lunes, 30 de junio de 2014

Podemos (Pero No Sé Si Queremos)

Podemos copiar recetas económicas que han llevado a algunos países a ver sus supermercados desabastecidos de papel higiénico. Sustituir el odioso mercado por la dirección democrática y popular de la economía, ha dado ya magníficos resultados en Cuba, Venezuela o Corea del Norte y, hasta hace poco, en Albania. Lo que se pierde en medias, champú o papel higiénico, se gana en dignidad. Todos querríamos vivir en un Estado donde la dignidad del ser humano, en su vertiente más trascendental, sea lo primero. Como ocurre en Irán o en otras repúblicas islámicas, cuya decencia sin límites, les ha llevado a castigar la blasfemia con la pena de muerte, eso es nivel. No vamos a hacer caso del muy occidentalizado Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk, cuando en su libro “Nieve” tiene la desfachatez de decir que muchos compatriotas turcos desprecian y aborrecen a su país y, en consecuencia, votan islamista porque quieren lo peor para él. Eso no va a ocurrir aquí, donde el desinteresado amor por nuestra “povera patria” nos llevará a entregar nuestros votos al motor de cambio laico y democrático que supone Podemos. Lo del papel higiénico no es tan importante, amigos, os lo dice una persona que se ha limpiado, tras un apretón en el campo, con dos gratas y lisas piedras. Y si vamos a transformar la sociedad, prescindir del inodoro es muy sano: ponerse en cuclillas agiliza el tránsito intestinal una barbaridad.

Podemos rechazar el pago de la deuda exterior y de sus abusivos intereses a los voraces usureros del G-7, sana decisión, así sabrán a quién no prestarle ni un céntimo en el futuro. Tan astuta quiebra puede suponer un pequeño inconveniente si tienes dos coches en el garaje o una casa con calefacción central, pues los países que exportan combustibles suelen ser un poco quisquillosos con este tema. Pero haz como yo, desplázate en bicicleta o a golpe de calcetín y que se metan sus hidrocarburos por el culo. Más peliagudo es el tema de la calefacción, con el frío que la mala gestión de gobiernos incompetentes ha traído a este otrora soleado país. Y aquí no sirven recetas tradicionales, altamente obsoletas y desacreditadas, como el brasero de cascarilla o calentar a la mujer y a los hijos antes de que salgan de casa. Quizá nos aconsejen que Podemos quemar las puertas y sus marcos… o promulguen una ley que prohíba pasar frío por debajo de determinada temperatura… Ya se les ocurrirá algo, tienen recetas ingeniosas para todo.

Podemos abandonar la Comunidad Económica Europea y su repulsiva y abominable moneda, el euro. Yo propongo fletar autobuses (o requisarlos, si procediere) para viajar hasta los pasos fronterizos más cercanos y abandonar allí grandes pilas de billetes y calderilla, signos inequívocos de nuestra presente esclavitud con Alemania y que, habiendo abandonado el hediondo mercado común y todo lo que éste significa, de consumismo, insolidaridad y corrupción, ya no nos servirían de nada. Además, a los franceses y portugueses pobres, que seguramente seguirían bajo el yugo de Bruselas, estos improvisados vertederos les sacarían momentáneamente de algún apurillo.

 
Podemos declarar la Tercera República federal, asimétrica y, si se tercia, un tanto bananera, teniendo en cuenta los excelentes resultados que dieron los dos anteriores intentos: la primera fue muy divertida y en la segunda hubo mucha acción. ¿Con un régimen parlamentario o presidencialista? Este segundo es más mediático y admitiría en el puesto de la jefatura del Estado a alguna figura emblemática, como Belén Esteban, Fernando Alonso o (esta sería mi elección probable) Chiquito De La Calzada, con listas totalmente abiertas, lo contrario no es democrático. El palacio presidencial, de 60 metros cuadrados, habría de llamarse “Casa Multicolor” para no discriminar a nadie. El 28 de Junio, día del Orgullo Gay, pasaría a ser la Fiesta Nacional, así sería imposible, como ocurre con las actuales e inconsensuadas 12 de Octubre y 6 de Diciembre, una celebración deslucida y apática. También sería buena idea prohibir los partidos políticos que, en el pasado, hayan dado muestras de caciquismo, insolidaridad, tibieza, actitudes reaccionarias, concepciones burguesas o cualesquiera otras injustificables lacras, que la mayoría Podemos detectar.

Podemos crear un pensamiento de izquierda que, en lugar de estar basado en el obsoleto “Alicia en el País de las Maravillas”, tome como referencia un título mucho más actual: “Delicioso suicidio en grupo”. Pero, ¿Quién me he creído que soy yo, para decir qué debe orientar o no un pensamiento de izquierdas? Estaba pensando en políticas fiscales redistributivas, mejora de los salarios y de las condiciones laborales y otras pamemas de las muy superadas socialdemocracias alemana o sueca. Ahora lo que se lleva es la revolución chavista, la gente ya no queremos un trabajo sino una retribución básica universal… Que dé para aire acondicionado, eso sí. Una república social donde todos tengamos derecho a una vivienda digna, con dos plazas de garaje y la parte alícuota del patrimonio de Amancio Ortega y otros degenerados insolidarios por el estilo.

Podemos demostrar la cuadratura del círculo y Podemos decir que somos más demócratas que nadie, es sencillo: en sitios donde han triunfado alternativas tan, pero tan rematadamente, democráticas, todos Podemos estar de acuerdo en que si algún imbécil no lo está, se le silencia, se le invisibiliza o se le acoquina, intimidándole hasta que comprenda que debe dejar de dar por culo a los verdaderos demócratas. A esos que fueron a darse la mano con Bolinaga y Txapote en la cadena “Madina No Tuvo Suficiente”.

Aunque lo más sencillo que Podemos hacer es ver cómo expulsan a un camarero zafio que nos importuna en el Ritz mientras departimos con importantes empresarios: esto queda bien y no nos compromete a nada.

 
Igual que Berlusconi consiguió llevar a Italia al borde del averno, con la creación de una derecha mediática y populista de nuevo cuño, Podemos ver aquí que se crea una izquierda de nuevo cuño, populista y mediática, diciéndonos a la gente, como los telepredicadores norteamericanos, lo que la gente queremos oír: que los ricos son indecentes y que si nos repartiéramos su patrimonio, habría menos pobreza entre nosotros (y más entre ellos), que los bancos son unos ladrones y que si nos repartiéramos su dinero podríamos ser una réplica heroica y justiciera de Butch Cassidy y  el Sundance Kid y jeremiadas por el estilo. Esto se parece cada vez más al Congreso de los Ratones y dice el listillo de las tertulias que hay que ponerle un cascabel al gato. Dado que el citado roedor, no es un pelanas mentecato, ya que acredita el ejercicio docente, nada menos que en Ciencias Políticas en la Universidad Complutense, me da en la nariz que el personaje piensa que el babieca soy yo. Pretende tal vez, de este modo, convertir un país de descontentos en un país de descontontos, manejable, provechoso y rendido a su Gran Líder, cuyo Libro Rojo, publicado en las ondas, es una sarta de paparruchas, con las que cualquier estudiante de primero de Económicas o de Políticas, se llevaría el suspenso de su vida.

Tampoco es que “el sistema” se parezca ni remotamente al Valhalla, de hecho nos ha insertado, a esa “mayoría silenciosa” de la que hablaba Nixon, en un hedor considerable. Estamos todos de acuerdo en que el camión de estiércol con la caja abierta apesta, pero a mí no me parece una gran idea volcarlo en la Plaza Mayor para que el alcalde se joda con el tufo.

 
Para despedir esta sarta de desatinos que he enhebrado, parafrasearé una copla del gran poeta del 98, que vivió la primera gran quiebra política de la Edad Contemporánea en este cochambroso país:

Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

¡Qué optimista don Antonio,
a mí me lo hielan las dos!

Ah y una mención negativa al señor Arriola, desnortado consejero de nuestro carismático Presidente: no Podemos llamarlos frikis. El autor de estas líneas sí es un friki, en cambio al que usted moteja de tal, no lo es. Es, más bien, un vivales.
 
 

sábado, 28 de junio de 2014

Una Pesadilla En Mi Armario - Mercer Mayer

Es una verdad universalmente admitida ( “It is a truth universally acknowledged…”) que los niños gustan de medirse con el miedo. Eso explica la proliferación de fantasmas. monstruos, vampiros, cocos, hombres lobo y toda la caterva que puebla las fantasías y los productos destinados a su consumo. Sin ir más lejos, hoy en la piscina, mi hijo saboreaba con delectación una especie de cortezas de harina de maíz saladas, con toda clase de aditivos y colorantes (E-206… ) Unas tenían forma de fantasma y otras de murciélago vampiro. Y aún tiene un juguete que consiste en una momia horrenda, de goma muy elástica, a la que se le salta un ojo que rueda por el suelo. Lo “terrorífico” les mola.

Claro que, a veces, este coqueteo con lo aterrador se les va de las manos y entonces vienen las pesadillas, el no pegar ojo por las noches y el regresar a la cama de los papás… Es un hecho universalmente conocido, de nuevo.

Este microlibrito ilustrado toca el tema con ternura y humor. Si tienes un hijo entre cuatro y seis años, se lo regalas y se lo lees en la cama (jugando con fuego), con idea de que, entre los seis y los ocho años, lo tenga en la mesilla y se lo lea él solito (o ella solita). Fue publicado en España en 1982 por la editorial Altea (missing, difícilmente darías con un ejemplar), más recientemente ha sido editado por Kalandraka (y este aún se puede encontrar).


Para los niños que son vagos a la hora de leer, posee la indudable ventaja de que “tiene poca letra”: la mayor parte de la historia está relatada gráficamente, mediante unos deliciosos dibujos con un toque vintage. Mercer Mayer, escritor e ilustrador norteamericano, publicó este sencillo y encantador cuento en 1968. En él se brinda una campechana y efectiva receta a los más pequeños: “para combatir el miedo, nada mejor que hacerle frente”. Aunque la eficacia de este modelo pueda ser un tanto incierta, por lo menos se garantiza un rato de aliviado entretenimiento.


Por cierto, no hace falta ser muy perspicaz para ver aquí una de las fuentes de inspiración de la película de Pixar “Monstruos S.A.”, la cual toma prestada de esta historia una evidente directriz, aunque hemos de reconocer que Sulley es un monstruo mucho más atractivo y con mucho más carácter que la blanda y feúcha pesadilla dibujada por Mayer.

Aquí tenéis, pues, el cuento precursor. Espero que os guste. Vale la pena dedicarle cinco minutos, como hizo Alfonso Guerra, que lo sitúa entre sus once mil libros favoritos.













jueves, 26 de junio de 2014

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 27

17         PARA ESO ESTÁN LOS AMIGOS

Días más tarde, habían pasado las persistentes lluvias y hacía buen tiempo. Caminábamos a media tarde por el parque y nos sentamos en un banco a comer pipas y a comentar, con carcajadas y ostentación de gestos obscenos, los últimos chistes verdes que nos había contado Rivero, estábamos rememorando aquél tan bueno de la pareja de recién casados en el coche cama del tren, y entonces ella va y dice: “¡Mariano, vamos a hacer marranadas!” En aquél momento, tierra trágame, se sientan enfrente Cheles Giral y su inseparable amiga Mari Carmen, a quien llamábamos la Yegua, por su fuerza y robustez temibles.

Josemari y Chus se intercambiaron codazos indisimulados y aviesas morisquetas.

 - ¡Mira quién está allí! – Tronó Josemari, llamando la atención, no sólo de las dos chicas, sino de todo el parque – ¡Julieta! ¿Ya se te ha declarado este Romeo, que hace daño de tan feo? ¡Eh, tú! ¡Cara de rata! ¿Sabes que Pinchaúvas está loco por ti?

 -¡Coladito por tus huesos! – Apostilló Chus, y recitó ante su sorprendido auditorio, que parpadeaba a dúo – Es un mangante, pero si tú fueras Beatriz, el sería Dante. Es un carca, pero si fueras Laura, lo llamaríamos Petrarca.

Cegado por la rabia y la vergüenza, iba a levantarme y a salir corriendo para esconderme debajo de las raíces del árbol de la Salud, un vigoroso ejemplar a más de un kilómetro de allí, pero me incliné hacia ellos y les propiné un diestro puñetazo en el hombro a cada uno, buscando un nervio que les tronzara de dolor, lo cual no deja de tener mérito, pues ambos eran mucho más fuertes que yo. Se retorcieron un poco, pero los torturados espasmos que los sacudieron no conseguían acallar sus risas.

 - ¡Bien hecho, Pinchaúvas! – dijo, conciliadora la Yegua – Esos dos son don Bocazas y don Boceras y si no les llegas a atizar tú, me hubiera levantado yo y ya no les quedaban dientes… Oye, ¿quieres que te presente a mi amiga?

Ahora eran tres los que se carcajeaban como hienas y dos los que estábamos rojos como geranios al sol.

 
El descrito incidente, tan garrulo y trivial, tuvo dos consecuencias nefastas: por un lado dio una desmedida publicidad a mi secreta pasión y por otro, hizo que Cheles me rehuyera sistemáticamente todo el tiempo que aún quedaba de curso. Lo cual fue una catástrofe para mí, que me hacía pasar hasta entonces, ante ella, por un compañero solícito, atento y desinteresado: como mi letra era muy buena, le había facilitado los apuntes de unas clases a las que faltó cuando estuvo enferma (qué blanca está, decían mis amigos, es que le ha venido la regla muy fuerte, aventuraban los muy guarros). También le expliqué la solución de unos problemas de Trigonometría que se había perdido esos días y hasta había conseguido bailar con ella, muy patosamente, un par de piezas en una fiesta que organizaron los de Preu en el instituto y donde, el súmmum de la felicidad para mí, era que nadie se había fijado en nosotros, ni hecho comentarios salaces. El próximo paso sería, planeaba yo, invitarla a alguna de las verbenas en las fiestas de santa Orosia y declararme entonces. Este pánfilo e ingenuo proyecto se había desbaratado para siempre jamás, de momento.

En aquéllos días de final de quinto, había yo empezado a frecuentar a Mateo, un repetidor que era una especie de intelectual y artista excéntrico, cuya compañía, para mí, ejercía de contrapeso a la de mis habituales amigos. Ellos estaban atravesando una fase en exceso bullanguera e impetuosa: la pubertad les había vuelto los cerebros del revés y yo encontraba a Mateo más sosegado, reflexivo y maduro. A Chus y Josemari, al unísono, les cayó fatal:

 - Es un redicho y un fantasma.

 - Si tú sabes algo de algo, él es el que más sabe de ese algo.

 - Sí, y por eso está repitiendo.

 - Y el otro día sacó un dos en Química. Está visto que la enseñanza oficial se le da bastante mal.

 - Aunque menuda charla tiene, un día te dirá que corrigió una conferencia de Einstein.

 - Y medio mariquita, fíjate Pinchaúvas, si hasta escribe poemas.

 - Con ese al lado, no ligaríamos nada, las gachís al vernos, se pondrían una tela metálica alrededor. Una valla electrificada, no podríamos ni acercarnos.

Yo les dije que YA no ligábamos nada, gracias sobre todo a las tácticas guerrilleras que ponían en práctica y que, antes, también a ellos les interesaban determinados temas. Se mosquearon y dejamos de hablarnos para siempre.

 
Al menos, durante dos o tres días. Es lo bueno que tiene el no haber crecido del todo, gracias sean dadas. No sé por qué me esforcé para que aceptaran a Mateo: nunca coincidían. El orbitaba en una trayectoria distinta: casi no salía de casa, sólo de noche y a pasear bajo la luna, como el hombre lobo. No iba a los bares, fumaba en pipa, no bebía, no escuchaba música atronadora. Leía, miraba por el telescopio y pintaba acuarelas, vaya soso, remachó Josemari.
 
 

martes, 24 de junio de 2014

Ajedrez : Entrena Tu Remate

Hace algunos años, antes de que la informática y el juego por internet fueran los medios que hoy contribuyen decisivamente a la capacitación técnica de los ajedrecistas, había que estudiar las partidas en los libros, ya ni me acuerdo. Además, ir haciendo y deshaciendo líneas y variantes en un tablero físico, requería una paciencia y una concentración que ahora me parecen muy fatigosas. El lento progreso nos desanimaba a los más zoquetes y, en mi caso particular, me llevaba a terrenos de lo anecdótico, las curiosidades y el entretenimiento sin más.

"Solo Ante El Peligro"
 
Así es como topé con esta partida, que se atribuye a dos oficiales en la guerra ruso-japonesa. La leyenda dice que la jugaron la víspera de entrar en combate, donde uno palmó y otro resultó gravemente herido, aunque, seguramente, se trata de una mixtificación: el ajedrez es un terreno abonado a toda clase de mitos, fraudes y adulteraciones históricas. Normalmente la realidad es más prosaica y se sazona con fabulaciones.

De todas formas, presento esta partida aquí porque tiene un contundente remate que dejaré abierto, por si el desocupado lector quiere pensar un rato. Para facilitar su seguimiento, pondré un diagrama por cada par de movimientos y refrenaré mis comentarios, evitando poner variantes. Ahí va:

Teniente Den – Capitán Pervago. Colina Putilov, 1905 
 
1. e4, e5
 
2. Cf3, Cc6
 
3. Ab5, Ab4
Las blancas han planteado la apertura española. Según los maestros del pasado es "el intento más serio de mantener la ventaja en la apertura". Las defensas más comunes se inician con 3... a6 o con 3... Cf6. De las respuestas interesantes, la de la partida es una de las más estrafalarias, "clavando la sombra del caballo" que no ha salido. La más estrafalaria que yo conozco, venía en un tratado de aperturas del Dr. Rey Ardid y es 3... Ca5, tengo que jugarla un día.
 
4. c3, Aa5
Normal: te echan y preparan d4
 
5. 0-0, Cge7
 
6. Ca3, 0-0
El desarrollo del caballo blanco tiene como objetivo c2, o mejor c4. Todo esto es muy normal.
 
7. Da4, d5
El blanco juega la dama para colocar el caballo en c4, con una presión que ganaría el peón de e5. El negro se opone activamente y contraataca
 
8. Axc6, Cxc6
 
9. Cxe5, Cxe5
Según las cuentas del blanco, ha ganado un peón. La dama tomará el alfil y no es posible tomar el peón de rey debido al caballo negro  que está colgado, pero lo cierto es que las blancas acaban de meter la gamba, porque...
 
10. Dxa5, Cf3!
¡Sorpresón! No puede hincarle el diente al caballo el teniente: si 11.gxf3, Dg5+  12. Rh1, Df4!  13. Cc2, Ah3  14. Ce3, Tae8 y esta torre tiene tiempo de salir por e6 a g6 y darle matarile al indefenso rey blanco que, en vez de aforado, está atorado. 
 
11. Rh1, Dd6
El capitán vuelve a amenazar mate en h2. El teniente piensa que 12. g3 no vale para nada, por 12... De6 y decide papearse el caballo. Al menos, morirá saciado.
 
12. gxf3, Df4
Amenaza 13... Dxf3+ y otras cosas feas.
 
13. Rg2
El blanco se defiende el peón, pero ahora, oh mi buen amigo, entras tú en combate y le das un mate imparable, como muy tarde, en la jugada 19. Quien busca, encuentra. Y suerte.
 
 

domingo, 22 de junio de 2014

Michel Fugain - Une Belle Histoire

Vamos con la canción del verano. Del verano de 1972. Por aquella época pasaba los veranos en Francia, en casa de mis abuelos paternos, exiliados a raíz de la Guerra Civil. Unos recuerdos inciertos se configuran en mi memoria como algunos de los más felices de mi existencia. Tenía menos de veinte años y, cuando terminaba el curso, disfrutaba de esta inmersión en un ambiente soleado y fresco, caracterizado en lo que a mis vivencias respecta, por una inaudita sensación de libertad, la que allí se respiraba, en la familia, en el entorno, en el país… No estoy hablando de experiencias psicotrópicas, ni de toma de conciencia política, por dios, qué va: desmontar, limpiar y volver a montar una descremadora centrífuga con la que se hacía mantequilla en la granja; pescar en arroyos, pasear en bicicleta o ver el Tour en la RTF, eran algunas de las actividades más apasionantes a mi alcance, con las que armaba un paréntesis en las rutinas del resto del año… Eso y la música: yo era entonces el fan de Keith Richards con las gafas más gruesas de occidente (no era más feo porque mi madre no abrió más las piernas en el paritorio). Y así pertrechado, topé con la primita púber y la canción del verano. A todas horas. Hasta el más riguroso aborrecimiento. Ni me gustaban los éxitos veraniegos, las horrendas cancioncillas vacacionales de sol y playa, ni me decía nada el pop francés.

Ah, pero el efecto acumulativo de la edad te devasta y reblandece: con las meninges ya considerablemente deterioradas, oigo, cuarenta años más tarde, esta cancioncilla y me quedo prendido de su encanto. Lo que entonces me parecía tan insulso como banal, más tarde me parece tan ingenuo como cautivador. Y es que la nostalgia tiene estas trampas inevitables. Pongo aquí la tonadilla de marras y “Que el cielo la juzgue”. A mí me sabe al paraíso perdido.
 

 
UNE BELLE HISTOIRE

C'est un beau roman, c'est une belle histoire
C'est une romance d'aujourd'hui
Il rentrait chez lui, là-haut vers le brouillard
Elle descendait dans le midi, le midi
Ils se sont trouvés au bord du chemin
Sur l'autoroute des vacances
C'était sans doute un jour de chance
Ils avaient le ciel à portée de main
Un cadeau de la providence
Alors pourquoi penser au lendemain

Ils se sont cachés dans un grand champ de blé
Se laissant porter par le courant
Se sont racontés leur vies qui commençaient
Ils n'étaient encore que des enfants, des enfants
Qui s'étaient trouvés au bord du chemin
Sur l'autoroute des vacances
C'était sans doute un jour de chance
Qui cueillirent le ciel au creux de leurs mains
Comme on cueille la providence
Refusant de penser au lendemain

C'est un beau roman, c'est une belle histoire
C'est une romance d'aujourd'hui
Il rentrait chez lui, là-haut vers le brouillard
Elle descendait dans le midi, le midi
Ils se sont quittés au bord du matin
Sur l'autoroute des vacances
C'était fini le jour de chance
Ils reprirent alors chacun leur chemin
Saluèrent la providence en se faisant un signe de la main

 Il rentra chez lui, là-haut vers le brouillard
Elle est descendue là-bas dans le midi
C'est un beau roman, c'est une belle histoire
C'est une romance d'aujourd'hui

 
Intento traducirla, un poco libremente, porque tengo el diccionario de francés desencuadernado y se han perdido muchas hojas:

UNA BELLA HISTORIA

Es una hermosa novela, es una bella historia / Es un romance de hoy en día / El regresaba a su casa, allá arriba, hacia la niebla / Ella bajaba hacia el sur, hacia el sur / Se encontraron al borde del camino / En la carretera de las vacaciones / Era, sin duda, un día de suerte / Tenían el cielo al alcance de la mano / Un regalo de la providencia / para qué iban a pensar en el mañana. // Se escondieron en un gran trigal / Dejándose llevar por la corriente / se contaron sus vidas que daban comienzo / Todavía no eran más que niños, más que niños / Que se habían encontrado a la orilla del camino / En la carretera de las vacaciones / Era, sin duda, un día de suerte / Pues cogieron el cielo en la palma de sus manos / como se coge algo providencial / rehusando pensar en el mañana. // Es una hermosa novela, es una bella historia / Es un romance de hoy en día / El regresaba a su casa, allá arriba, hacia la niebla / Ella bajaba hacia el sur, hacia el sur / Se separaron en la orilla de la mañana / En la carretera de las vacaciones / Se había cumplido su día de suerte / Y cada uno retomó su camino / Saludando a la providencia con un gesto de sus manos. // El volvió a su casa, allá arriba, donde la niebla / Ella continuó bajando hacia el sur / Es una hermosa novela, es una bella historia / Es un romance de hoy en día.

 
Es casi tan romántico como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas, que diría Ducasse, conde de Lautréamont. Mi amigo el Resentido opina que la canción podría tener una sóla línea: "aquí te pillo, aquí te mato". (Es lo que tiene el Arte: que embellece).
 
 
 
 

jueves, 19 de junio de 2014

El Fútbol De Selecciones O El Juego Simbólico De La Guerra

"Soy Español, ¿a qué quieres que te gane?” Este slogan, a todas luces presuntuoso, lo vi escrito en la delantera de una camiseta hace algunos veranos. En el día de hoy, que proso estas agoreras líneas, nuestro combinado nacional, un ramillete de acreditadísimos futbolistas, ha hecho en los calurosos céspedes brasileños un ridículo atroz e insospechado, siendo arrollados por equipos a los que acostumbrábamos a mirar por encima del hombro. En nuestros dominios balompédicos ha vuelto a ponerse el sol y se augura una larga noche, una interminable travesía del desierto, por lo menos hasta que el espíritu de los cinco magníficos, o de los recién abdicados reyes del tiqui-taca tome posesión de una cantera de ambiciosos talentos que, por el momento, no se columbra en horizonte alguno. Tampoco es como para que los ingeniosos diseñadores de Kukuxumusu impriman ahora, en una camiseta, el logo de la desmoralización: “Soy Español, ¿te apetece vapulearme?”
 
Faltó velocidad
 
Aun sin llegar a tanto, vamos a tener que volver a acostumbrarnos al juego carente de talento, desganado, mediocre, desmayado, previsible y flojo, que caracterizó a nuestra selección de fútbol durante largos decenios. Los hechos recientes han sido una milagrosa e inimaginable excepción, los tiempos de las vacas gordas parecen haberse acabado y el fútbol de “la roja” podría volver a ser el de la emblemática época de Clemente, dios nos asista.

Faltó agresividad
 
La cuestión debería tener una importancia relativa, pero ay, resulta que en la mutua malquerencia de las tribus constreñidas en la aldea global, el fútbol se ha convertido, entre otras muchas cosas, en una representación de las gestas épicas de los antiguos héroes, de cuando la guerra era una actividad prestigiosa y las hazañas de los caballeros se cantaban, amplificadas y depuradas, en las plazas de los pueblos y aldeas.

Faltó concentración
 
En este trasunto manido del fútbol como guerra, acabamos nosotros de perder una guerra nuclear y estamos en “El día después”. Los pocos supervivientes apenas comentan el partido. Oigo decir “Yo es que ni lo vi”. Y es que no lo vio nadie. Y menos que nadie, los jugadores.

La disposición táctica fue errónea
 
El otro día Holanda vengó las sangrientas fechorías de los tercios de Flandes y Chile se encomendó ayer al espíritu de los Libertadores, para vapulear a la fláccida metrópoli: si a la crisis económica, política e institucional, unimos la amargura de la deshonra futbolística, este va a ser un país muy deprimido, pasto del desengaño y la descomposición: en un futuro no muy lejano, es dable imaginar a la efervescente selección de Catalunya goleando a la inane “roja”. Oriol Junqueras tendría el orgasmo de su vida.

Aunque aquí también se estila una inversión del encanto épico: la Armada Invencible que no fue enviada a luchar contra los elementos, los últimos de Filipinas, resistiendo heroica y estérilmente al poderoso ejército norteamericano, los perdedores también acceden así a la gloria épica, lo digo para que nos vayamos acostumbrando. No obstante, esta vez no se presentaron nuestros chicos en Brasil como una noble y honrosa partida de perdedores con encanto: iban como un ejército glorioso y conquistador, de ahí la cara que se les quedó tras el monumental planchazo. Pobrecillos. Yo creo que no hay plata en el mundo que compense un momento así: el vigente campeón, víctima de la rechifla planetaria, qué papelón.

El césped estaba un poco alto
 
Por tal motivo, no debemos olvidarnos de lo que han sido y de lo lejísimos que han llegado: en un país tan acérrimo del balompié como el nuestro, si hace treinta años nos hubieran dicho que nuestra selección iba a encadenar dos Eurocopas y un Mundial, hubiéramos respondido: “sí, y los pulpos volarán, las ostras harán atletismo y las anchoas vivirán dentro de las aceitunas”. Lo que a uno le cuesta admitir es que las glorias terrenales son efímeras y la rueda de la fortuna gira a capricho. Estos, ayer encumbrados por encima de los dioses, hoy denostados por debajo de las lombrices, estos pedazos de jugadores, tenían tanta clase que pensaron que el balón era suyo, que se lo habían comprado y no lo tendrían que devolver jamás. Así que no es cosa de decir ahora que no valían “pa” nada y que ya se veía venir.
 

Recordaré, al efecto, un chiste viejuno:
Va uno de visita al infierno y ve que hay enormes calderas donde los condenados están asándose agrupados en nacionalidades: los holandeses, escaldados, tratan de trepar por la pared interior de su caldera y unos diablos, que les vigilan, los empujan de nuevo al fondo con los tridentes. Esta imagen se repite en la caldera chilena, en la brasileña, en la francesa... Los condenados venga a alzarse hasta el borde para salir, los diablos venga a tirarlos de nuevo dentro de sus calderas respectivas. En esto, el visitante observa que la caldera de los españoles no tiene vigilancia alguna y pregunta: “¿no tenéis miedo de que los condenados españoles escapen de su caldera?” A lo que, el diablo que hace de cicerone, contesta: “Es imposible. En esa caldera, cuando uno de ellos alcanza el borde con los dedos, los de abajo tiran de sus pies para hacerlo caer de nuevo”.

El buen juego fluyó con cuentagotas
 
Así que no haremos leña del árbol caído, aunque no haya caído como un majestuoso cedro, sino como un raquítico alcornoque.

Termino con una épica admonición para ti, ¡oh, público de Brasil!: suspende los silbidos y abucheos y di adiós a los campeones con un gran aplauso... Si no, vamos a pensar que allí ya no queda nadie que aprecie el buen juego y sepa y entienda de fútbol (que es, ni más ni menos, lo que ha parecido hasta ahora). 
 
Se echaron de menos
 las galopadas por las bandas
 
  

miércoles, 18 de junio de 2014

El Señor Zorro En Los Llanos De La Larri

 
Me encantan las excursiones y paseos por la montaña (siempre que no me vea forzado a hacer comedias, batallando con alguna dificultad). Pero, en estos últimos tiempos, el precario estado de mi vista me dificulta lo suyo el transitar por terreno escabroso, particularmente en las bajadas. No tuve más remedio, hace unas semanas, que condenar a unos amigos, montañeros más aguerridos, a lo que es, en sentido estricto un paseo para la tercera edad (o para escolares cantarines, cogidos de la mano del compañero): subir desde el aparcamiento de Pineta hasta el valle de La Larri.

Río Cinca En Pineta
Tampoco está nada mal ir a Pineta a dar un cómodo y relajado paseo en primavera. Con poco gasto energético, te garantiza estar fresco, disfrutar de un entorno y unas vistas maravillosas y pisar sobre las últimas nieves de la temporada, ¿Hay quién dé más?

Llanos de La Larri hacia su cabecera


Llanos de la Larri hacia su entrada
 
La caminata nos lleva algo menos de una hora de ascensión suave, por una pista umbría que rasga un precioso bosque de caducifolios. Cuando se aclara el arbolado, dos o tres vigorosas sartenes nos aúpan al borde de un valle de origen glaciar, unos llanos en alto por donde discurre el barranco de La Larri, afluente del Cinca. Media hora escasa más tarde, habremos recorrido estos prados hasta llegar a la cabecera del pequeño valle, que se cierra con una limpia cascada. En este grato rincón nos aposentamos a descansar.

Menudas montañacas
 
En alguna ocasión he visto caballos en estos pastos colgados y, mucho más frecuentemente, vacas solazándose, pero esta vez me aguardaba un encuentro algo más sorpresivo.

Fin de trayecto: la cascada
 
Cerca de donde devorábamos nuestros bocadillos, hizo su aparición un visitante inesperado: tenía toda la pinta de tratarse de un zorro. Como en la actualidad, y en tanto no me opere de cataratas, veo menos que un gato de escayola, le pasé la cámara a mi señora esposa, que a día de hoy suple mis ojos con los suyos, la cual tiró de teleobjetivo con éxito, sacando unas cuantas instantáneas del no demasiado cauteloso mamífero.

El señor zorro

¿Qué ha visto?
 
Mi ignorancia me llevó a un montón de cuestiones sin respuesta: ¿se trataba realmente de un zorro o era otro tipo de cánido más domesticado? Si era un zorro, un zorro de verdad, un vulpes vulpes de auténtico pedigrí, ¿qué hacía en aquel concurrido lugar, zanganeando a menos de cien metros de los peligrosos humanos? ¿Y qué comerá en esos desiertos pastos? ¿Cambiará el pelaje en invierno, por un inmaculado blanco de nieve? (Esto lo dudo muchísimo, pero vaya usted a saber) ¿Vive siempre allí, o se trata de un turista de tierras más bajas como nosotros? Por supuesto, no le pude preguntar, así que lo dejamos en pura retórica.

Parece estar posando