lunes, 15 de mayo de 2017

El Preso Número 9 - Joan Baez

No; no tengo nada personal contra la, para muchos, excelente cantautora norteamericana Joan Baez, aparte de haberme dejado 300 pelas en un vinilo suyo que no me gustaba nada. Y es que, a mediados de los 70, lo de escuchar antes de adquirir era punto menos que imposible y en la radio no ponían según que temas, así que comprabas un álbum si los críticos, entendidos o enterados, lo habían puesto por los cumulonimbos y, claro, te llevabas cada sorpresa que te cagabas estremecido, además de que no podías devolver el disco después de probarlo (sólo con mirarlos, se rayaban).

Bueno, amiguito lector, lo creas o no, éste era uno de los temas favoritos de aquellos “progres” setenteros que nos enfrentamos a la dictadura de Franco con decisivos mohines de displicencia, contundentes muecas de disgusto y algún que otro tajante panfleto ciclostilado. Sé que, gracias a nosotros, el dictador falleció aterrado y nunca más se presentará por aquí.



Lo que no entiendo de ninguna manera a día de hoy (aniversario del 15-M), es cómo este temazo podía ser un himno que cantábamos arrobados, férvidos de militante emoción, los indignados y sectarios de hace 40 años y un día. ¿Qué se ponía de relieve a nuestros ojos? ¿Era un alegato contra la pena de muerte? ¿Era un paso al frente en apoyo de los perseguidos? ¿Era un tributo al arte “auténtico” y “popular”? Vaya usted a saber... Si bien, escuchado con los oídos y la “sensibilidaz” de nuestros días, se torna en una apología de la violencia de género, la que los actuales dispensadores de las palabras correctas llaman “machista”. Si te ha sido infiel es lógico que la mates, junto al amante y, si se tercia, a una pareja mixta de la guardia civil que viniere a prenderte, con tan encendido himno dándote ánimos es más que justificable.



Tengo que despedirme con dos precisiones, no te vayas a creer lo que no es:


El que me parta de risa con las adulteraciones y confusiones que experimentaba y compartía de joven, no significa que más tarde haya estado a salvo de ser manipulado: la sabiduría no es una compra fácil y, en estos momentos, sigo igual de accesible a todo típo de falsificación. Podría estar siendo víctima de las cláusulas suelo, damnificado de las preferentes, intoxicado del aceite de colza, timado del Fórum Filatélico y perjudicado por mi confianza política en todo tipo de sinvergüenzas... Con el tiempo, colega, te vuelves más viejo, no más listo.


Y el que ahora yo me encuentre diciendo que cantábamos encomios y panegíricos al crimen machista en caliente, no me ofusca a la hora de percibir el carácter ficcional de una simple canción. Simple canción que, interpretada en sus términos apropiados, como hace Alci Acosta que, ni echa un torrente de gorgoritos, ni dice aquello de “pero al mirrar su amor en brasos de surival”, pues tiene su puntito. Y es pegadiza.


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