miércoles, 28 de septiembre de 2016

El Desahucio De Colón

Viene mi amigo el Resentido con sus últimas novedades del ruedo ibérico:
 - Sabes que en Barcelona los de la CUP le han planteau, a Ada Colau, que el monumento a Colón sea retirau.


Le respondo que habla como un consejero autonómico aragonés y se mosquea. Repite muy digno:
 - Sabes que, en el consistorio de Barcelona, le han planteado a Ada Colado que el monumento a Colón sea desmontado. El 12 de octubre, para que el Estado se sienta más humillado y afrentado.


 - Bah, lo has debido leer en “el Jueves”.


Esto se lo digo porque, aunque sé que la primera obligación de los totalitarios es reescribir la historia y reconvertir o hacer desaparecer los símbolos, monumentos, edificios, estatuas, placas, mausoleos y recuerdos de todos los que les precedieron, lo de hoy me parece un tanto cómico. Y añado:


 - Y en Bruselas van a quitar el Atomium para señalar que están en contra de la energía nuclear y el Manneken Pis, porque es fálico y machista. En Atenas van a acabar de tirar el Partenón porque la religión es el opio del pueblo; en Altamira, van a emborronar las pinturas en cuanto llegue un concejo contra el maltrato animal y, en Egipto, van a devolver las piedras de las pirámides a las canteras de donde salieron, para desagraviar a los pobres oprimidos que las construyeron por orden de aquellos faraones tan fachas, ¿no?



 - Pero, tío, que va en serio: búscalo en cualquier periódico.


Verifico lo tangible de la majadería y me quedo un poco atónito, ¿se habrá producido ya la invasión de los ladrones de cuerpos? ¿O regresa, por vía democrática, la piromanía miliciana? Recuerdo haber leído que, durante la Guerra Civil, intentaron prenderle fuego a la Sagrada Familia la cual, como es de hormigón, no ardió. Queda mucho que demoler en Barcelona: en mi molesta opinión, la parte nueva del templo expiatorio es, al menos, tan fea como el monumento a Colón y, en cuanto a significación histórica reaccionaria, andan parejos.



Pero yo, personalmente, le guardo cierto cariño a la estatua de Colón, a la hueca columna y a la Esfera que la alzan hasta los 57 metros de altura, a su dedo extendido señalando hacia las tierras ignotas… Ha estado ahí, al final de las Ramblas, durante 128 años, sin que los antecesores políticos de estos regidores tan zafios como sectarios, repararan en la maldad de su presencia. Por eso me permito proponer desde esta humilde página a la voluble alcaldesa que, de momento, no ha aceptado la moción de los antisistemas, que recapacite. A una mala, se podría reconvertir el monumento. 


Esforzándome por ser positivo, a esta entrada, como se ve, la acompañan tres propuestas que podrían ser del agrado de ella misma o de sus socios de gobierno. Le aconsejo la tercera, “Monumento al colon”, que puede premiar a aquellos de sus votantes que se hayan graduado en ESO, con una pincelada de fino humor multicultural.


Y es que, como le dijo Lin Piao a Mao Tse-Tung, antes de que éste lo hiciera embarcar en el avión que lo iba a estrellar: “se puede ser totalitario y estrafalario, sin ser un sicario tan arbitrario” (no lo he puesto en chino, porque rima con una cacofonía aún más exagerada).


jueves, 22 de septiembre de 2016

El Lago De Perramó En El Valle De Benasque

Cuando tenía 16 ó 17 años carecía por completo de la afición de caminar: una vez mis padres me llevaron a Ordesa y me quedé sentado en la Pradera, imbécil de mí, bajé con la creencia de que Ordesa era un gigantesco aparcamiento entre escarpadas montañas, alguien hubiera debido golpearme con un remo en la cabeza, era lo menos que merecía.

En aquella época, mi padre, muy aficionado a la pesca de la trucha, me hablaba de lo que para él era la materialización del Paraíso en la Tierra: el lago de Perramó, un lugar remoto, solitario, de difícil acceso y de una belleza que quitaba el aliento. Allí marchaba con algún correligionario, plantaban la tienda y pasaban un fin de semana pescando, viendo las estrellas y escuchando el silencio.


un verano de cuarenta años más tarde, cuando empecé a percatarme de la quiebra sensorial que me deparaba el designio indescifrable de la vida, les pedí a mi mujer y a unos amigos dotados de buen desempeño excursionista: “llevadme a Perramó”, pues pensaba que era el techo de mis posibilidades físicas. Y lo fue.


Te remito improbable amigo lector a la entrada de este blog de 8 de septiembre de 2013, “Ibón De Escarpinosa En El Valle De Benasque”, con lo que puedo saltarme unos cuantos preámbulos particularmente los relativos al acceso a la zona.


Así, tras dos horas de camino, empinado pero bueno, llegamos al escalón del Ibonet de Batisielles, desde donde, si las Tucas del fondo fueran transparentes, veríamos Benasque.




Tras 45 minutos más por un sendero escabroso, vadeando raíces y pedruscos, nos asomamos al precioso paraje del ibón de Escarpinosa, normalmente muy concurrido (y no me extraña).




Queda una hora más, tal vez hora y cuarto si, como yo, no estás muy en forma. Además este tramo requiere un poco de orientación. La pedriza de la foto es el quid de la cuestión: hay que remontarla tratando de hallar una diagonal hacia la derecha, buscando una especie de canal bastante accesible para seguir, cómo no, subiendo.




El ibón de Escarpinosa va quedando muy abajo, muy atrás, haciéndose muy chiquito en la distancia.




Como llevamos la nariz pegada al suelo, no podemos evitar darnos con la edelweiss, la flor de nieve con la que estas alturas nos compensan. Prohibido cogerla.




El terreno se abre y admiramos las abruptas moles de las agujas de Perramó, donde algún intrépido árbol practica la escalada.




Hace algunos veranos fui al ibón grande de Batisielles, una ascensión algo más sencilla desde el ibonet de la primera foto. Si no se me sigue deteriorando la memoria, le acabaré dedicando una entrada. Ahora simplemente vemos uno de sus extremos en la lejanía, a la derecha de la más elevada de las agujas de Perramó. No tiene buen color, de cerca es más bonito.




Y por fin, helo aquí: el lago cuya belleza conmovió a mi padre. No es para menos: es una masa de agua extensa y profunda, de color intenso, que destella con vivacidad al sol del mediodía. Yo no sé pescar, ni creo que ahora esté permitido hacerlo aquí, desde luego, acampar no se puede ya. Es un paraje hermoso y acogedor, aunque el arbolado ha desaparecido casi por completo, cosas de la altura.




Al fondo subirías al collado de la Plana y te dejarías caer al valle de Eriste. Eso, si fuéramos de travesía, cosa que está por encima de mis posibilidades presentes y futuras: lo dejo para una vida ulterior. Ni siquiera soy capaz de seguir otra media hora en busca del cercano lago de la Tartera de Perramó.




Si me esfuerzo, puedo poner en el encuadre, además del lago de Perramó, las agujas homónimas. Vale, dejaré ésta como foto “oficial” de la excursión.




A la izquierda (o sea, al sur) unas paredes bastante verticales bordean el lago y unos derrubios de pedrizas lo invaden un tanto: allí es más oscuro y sospecho que alcanza su mayor profundidad.




Concluyo adjuntando un trozo del mapa de Alpina que, sinceramente, para esta excursión no es demasiado útil.




martes, 20 de septiembre de 2016

Una Secuela De Un Chiste Gráfico

Veo en el diario “El Mundo” un chiste gráfico relativo a las incendiarias declaraciones de los encausados como promotores de referéndums ilegales, me troncho un rato y lo enlazo aquí:
Chiste gráfico de Ricardo en El Mundo


Luego reflexiono otro rato y llego a la conclusión de que si los monigotes de Mas y Homs los presentan faenando en lo suyo, el de Rajoy es equívoco: o es prepotente y se escuda en la justicia, o es manipulador y se sirve de ella. Ambas opciones me parece que inflan el poder y la capacidad del macilento presidente en funciones, tergiversando la incapacidad del sujeto.


Así que me permito modificar el chiste del gran caricaturista Ricardo, para adecuarlo a lo más obvio del caso: el gobierno catalán hace ya muchos días que esgrime los argumentos sabidos de “una consulta pacífica y democrática”, para de forma democrática y pacífica, como en Kosovo o en algún otro sitio de por allí, practicar la secesión que anhelan. Para ello no dudan en servirse de argumentos, por decirlo suave, maximalistas, como el de que ha habido “pucherazo” en las elecciones del 26-J, o el de que la justicia del Estado es un títere al servicio de los intereses ¿de Madrid? ¿Del PP? ¿De Rajoy? ¿Del españolismo casposo? (táchese lo que no interese para la ocasión).




Frente a esta ofensiva de la desenvoltura, no hay nada (y ellos lo saben). El fláccido timonel del Estado enarbola ¿qué? He puesto una provocadora enseña nacional, por aquello de “dame un silbidito” (recuerdo esta simpática cancioncilla, porque ya no cabe un tóxico más en el ambiente, la asfixia ha dejado de amenazarnos y comienza a atenazarnos). Refresca tu memoria: 
Dame un Silbidito, la canción de Pinocho 

viernes, 16 de septiembre de 2016

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 59

36.    LA DISTANCIA Y EL OLVIDO
Aquella fresca y soleada mañana de noviembre había ido, como de costumbre, a Correos con el llavecín del apartado número 69, el del Banco Hispano Ansotano: una de mis obligaciones cotidianas consistía en recoger el correo y los periódicos; de este modo nos anticipábamos un par de horas al reparto ordinario que el cartero, Saturnino el cojo, solía llevar a cabo por la calle Mayor poco antes del mediodía, cuando muchos asuntos tenían que estar ya despachados. Normalmente me daba prisa para llevarle a don Gustavo un montón de correspondencia mercantil, que él arrumbaba abalanzándose sobre la “Nueva España”, el periódico provincial, cuya cinta rasgaba con dedos impacientes antes de extenderlo ante su ávida mirada.


 - Lo primero es lo primero. –Decía inexorable cada mañana, sumiéndose en los avatares políticos que le traían de cabeza desde que había decidido presentarse a las elecciones a Procurador en Cortes por el tercio familiar, “una bocanada de aire fresco y renovador que este Régimen enmohecido comienza a necesitar para no putrefactarse”, me dijo un día, “no se preocupe, don Gustavo, cuando cumpla veintiún años, por descontado que le voto, no faltaba más”, lo que llegado a oídos de Cosme el cajero fue suficiente motivo para otro mote: “Jaboncín”, aunque yo no le estaba dando jabón a don Gustavo; en realidad tenía muchas ganas de votar, porque eso significaría que ya era mayor de edad y entonces no se me escaparía la promoción a auxiliar que ya estaba preparando. Y siendo auxiliar, seguro que alguna chica volvía a mirarme: tenía que olvidar a Nines, quizá a los veintiún años estaría en mi mano comenzar a pensar en otra.


Lo normal era entretenerme poco en el recado habitual de la correspondencia: solía ir embalado y volvía ligero, debido a que Correos ocupaba una coqueta casita blanca enfrentada, en la otra orilla de la carretera, a la dilatada edificación del instituto, con la que compartía el estilo oficial, estucado blanco ribeteado de piedra en la fachada. Y me entretenía poco, porque ver el instituto todos los días me producía una irrefrenable punzada de nostalgia que me hacía sentir una mezcla de autocompasión, envidia y ojeriza que aquel otoño, lejos de atenuarse, iba en aumento de día en día. En éste del que hablo, me quedé sin embargo en Babia durante unos minutos, contemplando cómo una extensa bandada de estorninos danzaba frenética en el frío azul, como si, en conjunto, se tratara de una gigantesca sábana oscura ondulando al viento. Miles de aves graznaban y volaban vertiginosas y pensé que, si alguien les lanzara desde un avión una panocha de maíz, como se arroja un hueso a un perro, confluirían todas en el mismo punto, desintegrándose… Porque, ¿qué les hacía no chocar a menudo entre ellas y caer aturdidas en la carretera?



 - ¡Pinchaúvas, qué elegante vas!


A unos metros, vociferando tras las verjas bajas del patio del instituto, al otro lado de la carretera, Chus me apostrofaba con jovialidad. Como no le oía bien, crucé, se me cayeron dos o tres cartas y, al agacharme a recogerlas, casi me atropella el pestilente camión cisterna que iba en dirección a la gasolinera; traté de no aspirar el reguero de plomo del humo negruzco y me aproximé a mi amigo, a quien por cierto hacía más de mes y medio que no veía.


 - ¿No tendríais que estar en clase? – Pregunté a contrapicado, pues él estaba allí un poco elevado sobre el nivel de la carretera.


 - ¡Quiá! Nos tocaba mates con el OANI y, como se ha puesto enfermo, nos la picamos y nos hemos bajado a ramonear un rato al patio.


 - ¿El OANI? ¿Quién es ese?


 - Uno nuevo que ha venido a complicarnos la vida. Es un puto dolor de muelas, no se le entiende nada de lo que explica el tío: llena la pizarra de números, ecuaciones y gráficas, en cinco minutos, se vuelve y nos dice “¿estamos?” Entonces borra todo y la vuelve a llenar, así cada cinco minutos, “¿estamos?” El otro día le dice Josemari: “no, que nos hemos ido”. Y el OANI se quedó allí plantado durante el resto de la clase, mirándose la tiza como si acabara de descubrir su existencia. Se llama Gómez como tú, pero le llamamos el OANI, o sea, Objeto Andante No Identificado, menuda calamidad te has perdido, Pinchaúvas. En éstas, ayer, Prieto, el del Teniente Coronel, que ha repetido y va con nosotros, aunque es un pedazo de animal que no te puedes ni imaginar, se trajo la pistola de su padre y, sin decir nada, la sacó de su funda y la dejo ahí, sin más, sobre la mesa, en la primera fila. Por eso no ha venido hoy el OANI, el miedo lo debe de haber desmejorado mucho.


 - Hola Pinchaúvas – sonó una voz, a continuación de la cual se asomó Josemari. – Hostia, me había dicho éste que ibas disfrazado como el botones Sacarino y no es verdad. Menudo trajecito más fino que llevas para trabajar, cualquiera diría que, en vez del ordenanza, eres el presidente del consejo de administración. Oye, Chus: ya puedes vigilar a éste, que le va a quitar el puesto a tu padre.



 - Hace mucho tiempo que no os veo, ¿dónde os metéis?


Josemari contestó ¿con un levísimo tonillo de… displicencia, condescendencia o simple fastidio por no resultar un amigo tan estupendo como él creía?


 - Es que, como ya debes saber, con la reciente detención de Serafín y la desaparición de tu hermano, “El Arcángel” va a permanecer cerrado “sine die”. Ya no íbamos por ahí, porque se había puesto muy desagradable el ambiente. Nos hemos movido al “Biarritz” que, aunque es un poco más caro y selecto y no nos permiten todo lo que Serafín nos consentía, pues hay muchas chicas: nos hemos juntado con el grupo de los de Prieto, que no veas como ligan, Pinchaúvas, los tiempos de ver a las gachís de lejos en el Paseo ya son historia. Y para la cosa de los magreos comme il faut ¡van a abrir una discoteca!


 - ¿Con quién estáis hablando, pajarracos? – Tronó una voz antecediendo a un mostrenco patilludo de unos dos metros (cuadrados).


 - Este era amigo nuestro y se ha puesto a trabajar en el banco de mi padre –explicó Chus. ¿Era? Me pregunté con un desagradable aturdimiento.


 - ¡Pero si es un puto crío! Éste no ha hecho ni la primera comunión – sentenció el morlaco que, a todas luces, debía de ser el tal Prieto -, vamos chavales, hay que tener un poco de clase y no andar pegando la hebra con niños.


Josemari y Chus le precedieron perrunamente, en su retirada. Este último reunió fuerzas, se volvió y tuvo la decencia de gritarme:


 - Bueno, Pinchaúvas, nos vemos, déjate caer cualquier tarde por el Biarritz que, ahora que ganas dinero, nos podrás invitar a una cerveza.


 - ¿Cómo que a una cerveza? A un cubalibre -, exigió Prieto desde ya bastante lejos.


Y me fui. En el banco me cayó una bronca por tardar tanto y encima traer dos de las cartas manchadas de alquitrán.


Agradezco las 3 magníficas fotos a
jacaenlamemoria.blogspot.com

lunes, 12 de septiembre de 2016

Dos Conciertos En Blanco Y Negro

Cualquier pretexto se me hace bueno para recrearme periódicamente en la Beatlemanía. Hace pocos días la prensa recogía la noticia de que Mark David Chapman, el asesino de John Lennon, ha visto denegada por novena vez su petición de libertad condicional tras 36 años en la cárcel. Le condenaron a una reclusión indefinida, de la cual debería cumplir al menos 20 años, y continúa entre rejas, el motivo es “la gravedad del crimen y el respeto por la ley”. Me alegro de que “la ley” sea respetada en algún lugar del mundo y pienso que Chapman equivocó su “escenario del crimen”: en España, asesinos de similares características de funestidad regresan a su pueblo poco más de diez años después de haberle dado gusto al dedo, o de haber oprimido el detonador, claro que sus víctimas no son tan relevantes.

Una cosa me lleva a la otra y me pongo en YouTube a ver al ilustre melenudo malogrado a los cuarenta años y a sus no menos ilustres compinches. Hay mucho material, pero esta vez me he dado de morros con dos vídeos singulares que he recogido y comparto aquí, pues me han parecido dos maravillas documentales para tratar de entender la efervescencia musical de mediados de los sesenta, un fenómeno difícilmente comprensible (o siquiera imaginable) hoy.


En el primero, un concierto muy bien editado para la época, 1965, el reclamo son los Beatles, pero en poco más de hora y media vemos desfilar a toda la primera división de aquel ardoroso pop británico. Sorprende la cantidad y calidad de la propuesta: Moody Blues, Rolling Stones, Kinks, Animals, Donovan… y sorprende aún más el nivel de las interpretaciones en directo, con unos medios técnicos que distan mucho de los de ahora. Faltan muy pocos y no sobra casi ninguno de los intérpretes entonces convocados por la revista “New Musical Express” para este antológico evento. Más de uno de los artistas te parecerá definitivamente vintage, pero claro, la gala tiene ¡más de cincuenta años!


Acostumbrado a los discípulos e imitadores que surgían por aquí, a la ranciedad televisiva de aquellos días, y al funesto playback que después lo invadió todo, este concierto es una bocanada de autenticidad y energía irrepetible: la primera vez me lo tragué enterito sin poder cerrar la boca. Recomiendo ver el paroxismo interpretativo de un jovencísimo Van Morrison, o a un Eric Burdon que parece recién duchado tras salir de su turno en la mina, para cantar “Don’t Let be Me Misunderstood” como jamás la has escuchado (y es seguro que esta canción la habrás oído alguna que otra vez).



En el otro documento, salen los Beatles tocando en Melbourne (Australia) ¡en 1964! El sonido no es demasiado bueno (imposible con la amplificación de aquella época haciendo frente a miles de chillidos histéricos), pero la imagen está bastante bien y el montaje simultanea el propio concierto con el entorno demencial que provocaba la presencia del cuarteto en una masa de jovencitas sumergidas en estrógenos, oxitocina y otras hormonas… Algunas de estas muchachas serán, hoy en día, unas agradables abuelitas que, con un mohín de condescendencia, disculparán a la frenética y enardecida criatura que tuvo el privilegio de ver al fabuloso cuarteto en su, ay, ya lejana juventud.



jueves, 8 de septiembre de 2016

Las Preferencias Sexuales De Los Dioses Únicos

Uno de los temas que ha amenizado el sopor de este verano interminable y bochornoso, ha sido el otrora desconocido o ignorado pero ya popular burkini. Esta pudorosa prenda de baño ha suscitado una fatigosa (y fogosa) polémica entre defensores y detractores ¿de qué? ¿De la dignidad de la mujer? ¿De su decencia? ¿De su libertad de elección? Vaya usted a saber… Si nos atenemos a lo estrictamente social, conviene recordar algunos hechos:



La persona portadora de tan controvertida indumentaria es tan libre de transitar por la playa en burkini, como disfrazada de Catwoman, o rematando un pareo con la tradicional mantilla española. No perjudica a nadie, ni ofende al decoro, ni atenta contra las buenas costumbres.



Y por supuesto que lo llevan libremente, como las monjitas han elegido libremente los votos que las encaminan a su específica indumentaria, faltaría más. Yo confío en que si mis gobernantes descubrieran que una sola mujer es obligada a avergonzarse de su piel, de su pelo o de su rostro y forzada a taparlos, actuarían en su defensa ¿o no? Toco madera.



Mi amigo el Resentido piensa que es una presencia excéntrica y antiestética, aunque yo trato de hacerle ver que esa es su retrógrada opinión personal. Él dice que señalarse de ese modo no favorece la integración y que “donde fueres haz lo que vieres”, pero yo le señalo que me gustaría ver cómo se integra él en Dubai, renunciando a su inclinación a los tacos de jamón con un tintorro.



Luego me viene con el argumento de la higiene y yo le digo que, en ese punto, a mí me inquieta más que pulule por la playa un fulano con uno o dos perrazos, chapoteando para liberarse de sus garrapatas, al lado de dónde yo me baño.



A continuación saca, cómo no, el tema ominoso, la amenaza que puede suponer una prenda que encubre la identidad y puede camuflar explosivos capaces de despedazar el más sólido chiringuito y yo le contesto que si va cobijando y alimentando semejante sospecha, pronto no será capaz de salir a la calle: cada automóvil con las lunas tintadas puede albergar un sanguinario gánster, cada gabardina puede abrigar a un exhibicionista y a saber qué puede esconder, en un cochecito de bebé, una fingida madre consagrada al terrorismo cosmopolita.



Lo que nos da miedo de verdad es vivir en una sociedad multicultural, medio desintegrada, medio mal articulada, donde las convicciones se han evaporado, la incertidumbre no deja de aumentar y las costumbres y usanzas, allí donde estuvieran cuajadas, no dejan de mutar con celeridad, al voluble impulso de la moda.




Trato de hacerle ver al Resentido que, si medio millón de ciudadanos expresaran que su íntima o revelada creencia les lleva a las populosas playas en cueros, con la hoja de parra del padre Adán tapando (en ausencia de viento) sus peludos aparatos, él exhibiría la gazmoñería que ahora les recrimina a las islámicas y, en cuanto a las autoridades… ¿Con qué autoridad se opondrían a la creencia de cientos de miles de votantes? El número, amigo, el número.



Y aparco la sociología de sexto de Primaria, para dar paso a la teología de quinto. Los dioses únicos se revelan en sus enrevesadas escrituras (principalmente tres), como seres creadores infinitamente misericordiosos, poderosos y sabios, vamos que tienen la autoestima por las nubes, mas, en su engreimiento, después de triunfar con los volcanes que les salen majestuosos y con los cocodrilos que son espectaculares, van y hacen una criatura que les sale mal: el hombre, destinado a cantar la gloria del ser creador y que es un puto desastre. Y luego rematan la faena con una criatura que les sale todavía peor: la mujer.



Les sale tan defectuosa a sus ojos que se aprestan a dictaminar que su exhibición es pecaminosa y su contemplación incita al mal y al daño, con lo que decretan que sea tapada con los trapos más feos que los hombres o ellas mismas sean capaces de tejer. Los dioses únicos no se sienten afrentados por las jirafas, las ovejas o las ratas, exigiendo de ellas que no muestren su pelo y sus vergüenzas: sólo la mujer es indigna para estos demiurgos machistas y quisquillosos.




Es decir, al dios de cualquiera de estos libros que contienen directamente su palabra, mensajes de texto transcritos por unos profetas iluminados por su sabiduría infinita, e interpretados por unos cada vez más escasos (y romos) lectores, nos ha hecho llegar que el pelo de la mujer es inmundo; sus ingles y tetas, afrentosas a la vista; su silueta, perniciosa y, de este modo, para evitar desórdenes (y distracciones u ofensas, entre sus piadosos seguidores), y como mal menor, el burkini.



Ah, la inescrutable lógica divina, tan inescrutable que hay que allanar su comprensión con hogueras y lapidaciones.

     

martes, 6 de septiembre de 2016

El Bloqueo Político Y El Viejo Acertijo

Van cuatro líderes de nuestra crepuscular partitocracia, paseando por el abrasado campo de España y vigilándose mutuamente en el apasionante juego del bloqueo político. Los llamaremos Rajoy, Iglesias, Sánchez y Rivera. Uno de ellos, el denominado Rajoy, al haber ganado las elecciones, se considera acreedor a la presidencia del gobierno y pastorea y supervisa a los otros tres, de los que recela en extremo y que, a su vez, no le hacen objeto de la menor consideración.

En éstas llegan al río Acuerdo, que tienen que cruzar, para proseguir su intrascendente andadura hacia su destino en Futuro Crudo. El río tiene un fondeadero con una ridícula barquichuela, que evidencia la incuria de los servicios públicos de transporte: sólo caben dos por viaje y además Rajoy se empeña en llevar el timón, porque no se fía de ninguno de los otros. Hay un problema añadido: no se pueden quedar juntos a solas en una orilla Sánchez con Rivera, porque pactarían un gobierno de cambio; ni Sánchez con Iglesias, porque pactarían un gobierno de progreso, martirizando, en ambos casos, al porfiado Rajoy. ¿Cómo harán para cruzar el río a salvo de semejante trastorno?



Este acertijo es un descarado plagio del conocido “El pastor, el lobo, la oveja y la berza”, que mis fuentes, poco fiables como de costumbre, atribuyen al sabio monje Alcuino de York, consejero de Carlomagno allá por el siglo VIII. No parece cierto que el eclesiástico dijera del emperador, al no conseguir que este aprendiera a leer: “Es más corto que las mangas de un chaleco”, ya que ésta no era una prenda usual en época tan remota. Ni tampoco que, cuando el jerarca de los francos no supo resolver aquel sencillo pasatiempo, exclamara: “es más corto que la escalera de coger setas”.


Mientras Rajoy desentraña el enigma, los otros tres piensan para sí: “es más corto que la picha de un virus”, “es más corto que la antena del botijo”, “es más corto que las alas de una rata”… Pero al final, ay, el aspirante al sillón monclovita da con la salida al acertijo, ¿te la cuento? Vale, pero antes te doy un poco de tiempo:



Sí. Rajoy se lleva en el primer viaje a Sánchez, dejando juntos a Rivera e Iglesias que no pactarían ni tras sobrevivir a un accidente aéreo en los Andes. Regresa sólo y se lleva, en un segundo viaje, a Iglesias. Cuando regresa de este segundo viaje, lo hace en compañía de Sánchez. En éste momento en la orilla izquierda se ha quedado sólo Iglesias, mientras Rivera ha permanecido, también sólo, en la orilla derecha. Descarga a Sánchez y se lleva a Rivera. Y, de este tercer viaje, regresa sólo para recoger a Sánchez y completar así, en una cuarta ida, el tránsito hasta la otra orilla. Creo que no es en exceso complicado. Y, una vez todos en la orilla izquierda, continúan su jacarandoso periplo hacia las cuartas elecciones. 



Enhorabuena, muchachos.