miércoles, 30 de mayo de 2018

La Uruguaya - Pedro Mairal

Pedro Mairal, no lo digo en broma, con ese nombre y apellido, pensé que era un escritor de Huesca, y no, se trata de un escritor nacido en Buenos Aires en 1970, un hombre que ya tiene cierto reconocimiento y que, con esta novela, "La uruguaya", parece haber alcanzado un grado de consagración importante a nivel de crítica y público.

Mi afición a los hit-parades me llevó a tropezar en el suplemento "El cultural" del diario "El mundo" con este título en el apartado "mejores novelas" en español de 2017. He leído unas cuantas que me han parecido poco interesantes y luego me he topado con "La uruguaya" de Mairal que, por fin, me ha dado un buen pelotazo en la cara, muy estimulante, te la recomiendo al 100%.



Con este texto tan sugestivo, podrías establecer un forcejeo de, como mucho, entre dos y tres horas que te va a dejar extenuado. Es breve y se agradece, no por la dureza ni  por la pesadez de un relato ágil y vivaz, pero sí por la intensidad emocional de un pasaje, de unos aconteceres, que relatan un cosmos en apenas un día en la vida del protagonista.


Un personaje/narrador tan temerario e incoherente, tan embrollado e irreflexivo, que tanto tú como yo, incautos lectores, no tenemos escapatoria: estamos atrapados en una identificación, en un reconocimiento que nos llevará a sufrir, sintiendo las ambiciones, infortunios y desaciertos de Lucas Pereyra como propios.


Un relato contado desde una vehemencia que nos hace partícipes del destino del tal Lucas, un apasionado e irresponsable cuarentón casado, un escritor sin blanca, que se dispone a un periplo de una sola jornada que lo llevará de Buenos Aires a Montevideo, de donde regresará siendo otra persona mucho más aperreada y algo más... ¿sabia? ¿madura? Yo qué sé.



El porqué de tal viaje lo explica Mairal en este pasaje:  «Había abierto en abril la cuenta en Montevideo. Recién ahora en septiembre me llegaban los anticipos de España y de Colombia de dos contratos de libros que había firmado hacía meses. Si me transferían los dólares a la Argentina, el banco me los pesificaba al cambio oficial y me descontaban el impuesto a las ganancias. Si los buscaba en Uruguay y los traía en billetes, los podía cambiar en Buenos Aires al cambio no oficial y me quedaba más del doble. Valía la pena el viaje, incluso el riesgo de que me encontraran los dólares en la aduana a la vuelta. Porque iba a pasar con más dólares de los que estaba permitido entrar al país.» Aun en este párrafo (y es uno de los más densos de la novela), se ejemplifica el estilo con que está escrita: frase corta, económica, clara y contundente, simple y ágil, efectiva. Debe haber podado de lo lindo para explicar el corralito argentino y sus consecuencias con tan poquísima paja.


Si eres hispanohablante de este lado del Océano, debo prevenirte de que el libro está escrito en el español de Argentina. Poco o nada dificultoso si de joven leíste Mafalda, entonces ya sabes lo que es la heladera o el lavarropas, así que sólo necesitarás un poco más de contexto para saber lo que es cogerse una mina en un telo, pero bueno, sobrevivirás (con el interés intacto, creo).



Hace muchos años, para señalar que una película tenía lo imprescindible y lo esperado, decíamos: "emoción, intriga y dolor de barriga". En esta breve novela, la emoción viene de la mano de amores con giros imprevisibles, el de la esposa, o el de la joven uruguaya (una pasión pujante, inmadura y arrolladora); la intriga la pone el asunto del dinero, ¿logrará Lucas hacerse con los dólares y ponerlos a buen recaudo? Y el dolor de barriga también surge, casi al final, pero esto no te lo chafo. Rotunda y poliédrica, esta historia que más bien tendría que ser triste y deprimente, me ha hecho reír a carcajadas... sin dejar de conmoverme. Ah y me ha iluminado en sutiles diferencias que ignoraba, entre Uruguay y Argentina, algo que a miles de kilómetros piensas que no vas a entender ni te va a interesar, pero te acaba cautivando, qué cosas.

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