar las inquietudes del propio autor, embarcado en una visita a todos los jardincillos del mundo cultural, plasmando en forma de breves apuntes, a modo de hojas del diario de su personaje, anécdotas y reflexiones que nos regalan un mosaico de todo lo divino y lo humano de la época (los años 20), como en un caleidoscopio donde danzan fragmentos del mundo entero, el Aleph de Borges.

Un texto apasionante para aquellos que, como un servidor, quieran hacer un viaje turístico por el pomposamente llamado “mundo de la cultura”. No obstante hay que hacer varias acotaciones: el texto es “salvajemente” occidental y eurocéntrico, el punto de vista es el de un “explorador” que se autoproclama exento de convencionalismos y prejuicios, pero aquellos que ha sacado al rellano, por la puerta principal, se le cuelan por el ventanuco de una habitación trasera, en fin, quiero decir que el libro es muy enteramente hijo de su época y hoy nos chirrían puntos de vista paternalistas, ridículamente misóginos, o de un descreimiento pueril, de una transgresión que se nos aparece muy trasnochada. El otro aspecto llamativo es la fijación por lo siniestro, las ciencias ocultas, las creencias donde el carácter esotérico y morboso se interna en lo lúgubre o incluso en lo espeluznante. Capítulos como “Narración de la isla” o “La ciudad abandonada” me parecen pequeñas obras maestras del género y esto pudo atraerle quizá lectores del ámbito del terror, pero para mí es menos interesante que la divulgación que hace de movimientos, ideas y personajes entre lo más celebrado del mundo artístico, literario, científico e intelectual de su tiempo; a veces (y esto es lo que más me gusta) mixtificando, internándose en la falsificación y en la suplantación… Así, nos divertimos y solazamos al conocer “de primera mano” y disfrutar del trato de Einstein, Freud, Lenin, Henry Ford, Gandhi, Edison... y una pléyade de famosos… No, no sale Paris Hilton, es demasiado reciente.

Giovanni Papini
 
Además, el escritor establece un sarcástico ajuste de cuentas con las vanguardias artísticas de su época: algunos capítulos sobre arquitectura, escultura, música o poesía se establecen en un terreno donde son vistas con agudeza, entre la chanza y la diatriba: el devenir del fenómeno artístico ha confirmado, subvenciones incluidas, la perspicaz sátira de Papini. Pero su principal faena es la de condensar ideas, a veces muy clarividentes (“La compra de la república”, “Desquite”, “Paidocracia”), a veces muy peregrinas (“La reconstrucción de la Tierra” o “Proceso a los inocentes”, cuyo tema se recoge en la película “Minority Report”, qué cosas, aunque el libro entero me recuerda “Midnight in Paris” más bien).


Hoy, sólo en librerías de viejo
 
A veces Papini hace de iconoclasta por el puro placer de discursear. Me quedó grabada su descripción de las obras maestras de la literatura universal, ahí va:

“Las primeras se me antojaron malas y me pareció increíble que tales humbugs fuesen verdaderamente los productos de primera calidad del espíritu humano. Aquello que no comprendía me parecía inútil; lo que comprendía no me gustaba o me ofendía. Género absurdo, aburrido; tal vez insignificante o nauseabundo. Relatos que si eran verdaderos me parecían inverosímiles, y si inventados, insulsos. Escribí a un profesor célebre de la Universidad de W. para preguntarle si aquella lista estaba bien hecha. Me contestó que sí y me dio algunas indicaciones. Tuve valor para leer aquellos libros, todos, menos tres o cuatro que no pude soportar desde las primeras páginas.

Huestes de hombres, llamados héroes, que se despanzurraban durante diez años seguidos bajo las murallas de una pequeña ciudad, por culpa de una vieja seducida; el viaje de un vivo en el embudo de los muertos como pretexto para hablar mal de los muertos y de los vivos; un loco hético y un loco gordo que van por el mundo en busca de palizas; un guerrero que pierde la razón por una mujer y se divierte en desbarbar las encinas de las selvas; un villano cuyo padre ha sido asesinado y que, para vengarle, hace morir a una muchacha que le ama y a otros variados personajes; un diablo cojo que levanta los tejados de todas las casas para exhibir sus vergüenzas; las aventuras de un hombre de mediana estatura que hace el gigante entre los pigmeos y el enano entre los gigantes, siempre de un modo inoportuno y ridículo; la odisea de un idiota que a través de una serie de bufas desventuras sostiene que este mundo es el mejor de los mundos posibles; las peripecias de un profesor demoníaco servido por un demonio profesional; la aburrida historia de una adúltera provinciana que se fastidia y, al fin, se envenena; las salidas locuaces e incomprensibles de un profeta acompañado de un águila y de una serpiente; un joven pobre y febril que asesina a una vieja, y luego, imbécil, no sabe siquiera aprovecharse de la coartada y acaba cayendo en manos de la Policía.

Me pareció comprender, con mi cabeza virgen, que esa literatura tan alabada se hallaba apenas en la edad de la piedra, lo que me dejó desesperadamente desilusionado. Escribí a un especialista en poesía, el cual intentó confundirme diciéndome que aquellas obras valían por el estilo, la forma, el lenguaje, las imágenes y los pensamientos y que un espíritu educado podía experimentar con ellas grandísimas satisfacciones. Le contesté que, por mi parte, obligado a leer casi todos aquellos libros en traducciones, la forma importaba poco, y que el contenido me parecía, como es, anticuado, insensato, estúpido y extravagante. Gasté cien dólares en esta consulta, sin ningún fruto.”

Este es el que yo leí
del Círculo de Lectores
Debe de tener razón Gog, en el momento presente sólo uno de cada veinticinco estudiantes de ESO adivinarían el título siquiera de más de una o dos de las obras a las que se refiere.

¿Y por qué recomiendo este “Gog” de Giovanni Papini? Si te va el parloteo intelectual, pero no te atreves con textos en exceso exigentes, como a mí me ocurre, este es tu libro. Principalmente porque está muy bien escrito: la prosa de Papini convoca instantáneamente un epíteto: atractiva. Se podría añadir ágil, precisa, directa, sugerente y unos cuantos más, pero no creo que hagan falta. Un libro que combina la frívola y un tanto ingenua despreocupación inconformista de la Belle Époque, con una misantropía de un pesimismo abrumador, ojo. Esto iba a dar un giro insospechado en su aún más apasionante continuación de 1951, “El libro negro”.

Como me parece que “Gog” es un ejemplar un tanto dificultoso de conseguir (desde luego no está en las librerías de mi pueblo), pongo aquí un enlace al título, por si después de este rollo aun te apetece leerlo.
 

viernes, 14 de agosto de 2015

La Maldición De San Antonio

Un bonito libro de carácter costumbrista que tuvo mucho éxito en los últimos años del franquismo fue “Celtiberia Show” del periodista Luis Carandell. Fue publicado en 1971 y los que entonces teníamos 18 o 20 años y empezábamos a darnos cuenta de que el régimen era una chufa pestilente, nos echamos, a costa de su lectura, unas risas que aún resuenan en la bóveda polvorienta de nuestros vetustos cráneos.

 
Hoy, por ejemplo, cuesta hacerse a la idea del peso que una religión omnipresente y atávica tenía en aquel desdichado rebaño. Incluyo este grabado de una urna a la que se añadía una leyenda que, según el periodista, estaba presente en la iglesia de los PP. Franciscanos de Orense, dando testimonio fehaciente de las malas pulgas de un vengativo santo. Es sólo una muestra de cómo las gastaban por aquel entonces allá arriba en el cielo, por si el amor y la mansedumbre predicados por el Nazareno no eran suficientes para mantener a la peña disciplinada.

 
Transcribo el texto, como hace el propio Carandell y no añado más, ¿para qué?

“YENDO UNA MUGER a labar ropa a la Burga el día de San Antonio, reprehendiola una amiga suya porque no guardava la fiesta de el Santo, ella le respondió: ¿por ventura S. Antonio me a de dar lo que necesito por guardar su fiesta? Ni le conozco ni sé si es santo. Prosiguió su camino i apenas llegó a meter la mano en el agua, quando se le empeçó a quemar i por atajar el milagroso fuego, le cortaron la mano, la qual llebó el Santo pendiente de la suya, el mismo día, en la prosessión, i es ésta que está aquí para memoria de tan insigne i singular milagro.”
   

lunes, 10 de agosto de 2015

Láminas De Flores 1

Cuando encabezo una entrada con el 1 tras el título, pretendo sugerir una amenaza: habrá más. Y en este caso, dos más, pues tengo hasta siete láminas de flores escaneadas, procedentes de cuando destripé aquel viejo diccionario enciclopédico, para conservar sus láminas multicolores y sus preciosos dibujos a plumilla, en los que impagables artesanos mal pagados hicieron florecer un arte, supongo que ya extinguido, donde lo mismo se representa, negro sobre blanco, el Taj Mahal que un Boeing 747… Dentro de 1000 años pueden ser, si se conservan los originales de estos frutos de la plumilla, tan apreciados como las miniaturas del códice del Beato de Liébana.
Voy a proponer un ejercicio meditativo para mi aburrido y desocupado lector que, de momento, está de vacaciones, bueno, pues para cuando vuelva: cierra los ojos y nombra, tratando de visualizarlas, tantas flores como te sea posible. Si llegas a cincuenta, enhorabuena, puedes dedicarte a perfumista, profesor de ciencias naturales, pintor de cuadros de jarrones, decorador, poeta simbolista o enamorado que sorprende gratamente a su pareja con un ramo.

 
Si, como yo, confundes los nardos con los jazmines o las lilas con las glicinias, esta puede ser tu oportunidad para enderezarte, para enterarte de qué aspecto tienen las flores más comunes y quedar como un auténtico naturalista cuando señales y nombres, al verla por ahí, una mata de salvia que, por estos campos, es muy común.

 
Mi afición por las flores y su taxonomía viene de la que tengo por todos los saberes enciclopédicos e inútiles: los elementos químicos, las capitales de Estados, los ríos de Europa o los pintores renacentistas, pero en lo referente a las infinitas variedades de la naturaleza, disfruto de un hándicap terrorífico a pesar de no haber cursado la ESO: toda la biología y la geología la condenso en tres palabras: planta, bicho y piedra. Me esfuerzo en saber más, pero no se me queda.

En el caso de la Botánica, incluso asistí a un cursillo práctico de identificación de plantas, impartido por un ilustre paisano. Con arduos esfuerzos conseguí distinguir el tomillo del romero, llegué hasta la rosa silvestre y no pasé de ahí. Ahora, eso sí, conservé la afición intacta (y hoy la ejerzo).

 
El otro día en mi terraza, floreció un cactus, no me preguntes de qué familia, de qué especie, ni nada por el estilo: sólo sabré decirte que las florecillas, dos y muy efímeras, se abrían o se cerraban según tuvieran más o menos luz. Conseguí fotografiarlas (aunque las fotos no les hacen justicia) y las pongo aquí de propina.    

 

sábado, 8 de agosto de 2015

Del Músculo Al Espíritu

“New Parthenon, 30 de marzo.

Se me ha ocurrido repentinamente una pequeña observación que quiero registrar en este diario, a fin de no olvidarla. Los hombres, para conservar su vida y defenderse de las amenazas o resistencias hostiles del ambiente en que viven, siempre han debido recurrir a la fuerza, a una forma más o menos dócil de la energía física. Comenzaron utilizando el esfuerzo muscular propio; más adelante, una vez lograda la domesticación de los animales, recurrieron a la potencia muscular de éstos. Por espacio de muchos siglos la fuerza del viento fue tan sólo un auxiliar limitado y poco digno de confianza. La revolución industrial del siglo XIX pudo tener a sus órdenes la fuerza del vapor obtenido del agua, cosa que pareció, y fue una conquista maravillosa. Pero el vapor fue superado muy pronto, desde los últimos años del siglo, por las esencias minerales y por esa energía multiforme invisible, misteriosa y obediente, que es la electricidad. Hoy en día podemos prever que dentro de pocos años todas las fuentes de energía usufructuadas hasta ahora por el hombre, serán sustituidas por otra energía aún más misteriosa y potente, accesible para todos los pueblos la energía atómica. En sus líneas esenciales ya está claro ese paso de las fuerzas individuales, bastas y débiles, hacia las fuerzas cada vez más universales, inmateriales y poderosísimas. ¿Nos detendremos en la utilización de la energía que se libera en la disgregación del átomo? ¿No hay tal vez en el hombre una energía mal conocida pero prodigiosa, que comúnmente se llama "espíritu" y que, en ciertos individuos y en determinados momentos, ha demostrado ser capaz de lograr efectos sorprendentes que hasta hoy ninguna maquina es capaz de producir? ¿Acaso no será posible que algún día tal vez lejano, esa energía espiritual, utilizada hasta ahora solamente para el trabajo del pensamiento, cuando esté educada, desarrollada y debidamente guiada, logre hacer todo lo que es necesario para la vida del hombre con la simple emanación y radiación de su voluntad? ¿No sucederá que en el próximo milenio, la veleidosa ilusión mágica de los primitivos llegue a convertirse en una realidad?”

Giovanni Papini – El Libro Negro (1951)

 
Esta cita está sacada de uno de los dos libros que me propongo releer y comentar aquí este mes. Se trata de dos colecciones ¿poco conocidas? de ensayos breves de un escritor italiano ¿casi olvidado? que despertaron en mí una curiosidad ¿superficial? por los fenómenos intelectuales y estéticos de la primera mitad del siglo XX. También subiré ambas obras, porque el paso del tiempo las ha arrumbado en el desván del olvido y hoy son más difíciles de encontrar que un producto duradero en un bazar chino.

 

jueves, 6 de agosto de 2015

Todos Contra La Ley Mordaza

Hay que tumbar la Ley Mordaza. O por lo menos ese era el deseo explícito de las seis activas organizaciones convocantes de esta macromanifestación en mi pueblo, hace poco más de diez días, de la que se hizo eco, entre otros medios comprometidos, la cadena SER (Radio Monzón), aunque sospecho que no alcanzó la repercusión que merecía y eso me impulsa a divulgar aquí el evento.

Calculo que cada una de las fuerzas convocantes atrajo a la Plaza del Ayuntamiento por lo menos a una decena de personas lo que, bien mirado, no son unos grandes números (apenas el 0’4 % de la población), no obstante ya se sabe que en mi pueblo andamos todos muy desmovilizados y algo faltos de conciencia. Pero que no se frote el gobierno las manos con tal motivo: se trata de minorías muy activas en las redes sociales, cuyos denuestos certeramente tuiteados pueden hacer caer en otoño, no sólo al Gobierno, sino que tal vez al Estado y a la propia Comunidad Económica Europea. Esperemos el dictamen de las urnas, donde una previsión fácil augura un frente de amplia base popular, que hará cristalizar una amplísima coalición donde casi todos cabemos, desde Bildu hasta Sánchez. Nadie duda del lavado de cara que le aguarda a este puerco país: con piedra pómez.

Pero volviendo a la Ley Mordaza, cuyos artífices no llaman así, claro, los parlamentarios del PP con cuyo sólo concurso se ha aprobado semejante disparate, la denominan Ley de Seguridad Ciudadana, efímero eufemismo que no vale la pena aprenderse, pues tiene los días contados, al tener en contra a todas las fuerzas políticas del país menos una que, es bastante obvio, no repetirá esa desdichada mayoría absoluta que, según Cuatro y La Sexta, ha permitido en este país desmanes que no se producían desde los tiempos de Torquemada.

 
Me han contado que, a partir de su entrada en vigor, ya no puedes ir diciendo que el borbón es un parásito, no puedes llamar merluzo, mameluco, bodoque o camueso a ningún sicario uniformado, ni siquiera al del más humilde cuerpo policial autonómico. He sabido que, a un pobre muchacho que lleve un cóctel Molotov en la mochila para gastarles la habitual broma pirotécnica a sus adversarios políticos, se le puede caer el pelo, incluso el de las axilas, ¿Qué es esto? ¿La vuelta al Tribunal de Orden Público del franquismo? ¿Nos vamos a perder las vistosas apariciones de las Femen por esta estúpida ley? No lo creo porque como ya he dicho tiene los días contados: el pueblo en su infinita sabiduría reaccionará con la destitución de los tiranos, al menos aquí siempre ha sido así.

Aunque un amigo de la órbita de los convocantes me advierte contra el uso incorrecto de la libertad de expresión cuando ésta reine de nuevo. Dice que chuflarse del franquismo, de los fascistas o de los símbolos constitucionales está muy bien y seguirá resultando muy conveniente. Pero, ay, me exhorta a que no use de mi habitual frivolidad para con las cosas serias e importantes: no pueden, en su opinión, hacerse chistes con los anhelos del pueblo, menoscabar la justa indignación de las masas o chotearse de líderes carismáticos. Con lo que me previene de que, cuando ellos lleguen a adueñarse de las riendas del mandato popular, habría yo de tomar la decisión voluntaria de cerrar esta insulsa página, sin que por supuesto medien presiones de ninguna clase. Mitigo sus aprensiones garantizando que así lo haré, pues ya empiezo a estar cansado de mis polémicas controversias y lo que quiero es colgar fotos de gatitos encantadores en una página de Facebook.

 
Sin embargo, no ha sido la indignación, sino la belleza de los carteles lo que me ha impelido a esta espontánea apología: el primero, en austeros grises, es un viaje en el tiempo, sustituyendo el martillo por una más actual llave inglesa, sin que la clave de militancia se vea mermada. En cuanto al segundo, es una obra de arte: el primer hombre ha bajado de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel para verse enfrentado a dos vigorosos esbirros ataviados con toda la impersonal parafernalia de los antidisturbios… Sería perfecto, una acertadísima comunión de fondo y forma, de no ser por la implícita sugerencia de que los convocados no saben que las 20 horas son las 8 de la tarde.

Por lo demás, debido al peso de la ley, esta ley caerá por su propio peso. Salud.

 

lunes, 3 de agosto de 2015

Matemáticas Y Diversión 17. Evolución De Un Problema

La constatación de que los niveles de exigencia en la enseñanza de las matemáticas descienden es muy obvia. Yo conservo exámenes que confeccionaba para 8º de EGB y exámenes que ponía, quince años más tarde, en 2º de ESO, y parece como si se desmintiera la teoría de la evolución. Aunque tampoco es como para alarmarse, pues como decían mis alumnos: ¡Si ahora lo hacen todo las calculadoras!
 
Tal pensamiento debe guiar sin duda al legislador, amparado por el contundente “¡Que inventen ellos!” de don Miguel de Unamuno (Literalmente: “Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó”). Me quería referir con esto a que, reforma tras reforma, decrece y decrece el peso específico de las matemáticas en el currículo, pasando de la hora diaria de clase, hasta las tres horas semanales y bajando… El declive de los bingos parece haber marcado el paralelo ocaso de la ciencia de los números.

Pero hoy evitaré la transitada senda de las plañideras con un texto humorístico que llegó a mis manos hace bastantes años. Como procedía de otro marco (sí, el trance es casi universal) lo he adaptado a nuestra apaleada realidad educativa lo mejor que he sabido. Se trata de la evolución de un problema de aritmética simple a lo largo de los años (y de las reformas educativas). Vamos allá con este viaje a través del tiempo por los cuadernos escolares:

Éste es el quid de la cuestión
 
1950. Enseñanza tradicional.

Un agricultor recoge 19’5 quintales de patatas. El 17’5 % se le estropean y ha de tirarlas. El resto las pone en bolsas de 4 Kg., vendiendo en el mercado cada bolsa a 6’60 ptas. Si sus gastos de producción, recolección y transporte se contabilizan en 88 ptas. por quintal, calcula a cuánto asciende su ganancia neta.

1960. Enseñanza tradicional extendida.

Un agricultor recoge 2000 Kg. de patatas que vende a 1’85 ptas. el kilo. Si el coste de producción es igual a 4/5 del precio de venta, ¿qué beneficio obtiene?

1972. Comienza la EGB.

Un agricultor vende 2000 kg de patatas a 3 ptas. el kilo. Si él ha gastado en semillas, herramientas y gasoil 4500 ptas. ¿cuánto dinero ha ganado?

1974. Impera la matemática moderna.

Un campesino cambia un conjunto P de patatas por un conjunto M de monedas. El cardinal del conjunto P es 1000 y cada patata se cambia por una moneda de 1 pta. Dibuja el conjunto P, con mil puntos gordos para representar las patatas y el conjunto M con los círculos que hagan falta, simbolizando las monedas necesarias para la adquisición de todas las patatas. Establece, mediante flechas, una aplicación biyectiva entre los conjuntos P y M. ¿Cuál es el cardinal del conjunto M?

1982. Regreso a la matemática tradicional

Un labriego planta un campo de patatas, gastándose 1800 ptas. Si de la venta saca 2000, ¿Cuánto ha ganado?

1990. Llega la LOGSE.

El tío Evaristo, agricultor, planta un campo con patata temprana. Recoge 1000 kilos y vende 800, quedándole 200 sin vender porque los camioneros franceses boicotean nuestros productos. Subraya la palabra patata y habla de ella con tu compañero.

2002. La LOCE reacciona impulsando la calidad en la enseñanza.

El tío Evaristo vende un remolque de patatas por 1000 €. El coste de producción de las mismas ha sido de 800 € y por tanto su beneficio es de 200 €.  Sí (  ). No (  ).

2017. Futura reforma educativa (¿posible? ¿Inminente?).

“El tio Evaristo, lavriego burges latifundista insolidario i espanyol es un propietario kapitalista y spekulador q saenriquecido trincando 200 euros al bender un mogollón d patatas ha precios avusibos a pensonas k la crisis a puesto enrriesgo desclusión social". Analiza i komenta el testo, vusca las faltas de sintasis dortografia d puntuacion, y si no las bes no t traumatices q no psa nada. Envía unos WhattsApps a tus compis delos grupos de nunciando los avusos antidemocraticos d Ebaristo i convocando una manifa espontanea n señal d protesta.

 
Respecto a la entrada anterior (MYD 16), todas las posibles quinielas ascienden a 3 x 3 x 3 x 3… x 3 = 314 = 4.782.969 Que además, teniendo en cuenta que no todos los resultados son igualmente probables, da una esperanza matemática sensiblemente superior a la de la Primitiva… Bye.