martes, 3 de noviembre de 2015

La Capilla Sixtina Del Expresionismo Abstracto 2

Ante el éxito masivo (casi tres lectores) de la entrada “La Capilla Sixtina Del Expresionismo Abstracto”, publicada en noviembre de 2012, cuando este blog proyectaba dedicarse a rescatar del olvido, la indiferencia y la incomprensión a relevantes artistas plásticos del siglo XX, volvemos a la figura, apenas conocida y muy poco valorada, de Gennady Artayev.

Como sabemos, el genial pintor kazajo consagró su existencia al cultivo del expresionismo abstracto y topó con la insensibilidad, el desprecio y el ánimo hostil de las autoridades soviéticas, cuya inquina destruyó, por acción u omisión, la práctica totalidad de la obra incomparable de este francotirador de la pintura no figurativa, siendo poquísimos las muestras de su talento descomunal que han llegado hasta nosotros, preservadas de la labor destructiva de sus, tan concienzudos como poderosos, enemigos.


Ignoramos por qué medio llega Artayev, a mediados de 1988, a la ciudad de Nueva York, capital artística del mundo occidental, también llamado “libre” en honor de sus taxistas. El pintor contaba con algunos admiradores en la metrópoli neoyorquina, que habían facilitado su salida de la agonizante URSS, con la intención de que el talento del genio pudiera ser exprimido económicamente en el hipermercantilizado mundillo artístico de la Gran Manzana.


Sin contar con que Artayev, en aquella época, ya estaba sordo, completamente alcoholizado y sufría delirios paranoicos (no tan controlables mercantilmente como los de Dalí), los que le habían brindado su apoyo se toparon con que no era un animal de galerías artísticas: las dimensiones de unos bocetos que el artista llevó a cabo en las tapias de una fábrica abandonada en Queens, desanimaron a los que proyectaban una exposición en la Forum Gallery.


El menor de sus once bocetos se extendía por un muro de 8 por 15 metros y el artista se había obstinado en que aquello eran miniaturas en escala 1:16, con lo que las obras definitivas, además de tener un coste material conjunto similar al del Taj Mahal, no cabrían en sala alguna, en el muy dudoso supuesto de que algún galerista o promotor se aventurara a tratar con aquel chiflado, que bebía a morro de una botella de alcohol metílico y se caía continuamente, ora por las trompas, ora por los vértigos, de las cestas elevadoras alquiladas para permitirle pintar las partes altas de sus ciclópeos murales, en algunos de los cuales fue necesario también alquilar camiones cisterna, provistos de mangueras, con las que se daban fondos grumosos, imprimaciones y capas de pintura muy espesas.


Por otra parte, su salud iba de mal en peor y el golpe definitivo se lo dio la empresa Fudge & Cobblers Ltd. que compró la fábrica donde Artayev estaba pintando sus bocetos, obtuvo todos los permisos y derrumbó los muros de la gigantesca factoría, sobre la que el artista no tenía derecho alguno, para construir viviendas sociales, dejando apenas tiempo de obtener testimonios fotográficos de los once bocetos. Los abogados de la constructora pactaron con los socios financieros de Artayev una indemnización de 800 dólares y éste convirtió su parte en vodka, lo cual le ocasionó un coma etílico que aconsejó su abandono en un hospital de la beneficencia.


Los socios protectores de Artayev trataron de enjuagar pérdidas imprimiendo camisetas con las fotografías de las obras malogradas, pero éste, a la salida del hospital, los demandó, consiguiendo que un juez dictaminara la destrucción de los stocks antes de ser distribuidos para la venta y la devolución de las fotografías originales al autor de las pinturas, el cual las extravió en el metro. Sólo quedó un lote, de talla XXL, que Artayev arrastró en su miserable vida posterior por las cloacas de la gran urbe. Le quedaban tan grandes, que parecía un sabanazas.


Sus protectores de antaño hicieron un último esfuerzo financiero para conseguir que una banda juvenil, por un módico precio, dispensara una paliza aceptable, con politraumatismos llevaderos (tarifa 6) al infortunado artista. Ese es el motivo de que uno de los bocetos muestre salpicaduras de sangre seca, al margen de la roña que todos comparten. Y es que las camisetas fueron halladas por un trapero en un solar abandonado de la calle 135 hacia el año 1994.


Tras la muerte de Artayev en 2008, sin familia ni herederos, hay que esperar todavía un par de años para que resurja el interés por su obra pictórica. Y no es hasta 2011 cuando se verifica la autenticidad de los bocetos impresos en las camisetas, ahora propiedad del fondo artístico financiado con donaciones de la empresa Fudge & Cobblers Ltd. que tasa cada ejemplar en 600.000 $, aunque a día de hoy, de ser subastadas en el mercado artístico, triplicarían esta suma.


Para su contemplación, facilitada en exclusiva por Entusiasco, hay que tener en cuenta que los bocetos se salvan en unos tejidos muy deteriorados por el rozamiento, el tiempo, el sudor y la mugre, donde no ha habido manera de recuperar la vivacidad y la belleza originales.


Sin dejar de mencionar que son reproducciones parciales de pinturas que cubrían paredes enormes, antes de su demolición. Seguimos sin tener suerte en lo referente a la conservación de la obra inmensa de este inmenso artista, Gennady Artayev, d.e.p.


sábado, 31 de octubre de 2015

Stoner - John Williams

¿Una novela de John Williams? ¿El compositor de la música de La Guerra de las Galaxias? No, pedazo de animal, me digo, aquél es John Towner Williams, mientras que el escritor que va a deleitar tus neuronas hasta el orgasmo literario, es John Edward Williams, son compatriotas de los USA pero nada más, ¿estamos? Una vez deshecho el entuerto, añadiré que el escritor nació en 1922 en Texas y vivió hasta 1994. En 1965 publicó “Stoner”, novela que está siendo encumbrada al estante de “obras maestras poco conocidas”.

John Edward Williams (1922-1994)
 
Y no es para menos: es una absoluta delicia. Te la voy a contar en breves líneas, para que NO te hagas una idea. Se trata de una ficción biográfica: la de un profesor de universidad, un tal William Stoner. Nace en una pequeña granja de Missouri, en una familia humilde, años más tarde va a la universidad de Missouri a estudiar lo que aquí llamábamos capacitación agraria y, una vez allí, se enamora de la literatura inglesa, con lo cual primero se hace estudiante de letras y después, profesor de letras. Vive un matrimonio desdichado con su difícil esposa Edith y casi toda su existencia transcurre en una anodina vida docente. Tras algunos altibajos personales, enferma de cáncer y muere en la orilla misma de su jubilación. Ya está. Ya te la he chafado y, si has llegado hasta aquí, ahora te preguntas ¿y eso es una obra maestra? ¡Pues vaya!

Hombre, reconozco que así contado, el asunto no parece tener mucho gancho, no da para una serie televisiva de éxito, al estilo de Walking Dead o Juego de Tronos… Y es que quizá he resumido demasiado y con poca gracia. Verás, hay dos palabras que condensan el asunto con más acierto, son “personaje” y “conmovedor”, de lo cual sin duda inducirás que Stoner es un personaje conmovedor. Pues te has quedado corto: Stoner es uno de los más conmovedores personajes que he conocido a través de una novela y su vida es la experiencia más desgarradora y, a la vez, más plena, que le podría ser dada a un ser de nuestra especie. Para alguien que posea una brizna de sensibilidad literaria y sea aficionado, por ejemplo, a la temática bélica, a las historias costumbristas referenciadas en un marco histórico, o a los vaivenes de las pasiones amorosas, es una novela interesante en extremo. Para alguien, cuyo desempeño o afición le acerquen al mundo académico o docente, es una novela imprescindible, obligatoria, ineludible.

El autor parece renunciar a los artificios formales, adoptando un punto de vista de una extremada objetividad, de un distante desapasionamiento, de modo que no es Philip Roth. Por otra parte, hay una cierta desnudez literaria en la narración, una prosa que parece adornarse poquísimo, o sea que no es Nabokov. Sin embargo, estos dos que he nombrado, son los primeros que me acuden a las mientes para referenciar esta obra que, con una vehemencia tranquila, registra una decidida orientación de narración clásica, a la manera del realismo burgués del siglo XIX, lo más moderno con lo que se podría comparar es con determinadas páginas de Henry James ¡y Stoner está escrita en 1965! Tan decidida voluntad de anticuario en el escritor se consagra a que todo el flujo narrativo que pone ante nuestros ojos muestre un mundo, unos modos de vida, unos valores y unas pasiones que se pierden irremisiblemente; que, una vez contados, pertenecen a un pasado irrecuperable y extinto. Los salones y las aulas del mundo en torno a las dos Guerras Mundiales y a la Gran Depresión que les sirve de hiato, son tan remotos como Grecia y Roma. Solo para Stoner se destila un significado perenne, una conmoción debida a la gramática de las lenguas muertas.

Portada edición en español
 
Pero no voy a seguir escurriendo el bulto, que en la novela se habla de muchas bellezas y de muchas verdades: hay un poco de todo. Están el amor (Katherine) y el matrimonio (Edith), pudorosamente separados. Un amor culminado y eternizado, precisamente por su renuncia; un matrimonio vivido y sufrido, día sobre día, hasta el fin de los días. Están la amistad (Finch) y el rencor (Lomax), casi siempre este último ganando la partida que conduce y determina la existencia, en la tranquila universidad de Missouri, las intrigas y asechanzas entre el tranquilo profesorado, harían parecer las más turbias maquinaciones de la Roma imperial, juegos cortesanos. Está la pasión que recorre el libro: la literatura inglesa como desempeño académico (y como inevitable fatalidad, la novela se beneficia de esta pasión y es salpicada o incluso transfigurada por ella).

Nos queda ¿qué nos queda? El personaje, Stoner, como he dicho. Si hiciéramos una especie de intersección de morales y creencias, yo qué sé, el vitalismo pagano, el cristianismo evangélico, el budismo zen o la empatía panteísta con el todo, nos saldría un arquetipo como Stoner, sin que este supuesto dechado de perfecciones le quiten un ápice de su humanidad. La manera de estar en el mundo de Stoner y su activa entereza no le libran de los reveses y sinsabores, ni tampoco de la ignominia de ser calculador o cobarde, pero esa distancia reflexiva que sabe tomar, esa disposición para apreciar los puntos de vista y motivaciones del otro, esa capacidad para disfrutar los momentos, los placeres fugaces, con sencillez e intensidad, nos van a dar (a mí me dan), una triple envidia… Y eso que su vida, como la de cualquier ser humano, no deja de ser muy desgraciada, al final ya se sabe cómo acaba la película:

“Se preguntó una vez más por la manera sencilla y elegante en que los líricos romanos aceptaban el hecho de la muerte, como si la nada a la que se enfrentaban fuese un tributo a la riqueza de los días disfrutados y se maravillaba por la amargura, el terror, el apenas disimulado odio que detectó en algunos de los últimos poetas cristianos de tradición latina cuando se enfrentaban a una muerte que prometía, algo vagamente, una vida eterna rica y en éxtasis, como si muerte y promesa fuese una burla que agriaba los días de los vivos.”

Y unas caricaturas de los personajes
 
De tal modo piensa Stoner al releer a los latinos. Y respecto a sí mismo y su propia vida:

“Había llegado a ese punto en el que le asaltaba, con intensidad creciente, una cuestión de una simplicidad tan aplastante que carecía de recursos para afrontarla. Se empezó a preguntar si su vida merecía la pena, si alguna vez la había merecido. Era una duda, sospechaba, que le llegaba a todo el mundo tarde o temprano. Se preguntaba si a los demás les sobrevenía con la misma fuerza impersonal que le llegaba a él…” “…y, mientras caminaba lento en medio de la noche, oliendo la fragancia y paladeando el áspero aire nocturno, le pareció que el instante en el que entraba era suficiente y que no necesitaría mucho más.”

En definitiva un libro para decidir que la vida vale la pena. Y aunque ya lo sepas, no te lo pierdas. 
 

jueves, 29 de octubre de 2015

Humor Casposo Y Políticamente Incorrecto

Ah, el humor viejuno, basado en la falta de respeto al prójimo y sus problemas… Me encanta. Advierto de paso lo mucho que ha cambiado este país, gracias al pensamiento único y a la corrección política: tan sólo algunos concejales y algunos descerebrados nos atrevemos a sacar estos tabúes de donde deben estar: frente a la barra de un bar, donde antaño se contaban los chistes de Franco… Ahora ya no cumplen la función de aliviarle a uno de sus represiones, los chistes políticos. Más bien todo lo que dice la clase política en los medios es un chiste, sea casposo o surrealista. Y los de estos últimos días, todos de humor negro, ya no nos hacen reír: son verdaderamente malos. Tomen nota sus señorías de estos seis que he extraído de la “Antología Del Chiste Popular”, publicada por El Jueves en 1979; tomen nota, a ver si aprenden. Entonces a la revista de humor gráfico le quedaba aún algo de chispa: nos proponía la risa insana a costa de los ciudadanos con determinadas discapacidades, después los políticos acapararon los chistes para reírse de los ciudadanos todos. Por mamones.

……………………………………………………………………………………………..


Van dos locos por medio de la vía del tren y dice uno:
 - Joder, qué escaleras tan largas.
 - Sí. Y aún se lleva peor con estas barandillas tan bajas.

……………………………………………………………………………………………..

Un hombre va al médico y le cuenta:
 - Tengo un problema terrible: mi hija mayor se cree que es una gallina.
 - ¿Y por qué no la lleva al manicomio?
 - Hombre, porque necesito los huevos.

……………………………………………………………………………………………..


Va un jorobado a un estanco y compra un paquete de Camel. Al salir a la calle se le cae el paquete al suelo y, como no se ha dado cuenta, un joven que pasa le advierte:
 - Oiga, señor, se le ha caído el carnet de identidad

……………………………………………………………………………………………..

Va un cojo a los Sanfermines y, como no puede correr delante de los toros, decide que correrá detrás. A media carrera, un toro se da la vuelta y la gente que se percata, empieza a gritar:
 - ¡El cojo! ¡Ay, el cojo!
A lo que éste replica muy cabreado:
 - Bueno, dejad que sea el toro el que decida, ¿no?

……………………………………………………………………………………………..


Entra uno en la bodega del barrio y dice:
 - Querría una botella de vino…
 - ¿Blanco o tinto?
 - Me da igual, es para un ciego.

……………………………………………………………………………………………..

Va un retrasado a una tienda y pide:
 - Ñoba babo buda de pipas.
Y contesta el tendero:
 - ¿Una bolsa de qué?

lunes, 26 de octubre de 2015

La Pequeña Ciudad Episcopal En Tiempos De Los Beatles 44

Abrí un ojo, me dolía la cabeza como si tres o cuatro apisonadoras bailaran claqué sobre mi coronilla. Tenía todo el cuerpo revuelto, me parecía que mis órganos internos habían sido barajados y vueltos a colocar, según habían ido saliendo, al tuntún en cavidades distintas de las que les correspondían, traté de reprimir unas bascas pastosas y mi condición empeoró, si tal cosa era posible, al ver a Pichot hablando muy ceñudo con dos agentes uniformados de gris que llevaban una cinta roja alrededor de una gorra de plato un poco ridícula.

Uno de ellos estaba diciendo:

 - Sí, una tal Vilma Karenova, una delincuente de poca monta y carterista, que se pasea en una motoreta por el centro ahora que vienen tantos turistas, para desvalijar a los más incautos. La andábamos siguiendo para controlar sus movimientos, es lo que hacemos al final del servicio: vigilarla para que no se desmadre, pero sin vernos obligados a detenerla, porque goza de la protección del excelentísimo ministro de Gobernación, don Camilo Alonso Vega. Verá usted, se trata de una antigua saltadora del equipo olímpico de Rusia, que se escapó del comunismo en las olimpiadas del 64 en el mismísimo Tokio, en Tokio capital, de donde consiguió huir, con un marinero español del que se había enamorao, en un barco mercante con bandera griega, una película de la hostia. El caso es que vino a parar aquí desde la base de Rota, para tramitar los papeles del asilo político y eso, pero el expediente se ha enredado en mil diligencias y ahora la cosa está en el limbo; aunque la súbdita rusa ha abjurado del comunismo y es la protegida no sólo del excelentísimo señor ministro, sino también del reverendísimo señor arzobispo de Sevilla, que intercedió para que los americanos no la usaran como espía y la obligaran a volver a aquel avispero. Se la domicilió en un convento de carmelitas descalzas, pero vive prácticamente en la calle y es un caso perdido: esta mañana muy temprano, abandonó al muchacho este en el Parque de María Luisa y es muy raro, porque al chaval no le han quitao nada: lleva seiscientas pesetas en billetes de cien, el reloj de la comunión y un sello de oro bajo, con sus iniciales, en el dedo anular de la mano izquierda, o sea que no ha sido víctima de un robo. Lo hemos recogido de su charco de vómitos y, malamente, hemos podido sacarle la información que nos ha traído hasta aquí. Cuando se ponga bien, díganle que vaya con cuidado, que no se separe de su grupo, que hay mucha gente mala en Sevilla.

 - Bueno,- dijo el otro agente – pues si ustedes se hacen cargo del chaval, por mor de la tutoría legal que les compete al ser sus profesores, nosotros hemos de seguir con nuestro servicio. A sus órdenes y vigílenlo mejor, que menudo pájaro parece: vamos a hacer como si nada, pero les ha podido meter a ustedes en un buen fregado.

 
Cuando se fueron los dos policías, tocándose con displicencia la visera de sus gorras, pude mover la cabeza medio centímetro y, aunque las punzadas de dolor me acribillaban, no fueron nada en comparación con el calambre helado en la espina dorsal, que me proporcionó ver las expresiones de Pichot y la Borau.

 - Ahora mismo te acompaño a la estación de Plaza de Armas, grandísimo desgraciado, bribón, desustanciado – me espetó Pichot sin más preámbulos – y te monto en el primer tren que salga para Madrid, encomendando al revisor y a la pareja de la policía que no te quiten ojo de encima hasta que, con los transbordos que hagan falta, llegues a Jaca lo más pronto que sea humanamente posible. Pondremos una conferencia a tus padres para que estén sobre aviso. Te has ganado la expulsión a pulso. No vas a permanecer con tus compañeros del viaje de estudios ni un segundo más. Ni para des… despedirte siquiera. Cuando lleguemos a Jaca nosotros, estudiaremos el expediente disciplinario que se te puede abrir por esta inca… incali…. incalificable falta. ¿Tú sabes qué noche de angus… angustia nos has hecho pasar? ¡Y abróchate la bragueta, memo indecente!

 
Como se ve, estaba tan alterado que la cólera le hacía tartamudear, como una vez que me pilló en clase lanzando arroz con el canuto de un bolígrafo Bic.

Me acompañó a la estación con un taxi que me hizo pagar de mi bolsillo, como de mi bolsillo salió el precio del billete que saqué mientras él evacuaba los trámites legales para que un menor viajara sólo. Pensé en escabullirme y tratar de volver con Macarena, lanzándome junto a ella a una vida de bohemia y ratería, pero no me acompañaban las fuerzas y no quería complicar aún más un asunto que sí, se me había ido de las manos. A esto, volvió Pichot y me dijo que se había encargado de que, de mano en mano, pasara sin pérdida posible el tránsito en ferrocarril, hasta llegar a la muy heroica y distinguida ciudad de Jaca, donde, según esperaba, mis padres estarían aguardándome para dispensarme una zurra de campeonato. Sin contar que, cuando regresara él, apenas unos días después de mi propia e infamante llegada, haría todo lo posible para que me expulsaran del instituto y me mandaran a seguir estudiando al reformatorio donde estaba ya Zaborras, según creo, en Sigüenza.

 
Apenas me acomodé en el tren, caí dormido y no desperté hasta que una mano me sacudió el hombro con un vigor que parecía haber tomado prestado del mismísimo Supermán. Dos gachós malcarados estaban frente a mí y uno de ellos me enseñaba una insignia que, al principio creí reconocer como la del Real Madrid, hasta que caí en la cuenta de que era la de la policía.

 - Aquí tienes que cambiar de estación y de tren, chaval.

Bostecé, con lo que se produjo el regreso de las bascas pastosas, y pregunté con voz pegajosa.

 - ¿Dónde estamos?

 - En Madrid Atocha. Vamos que te indicaremos cómo continuar. Y abróchate la bragueta, golfo, que se te va a salir el pajarito.

 
Diecinueve horas más tarde, el viacrucis parecía dar a su fin: el tren abandonó Navasa, “la estación del candil”, y empezó a silbar de modo alegre y estruendoso, como si la línea de los Capitiellos que le conducía a las afueras de Jaca, le pusiera de especial buen humor; un gracioso respingo de la locomotora llenó de carbonilla todo el vagón de tercera y los pasajeros, blasfemando con jovialidad, cerraron algunas ventanillas.

Había estado pensando qué género de excusa iba a blandir para explicar un regreso tan extemporáneo a los de casa: una gastroenteritis o una alergia me irían bien al principio, pero cuando se descubriera el pastel, sería peor el remedio que la enfermedad. Había sido inculpado injustamente, ¡eso! Me habían confundido con otro al que yo, con mi habitual generosidad, no había querido delatar… Esta milonga se sostendría un poco mejor, aunque ¿estarían esperándome en la estación mi padre o, más probablemente, mi madre? ¿Y qué les habría dicho Pichot? Hasta no saberlo, no podría intentar arreglar las cosas, así que de momento pondría cara de póquer. Ensayé ante el cristal de la ventanilla y me asusté, vi la cara de un cadáver.

 
El convoy iba aminorando la marcha con su acostumbrada y desagradable secuencia de chirridos. Miré al andén que, de forma gradual, hacía acto de presencia y no vi ni a mi madre, ni a mi padre, ni siquiera a mi hermano. Plantada sola bajo el reloj de la estación avisté a Nines, completamente vestida de negro, lo que me pareció muy extraño y algo fastidioso o, más bien, perturbador.

 - Lo siento mucho, Teo – gorjeó afligida cuando salté al andén – esta noche pasada, tu padre ha fallecido de forma repentina. Lo han encontrado en la calle Gil Berges, desplomado en la acera.

Y se echó a llorar.
 

sábado, 24 de octubre de 2015

Cuando El Sol Se Puso En Ifni

Vuelvo brevemente a ésta, nuestra última guerra (en 1958), que traté en la entrada 52, correspondiente al 18 de enero de 2013, porque he hallado un par de imágenes curiosas de tan ruinosa aventura.

Una es la fotografía de una placa que lucía en una calle de Jaén o de Úbeda (no recuerdo bien). Como no veo tres en un burro, cuando hago turismo, fotografío todo lo que se pone ante mí, para contemplarlo a un palmo de la espaciosa pantalla del ordenador (y sí, para dar luego la brasa a los internautas).

 
Transcribo su contenido espeluznante: “En esta casa nació y vivió el alférez don Francisco Rojas Navarrete, primer caído de la milicia universitaria, muerto heroicamente en acción de guerra en Ifni (A.O.E.) el día 7 de diciembre de 1957 defendiendo el honor de España.”

Haría algún comentario, pero prefiero copiar unas líneas de un libro que ha ganado mi cabecera (más pronto que tarde, le haré una reseña): “…vio el odio y la sospecha convertirse en un tipo de locura que barrió la tierra como una plaga veloz, vio a los jóvenes ir otra vez a la guerra, marchando orgullosos hacia una condena sin sentido, como en el eco de una pesadilla. Y la pena y la tristeza que sentía eran tan viejas debido en gran parte a la edad que tenía…”

Por cierto, para los que fueron dispensados de la educación franquista, A.O.E. son las siglas de África Occidental Española, que comprendía los territorios de Ifni y el llamado “Sahara Español”, territorio éste que continuó bajo soberanía española hasta 1975, no sé si recordarás la “Marcha Verde”, emprendida por cortesía de Hassan II, para adueñarse de aquellos territorios vastos y yermos. No estaban los tiempos ya para otra desastrosa guerra colonial y España abandonó a su suerte a aquellos súbditos saharauis, hoy diríamos a “aquellos ciudadanos españoles”. Y allí siguen: simplemente han cambiado de dueño, colonizador o como le quieras llamar.

 
Y aquí ha aparecido la segunda imagen: es de una viñeta con un mapa, que seguramente me harían copiar cuando era crío en la escuela. Representa el sobrecogedor engaño, sobre la materialidad territorial del Estado, un camelo atroz del que éramos víctimas en la época. ¿Qué cuál es ese engaño? Hombre, pues que los escolares que atendíamos al maestro, creíamos que los territorios de África marcados en negro estaban habitados por unos paisanos nuestros, como los manchegos, digamos, aunque ¿qué importarán ahora semejantes errores? ¿No vivimos en un mundo global? ¿O éste es el engaño para la actual generación de escolares?

jueves, 22 de octubre de 2015

Monzón Desde El Aire 2. El Ubicuo Castillo

En un cerro o altozano (aquí lo llaman saso) que se alza unos setenta metros sobre la llanura circundante, se erige este edificio emblemático que es el Castillo de Monzón, donde los templarios educaron a Jaime I, y a algún otro después; aquel monarca heredó un reino de tiempos remotos, conocido como Corona de Aragón, que dio mucho que hablar.

 
Ni es mi intención, ni dispongo de los conocimientos necesarios para detallar aquí la relevancia o el valor histórico, arqueológico, artístico y monumental de semejante mole. O sea que si tienes curiosidad, te tendrás que buscar otra entrada… Sólo quería establecer que tan visible fortaleza es, dentro y fuera de nuestras fronteras comarcales (o tal vez provinciales incluso), el activo inmobiliario más conocido de esta pequeña ciudad, su sello de identidad tangible. Con decir que figura, como motivo de un protagonismo evidente, en 44 de los 50 últimos carteles de las fiestas patronales, está todo zanjado.

 
Si hasta el mismísimo ministro de Información y Turismo del régimen anterior, el entonces Excelentísimo señor, don Manuel Fraga Iribarne, el famoso bañista de Palomares, prometió a nuestros regidores de la época convertirlo en un Parador Nacional de Turismo, en el que camareros con cota de mallas servirían, en sus escudos, deliciosos menús a los acaudalados visitantes… Seguimos soñando: el castillo no se ha rehabilitado hasta ese nivel, pero bueno, alguna restauración medio apañadita sí que lo ha aseado un tanto; he de decir que cuando yo llegué a Monzón, parecía más viejo (que no más antiguo) que ahora, de haber persistido en el abandono en que se hallaba, hoy veríamos una ruina coronando el pueblo y, de momento, no es así.

 
En esta ocasión, me beneficio de nuevo de los afanes de un aeronauta que, financiado tal vez por la corporación local, sobrevoló el castillo y él mismo, o quizá un ayudante, tomó las imágenes de las que hoy me aprovecho, para mostrar a algún cibernauta aburrido las espléndidas, aunque algo áridas, bellezas de la loma y del castillo que la corona. Ni Jaime I tuvo una visión tan de conjunto, aunque, claro, ¿cómo sería en aquella época? Sólo puedo hacerme una idea del olor de las caballerizas y de la pedregosidad del acceso. Además, el revestimiento externo de parte de la ladera con ladrillo es muy posterior…

 
Como posterior es la manzana de la discordia que, según unos, adorna, y según otros, arruina la amplia explanada superior: en el extremo norte de la misma, una enhiesta mole de hormigón representa a un Sagrado Corazón de Jesús, en un pedestal que lo hace parecer el guardián de Monzón, los brazos abiertos de la colosal escultura sugieren protección (a los creyentes) o que vaya a lanzarse a revolotear (a los demás). Antes, por la noche, era iluminado por una luz fantasmal: si había niebla se asemejaba a una aparición en lo alto. En el pie de la estatua pone o ponía “Reinaré” y tal vez otras cosas (si era época de pintadas). Al parecer, la escultura y su pie desmesurado constituyeron una donación a la ciudad, por parte de Hidro-Nitro Española, allá por el nacionalcatólico año de 1950. Y desde la Transición, no pasa ni una sola ronda de elecciones municipales, sin que unos prometan que se quedará allí hasta el fin de los tiempos y los otros ofrezcan su retirada, su traslado inmediato a donde no moleste, o incluso dinamitarlo de manera ejemplar. Lo dicho, la manzana de la discordia.

martes, 20 de octubre de 2015

Once In A Lifetime - Talking Heads

Esta canción avasalladora y disparatada venía en un álbum que los Talking Heads publicaron en 1980, con una portada que llamaba la atención por el horroroso efecto fotográfico aplicado sobre los rostros de los miembros y la miembra del grupo. Luego me enteré de que aquello se denominaba, según creo, “solarizar” la imagen. Tengo el vinilo original de la compañía Sire, de cuando adquirir semejantes bienes suntuarios podía costarme la cena de los tres últimos días del mes, pero el disco me gustaba más que a tu abuela los Optalidones y no me podía pasar sin escuchar por la mañana, antes de ir al trabajo, la voz de predicador epiléptico de David Byrne. Qué tiempos. (El otro día lo vi, en un videoclip, atropellando con su coche a la quebradiza y hermosa St. Vincent y pensé que está casi tan viejo como yo).  


Algunos meses después de adquirir el elepé, acabé deprisa y corriendo el libro “English for dummies” y me puse a la tarea de hacer una traducción, un poco como a mí me dio la gana, sin tres ni revés, aunque también la letra original coquetea con la incoherencia, como para alcanzar significados más profundos que, de momento, se me escapaban. Y aún no he dado con ellos, pero sigo mesmerizado por esta especie de letanía. Ahí va:

ONCE IN A LIFETIME

And you may find yourself living in a shotgun shack / And you may find yourself in another part of the world / And you may find yourself behind the wheel of a large automobile / And you may find yourself in a beautiful house, with a beautiful wife / And you may ask yourself / -Well...How did I get here?

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/after the money's gone / Once in a lifetime/water flowing underground.

And you may ask yourself / How do I work this? / And you may ask yourself / Where is that large automobile? / And you may tell yourself / This is not my beautiful house! / And you may tell yourself / This is not my beautiful wife!

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/after the money's gone / Once in a lifetime/water flowing underground.

Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was...  

Water dissolving...and water removing / There is water at the bottom of the ocean / Carry the water at the bottom of the ocean / Remove the water at the bottom of the ocean! Remove! Remove!

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/in the silent water / Under the rocks and stones/there is water underground.

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/after the money's gone / Once in a lifetime/water flowing underground.

And you may ask yourself / What is that beautiful house? / And you may ask yourself / Where does that highway go? / And you may ask yourself / Am I right?...Am I wrong? / And you say yourself / MY GOD!...WHAT HAVE I DONE?

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/in the silent water / Under the rocks and stones/there is water underground.

Letting the days go by/let the water hold me down / Letting the days go by/water flowing underground / Into the blue again/after the money's gone / Once in a lifetime/water flowing underground.

Same as it ever was... Same as it ever was... Same as it ever was... etc.


UNA VEZ EN LA VIDA

 Y puedes encontrarte viviendo en una casucha / Y puedes encontrarte en otra parte del mundo  / Y puedes encontrarte al volante de un cochazo / Y puedes encontrarte en una hermosa casa, con una hermosa mujer / Y puedes preguntarte - Bueno... ¿Cómo he llegado hasta aquí?

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / Presa otra vez de la aflicción/cuando el dinero ha volado / Una vez en la vida/ el agua subterránea fluyendo.

Y puedes preguntarte a ti mismo / ¿Cómo manejo esto? / Y puedes preguntarte / ¿Dónde ha ido a parar el cochazo? / Y puedes decirte a ti mismo / ¡Esta no es mi hermosa casa! / Y puedes decirte a ti mismo / ¡Esta no es mi bella esposa!

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / Presa otra vez de la aflicción/cuando el dinero ha volado / Una vez en la vida/el agua subterránea fluyendo.  

Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo…

El agua lo disuelve... y el agua se lo lleva / Hay agua en el fondo del océano / Lleva el agua al fondo del océano / ¡Quita el agua del fondo del océano! / ¡Quítala! / ¡Quítala!

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / De nuevo en el azul/en el agua silenciosa / Bajo las rocas y las piedras/hay aguas subterráneas.

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / Presa otra vez de la aflicción/cuando el dinero ha volado / Una vez en la vida/el agua subterránea fluyendo. 

Y puedes preguntarte a ti mismo / ¿Cuál es esa hermosa casa? / Y puedes preguntarte / ¿A dónde conduce esa carretera? / Y puedes preguntarte / ¿Estoy en lo cierto? ... ¿Estoy en un error? / Y puedes decirte a ti mismo / DIOS MÍO… ¿QUÉ ES LO QUE HE HECHO?

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / De nuevo en el azul/en el agua silenciosa / Bajo las rocas y las piedras/hay aguas subterráneas.

Dejando los días pasar/dejo que el agua me sostenga / dejando los días pasar/el agua fluyendo bajo tierra / Presa otra vez de la aflicción/cuando el dinero ha volado / Una vez en la vida/el agua subterránea fluyendo.

Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Siempre ha sido lo mismo… Etc.