miércoles, 15 de junio de 2016

De Nuevo La Pesadilla Electoral

“La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás.” Esta conocida frase de Winston Churchill que fue primer ministro inglés durante dos mandatos y Premio Nobel de Literatura en el año 1953, es un resumen tan lapidario como pesimista de nuestras creencias políticas actuales.

Me remontaré a Aristóteles en el segundo y último párrafo serio de esta entrada: según el eximio pensador griego, hay tres sistemas de gobierno posibles en una sociedad, esto es, la monarquía o gobierno de uno sólo, la aristocracia o gobierno de unos pocos escogidos y la democracia o gobierno de todos los ciudadanos. Cuando estos tres sistemas se degradan, dan lugar a tres más, que son imágenes corrompidas de los tres citados: la monarquía se pervierte en tiranía, la aristocracia se envilece en oligarquía y la democracia degenera en demagogia. Añade si no recuerdo mal, o tal vez lo haga alguno de sus glosadores, que, de los tres sistemas originales, el preferible es la democracia, seguido de aristocracia y monarquía, pero en la versión pervertida de los tres sistemas, el orden se invierte: preferible tiranía a oligarquía y ésta a demagogia, que resulta, de semejante modo, lo peor.



Una pastilla para la Memoria Histórica

Bueno, pues siendo testigo presencial y asustadizo cada día de la conversión de nuestra imperfecta democracia en una pujante demagogia, he dado en tener pesadillas. Pesadillas electorales, de las que me queda un impreciso recuerdo que consignaré aquí fragmentario, antes de que se me olvide:


Un señor, ataviado con el traje regional de la derecha vergonzante y global, da un mitin tras un cartel con el eslogan “Descubre al Idiota que hay en Ti”. Insta a los escasos pero entusiastas asistentes a recogerse un instante, rezando una oración en honor de Nuestra Señora del Cohecho, la del Inmaculado Berberecho. Y comienza:


“No es suficiente con ser pobre para ser infeliz, hay que tener otras taras.” “…Y desconfío siempre de alguien que dice hay mucha gente que lo pasa mal, porque percibo que su intención no es aliviar a esa gente (en realidad le suele importar menos que a mí), su intención real es joder a la gente que lo está pasando bien. Y el motor real no es la compasión por la gente que lo pasa mal, sino la envidia de la gente que lo pasa bien. Un consejo para tanta gente decente que lo pasa mal: dejen de lado tanta decencia, tanto decoro y echen una canita al aire, así lo pasarán mejor.” “…Es muy fácil herir los sentimientos de la gente: al que no le lastimas la vanidad, le dañas en su codicia, afrentas su cobardía o le molestas en su autocomplacencia.” ”…Todas las comparecencias son odiosas, así que más vale votar por un hijo de puta que por una puta en estado de gran fertilidad. Gracias.”



Esperando un pacto por la Educación

Cede el turno a un candidato de edad muy avanzada, que manifiesta, entre aplausos: “Me siento como un patriota vasco en el séptimo zulo”. Más sosegado, continúa: “A los jubilados nos gusta mucho el parte meteorológico, es el único ámbito donde percibimos que alguien se esfuerza por dar algún tipo de información verdadera. Y os comparto mi única certeza: los deseos son ilusorios y su cumplimiento despeja tales ilusiones, dejándonos sin otro deseo que el de tener alguna otra ilusión.” Dicho lo cual, se arranca a cantar el himno para la tercera edad de la campaña:


“Llevando mucho tiempo en ella,
la vida es como un tiovivo.
Ves siempre pasar
los mismos caballitos
y cambian los niños.”


Y luego, ya entre el delirio, el himno de los ecologistas moderados:


“Las truchas se comprometen
a volver al río,
si los nuevos partidos
firman un pacto
contra los vertidos.”


Todos aplauden y corean repetidamente: “Me acabo de acordar / de que tengo otro Jaguar.”



El sueño de una Gran Coalición

En otra tribuna, a escasos centenares de metros, un candidato joven y ceñudo, con unos tejanos muy rajados y una camiseta blanca con el logo carmín de un Kalashnikov en el pecho, comparece tras el eslogan “Destroy Gilipollas”. Argumenta con entusiasco:


“Nadie es mejor que nadie y es gracioso, porque algunos no nos esforzamos lo más mínimo en dejar de ser escoria.” ”…Yo, que carezco del menor atisbo de sinceridad, seguro que te digo lo que quieres oír.” “…La elegancia es un lujo que los zafios no nos podemos permitir.” “…Mientras sigamos convencidos de que nuestro adversario es nauseabundo, no se derrumbará nuestro mundo.” “…Nosotros seguimos creyendo que el caos puede ser confortable. Y No nos va a pillar el toro, porque estamos muy pendientes de las encuastas.”


Suben al estrado el activista transexual Gladys Parate y su compañero sentisemental Jan Fribógar y leen un breve comunicado: 


“Normalmente no queremos leer opiniones que no corroboren las nuestras. Todo lo que daña la solidez fanática de nuestra visión del mundo, lo arrumbamos a un lado, pensando que son pamplinas y sandeces, fruto de la maldad interesada o del afán de molestarnos con nimiedades… ¡En el futuro sólo habrá medios de comunicación al servicio del pueblo!”


La vivienda, derecho constitucional

Aquí hay mucha más gente que en el otro mitin y mucho más jacarandosa, dando despiadadas collejas y sardinetas a un expresidente del Gobierno con pinta de despistado. Cantan:


“Te recuerdo Amanda
y a toda la banda,
corriendo a la clínica
donde hibernaba Fidel.”


Me invade el tedio y me entra cierta somnolencia en el sueño, que se confunde con la somnolencia con la que despierto mientras el Lorazepam aún corre por mis venas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario