viernes, 20 de marzo de 2020

Eficacia Policial Selectiva

Marchemos todos y yo el primero por la senda de la imbecilidad. Voy a relatar una aventura de la que no me siento orgulloso, pero, ¿qué le vamos a hacer? soy asín. La nueva política frente a la ciudadanía de toda la vida. 

 Ayer decidí que ya llevaba una semana en el Campo de Concentración Sánchez y que me iba a dar una vuelta por el otro campo, para estirar las piernas. Vivo cerca de una vereda que transita junto a un riachuelo exánime, en una pequeña ciudad de lo que ahora llaman la España Vaciada: salgo de mi casa, a cincuenta metros del borde de la pista arbolada, y me pongo a caminar. 

 En cuarenta minutos, me cruzo con dos personas. En un día no sometido al confinamiento, hubieran sido tres. Paso a más de dos metros de ellas y, somos tan pocos que nos saludamos, buenos días. El diario provincial relata que no hay nadie ingresado por coronavirus en el hospital de Barbastro y yo voy pensando que no le hago ningún daño a nadie, al fin y al cabo no vuelvo de un botellón, de un bar clandestino, o de una manifestación multitudinaria en contra del machismo criminal. 

Imbécil de mí, como digo. Me alcanza un todo terreno blanco y verde impoluto. Se para a mi altura. Desde la ventanilla, me habla un agente joven con una mascarilla rugosa. ¿Dónde va usted? A mi casa. ¿Dónde vive? En la calle tal. ¿Sabe usted que el perro no es pretexto para ir por ahí de paseo, se saca al animal para que haga sus necesidades y punto, entendido? Como la Guardia Civil es una de las dos instituciones públicas de las que tengo una opinión positiva (algún día diré la otra), asiento y me voy jopando pa' casa. 

Yo no tengo perro: han debido de creer que estaba suelto, correteando por ahí... Claro que, cinco minutos más tarde, han llegado apatrullando al fin del camino, regresan y me alcanzan. Y ahora les alcanza para darse cuenta de que no llevo chucho. Algo enfadados pero sin perder la corrección, me amonestan largamente. "Es por el bien de todos". Y me sueltan la charla que cualquier dueño de un televisor ha oído trescientas veces de boca de los políticos, los expertos, los comunicadores, los farsantes y Ferreras. 

 Me advierten que, por esta vez, no me van a multar. Ni por esta ni por ninguna, pienso: soy muy reconocible con el bastón blanco. Vale que me jodería pagar cien euros... Pero la alocución de los honrados servidores de la ley es más de lo que podría soportar otra vez. 

 Así que no pienso salir más de casa, mientras Carmen Calvo no diga que me va la vida en ello. Y sí, lo haré para no colapsar los servicios sanitarios siempre al borde del colapso, para ejercer mis responsabilidades ciudadanas y para vencer todos unidos al la pandemia que, cuando se canse de esperarnos en la puerta de nuestras viviendas, se retirará en busca de pueblos aún más indisciplinados o con sistemas sanitarios menos aplaudibles. 

Mientras, veré una y otra vez “El séptimo sello”, a ver si aprendo. A la espera del estreno de "47 millones de presos. La venganza de Junqueras".

3 comentarios:

  1. A mí me ha pasado algo parecido, con las siguientes diferencias: 1) El coche era blanco y azul, de los Mossos d'Esquadra que diuen por aquí; 2) Ese cuerpo, pese a que tengo en él una hija y un yerno, no figura entre los dos que más respeto; 3) Yo sí que llevaba perro y lo saqué a pasear a unos 200 metros de casa; 4) Me dijeron que el chucho podía haber meado en una plaza que tengo a 150 metros (verdad como puño); 5) Me denunciaron (no llevo bastón, por ahora), y 6) Según me informaron la cosa va de 300 € mínimo, lo cual aún hace menos gracia. Total: llego a casa, pongo la tele para descabrearme y sale Pablo Iglesias con su coronavirus campando a sus anchas. Un abrazo y paciencia.

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  2. Se me olvidó: 7) Con todo, lo más imphame fue que me trataron, eso sí, de "caballero", como si en lugar de perro llevase un caballo entre las piernas. Un abrazo.

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    1. No sabes cómo te agradezco tu seguimiento de este blog, languideciente por motivos de mi incapacidad física. Es un apoyo para mí y un acicate para seguir publicando impertinencias y tonterías.
      Espero que sigas bien en esta pandemia dura de cojones.
      El instituto de Jaca es un recuerdo muy lejano, pero la infancia es un territorio dotado de eternidad: ayer me acordé de El Abuelo, El Pelos, El Barbas y las trastadas que hacíamos por aquellos solares hace más de 50 años...

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