jueves, 14 de abril de 2016

Castillo Bajo La Luna

¿Cómo se sujeta la Luna en el cielo? ¿Y qué pasaría si la Luna se cayera sobre la Tierra? Estas eran dos invariables preguntas que los niños me hacían cuando me tocaba intentar suministrarles un conocimiento básico del Sistema Solar: planetas, satélites, estrellas, asteroides, cometas y toda la parentela, representando en los cielos su danza incomprensible y luminosa. El hecho de que la Luna no nos pueda caer encima, con el consiguiente desnucamiento, me temo que continuaba siendo un arcano para los más temerosos de entre los alumnos, pese a mis esfuerzos didácticos y a los esfuerzos científicos de Galileo, Newton, Kepler y el resto de los muchachos.

Tierra y Luna: comparación de tamaño

Cuando renuncié a hacerme entender, traté de consolarlos con el insignificante tamaño de la Luna. Esta es una buena pregunta ¿cuál es el tamaño de la Luna? Ellos me la comparaban con un plato espacial, con un balón astral, con un queso cósmico… Pero cuando conseguía convencerles de que, con el brazo extendido, basta un simple garbanzo entre los dedos para taparla completamente (probadlo), el consuelo era muy eficaz: la caída de un simple garbanzo celeste no puede ser tan devastadora…


Evidentemente, la luna de la foto está inflada, no sé si como venganza sobre mis antiguos y entrañables alumnos, o como homenaje a Lars Von Trier, cuyo planeta Melancholia viene a caer sobre la Tierra en una estremecedora fábula cinematográfica sobre el fin del mundo.



El castillo de Monzón recibe al atardecer una luz ciertamente melancólica (quizá la que me gustaría ver cuando mi mundo, o sea, mi existencia, se liquide). Y en la imagen, una Luna recrecida por artificio fotográfico, pone una nota entre ominosa, ingenua y poética en la plácida luz del ocaso. En fin, pasatiempos propios de quien no aprecia la programación televisiva.

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