domingo, 19 de octubre de 2014

Vivir Es Fácil Con Los Ojos Cerrados - David Trueba

Una película española reciente que tiene un notable grado de interés. Parece un oxímoron, pero me estoy refiriendo a “Vivir es fácil con los ojos cerrados”, una curiosa y original road movie dirigida por David Trueba y que, al parecer, va a representar a nuestro cine como aspirante a la mejor película de habla no inglesa. Anda que, si se lo dan, aprovecharé para hacerme el enteradillo diciendo que ya te la había recomendado. A mí, como beatlemaníaco y exprofesor, me atrajo por el tema que propone y me sorprendió porque no me esperaba gran cosa y menos esta aproximación tan decente, tan delicada y tan afectuosa a la época en la que andábamos con la dignidad secuestrada por una fétida dictadura. Luego, una vez recuperada nuestra dignidad, ya pudimos perderla por nuestra cuenta, cosa que hicimos rápidamente y aquí estamos.
 
Antonio, el protagonista
 
Antonio Sanromán, Anthony, es un modesto profesor de inglés, muy parlanchín, que ejerce en Albacete (en Albacete capital, dice) y está obsesionado con los Beatles en general y con John Lennon en particular. La interpretación de Javier Cámara, tierna, matizada y convincente, es uno de los principales activos de la película. Antonio utiliza las canciones del cuarteto de Liverpool para enseñar los rudimentos de inglés a sus alumnos y les hace escribir las letras en sus cuadernos, letras que traduce y comenta en clase, pero “siempre se escapan cosas” al pillarlas de oído. Usa una grabadora de cinta magnetofónica para registrar las canciones emitidas por Radio Luxemburgo (estamos en 1966) y llevarlas al colegio antes de que sean puestos los discos a la venta en España. Es un gancho, desde luego.

 
En estas, se entera nuestro hombre de que su ídolo (y el mío: si la obra de los Beatles te es ajena o sólo recuerdas vagamente que fue un cuarteto musical de hace medio siglo, tu engarce afectivo con la película va a ser más dificultoso, aunque no imposible, claro), el referente ético y estético de nuestro humilde profesor, el entonces archifamosísimo John Lennon, está rodando una película en Almería. Y allá que se va Antonio a conocerlo. La paradoja propuesta radica en que, por aquellos años, los Beatles eran más populares que Jesucristo, y pensar seriamente que su líder iba a ser accesible a un insignificante garrulo calvorotas, por muy llenos de humanidad que anduvieran éste y aquél, es como creer que yo, mañana, puedo tener una animada entrevista con Obama. Esta es la propuesta de la película, una gigantesca elipsis: el personaje principal (Lennon) es una ausencia. Sólo se le ve en un plano general a cincuenta metros de distancia, durante poco más de un segundo.

Pero, ¿se ve a John Lennon?
 
Los otros dos personajes que acompañan al confiado Antonio en su más que peregrina peregrinación, son Belén (Natalia De Molina) que escapa de una especie de sórdido hospicio para jóvenes embarazadas solteras y Juanjo (Francesc Colomer), un muchacho de 16 años que huye de su casa, algo así como para tomarse unas vacaciones de su insufrible padre, un “gris” (un policía nacional) encarnado por Jorge Sanz. A los dos fugitivos los recoge el afable profe cuando están haciendo auto stop. Este trío imbatible, Antonio, Belen y Juanjo, atravesará, en un Seat 850 de color verde botella, raudo como una centella, un curioso páramo de peripecias, orientados por la absoluta determinación del profesor de inglés, que quiere hablar con Lennon para que los Beatles incluyan las letras de sus canciones en la carpeta de los discos y así sus alumnos de Albacete puedan copiarlas sin huecos o errores. Los dos jóvenes secundarios están correctos, aunque a mí, personalmente, la actuación de ella no me acaba de convencer, me parece un tanto desmayada y opaca. En el resto del reparto, aparte de Ariadna Gil y el ya mencionado Jorge Sanz, luce con garra un inconmensurable Ramón Fontseré, un hostelero catalán exiliado a Almería y con un hijo discapacitado.

Belén
 
La línea argumental de la película es previsible y sorprendente a la vez. Si no entiendes la paradoja, tendrás que verla: alegre y melancólica, divertida y triste, más sensible que sensiblera y con un octavo de denuncia y siete de nostalgia. En todo caso, una sorpresa agradable.

Juanjo
 
En la banda sonora brillan una demo de John Lennon y varios subrayados guitarreros de (nada menos que) Pat Metheny. En la fotografía un leve matiz, entre cutre y feísta, es vencido por la línea clara y la luminosidad y amplitud de los exteriores almerienses. Curioso detalle: cuando se filma dentro del pequeño vehículo (el 850), el gran angular deforma un poco las caras, como en la convexidad de una cuchara.

Tres en la carretera
 
En la parte “negativa” destaco tres notas, de las cuales las dos primeras son características aplicables a casi todo el cine español reciente:

La primera es la toma de sonido y la dicción de algunos actores: o no se les oye bien, o no se les entiende. Con excepción de Javier Cámara, los demás parecen comerse las palabras, Natalia De Molina titubea entre el acento castellano y, cuando se acuerda, el deje andaluz. La dicción de Jorge Sanz es, como de costumbre, casi incomprensible: pronuncia la última frase del film y aún no la he descifrado, algo así como “asiquestaslamúsicacosgusta”.

Coches de época
 
La segunda es el buenismo y el sesgo que se da a la memoria histórica, cargando las tintas en la cabrona omnipotencia de los malos de siempre. Tal posicionamiento buenista, hace que el personaje del profesor roce lo inverosímil: un hombre tan justo, tan generoso y tan confiado que, él solo, hubiera salvado a Sodoma y Gomorra de la ira de Dios. En contadísimas ocasiones expresa su malhumor con un eufemismo cuyo rancio sabor me encanta: “me cago en la Os… curidad bendita”, no es Flanders, pero casi.

Javier Cámara y Ramón Fontseré
 
La tercera es específica de la película, “Vivir es fácil con los ojos cerrados” tiene algún que otro problemilla con el tempo: en algunas de las secuencias de corte más sentimental, el ritmo se estanca y el interés decae un poco. Lo que podía haber sido contado en un minuto, lleva tres o cuatro antes de regresar al apasionante motivo central donde la historia vive y vibra: ¿logrará nuestro encantador e ingenuo protagonista acercarse al artista consagrado, al referente de una generación, y tener un intercambio de impresiones con él? No te lo pierdas.  

David Trueba, el director
 
Por cierto, nos quedamos sin saber qué película es la que estaba rodando John Lennon en tierras de Almería, así que lo aclaro: se trata de “How I Won The War” (Cómo Gané La Guerra) una comedia absurda de Richard Lester, ambientada en la 2ª Guerra Mundial con un pretendido discurso antibelicista y una obra muy muy prescindible, en la que el famoso Beatle no es, ni muchísimo menos, el protagonista. Esta vez, el gancho no fue suficiente. Me quedo con la española y, de este modo, es la buena la que está basada en la mala.
 
John Lennon ganando la guerra
 
 

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