jueves, 4 de mayo de 2017

La Reina Kristina De Noruega

Estaba un servidor en Covarrubias, provincia de Burgos, practicando ese turismo colectivo que tan certeramente nos caracteriza a la tercera edad, cuando la noticia de un suceso tan remoto en el tiempo como improbable, me partió el corazón.

El caso es que yo pensaba que las esbeltas y rubias nórdicas se apersonaron, por primera vez en estas tórridas latitudes, durante los años 60 del pasado siglo, los del boom turístico y los Planes de Desarrollo, aunque estaba equivocado: hace la friolera de 760 años, una joven noruega, atraída por dios sabe qué ensoñaciones, o el diablo sabe qué engaños, zarpó del puerto de Tønsberg rumbo al hosco reino de Castilla. El rey Alfonso X de Castilla, el que ha pasado a la Historia como el Sabio, la quería como cuñada.


El motivo de casarla con un hermano obispo era que, si éste heredaba como estaba previsto el trono, vería en alto grado reforzadas sus pretensiones al cetro del Sacro Imperio Romano Germánico, es decir, para que me entiendan los de la ESO, se convertiría en la Merkel de aquella época. ¿Quién? ¿Él o ella? Sé que me explico mal, pero da lo mismo: la cosa se plasmó de forma bastante dramática.



Para empezar, el viaje, en aquella época de tracción animal y primitivas energías renovables, era una aventura las más veces sin retorno, ¡casi 3000 kilómetros al lejano sur! Y erizados de peligros: que si las guerras en Francia, que si los piratas en el Golfo de Vizcaya... Al parecer les tocó hacer una buena parte por tierra y los caminos de aquella época no debían permitir jornadas cómodas ni apacibles.


Pero para la muchacha de 24 años que, ni había visto al novio, ni debía conocer el idioma de los lugareños, ni debía saber qué pintaba realmente en unas tierras tan extrañas, los problemas no habían hecho más que empezar: ni conservó la salud, ni concibió un heredero, ni su esposo triunfó en sus pretensiones dinásticas; enferma, es probable que de nostalgia y de melancolía, ella que venía del frío, falleció a los 28 años en la calurosa Sevilla.



En 1958, unos estudiosos creyeron identificar sus restos y, ahora, yace en un primoroso sepulcro gótico en la colegiata de San Cosme y San Damián en Covarrubias. Al parecer, desde la fecha citada, todas las primaveras vienen compatriotas suyos a poner unas flores junto a la lápida de la malograda reina que los vikingos enviaron al sur.



Enlaces para saber más: 

En Wikipedia
En 'El País' 
En España Fascinante

No hay comentarios:

Publicar un comentario