lunes, 29 de agosto de 2016

Las Autoridades Sanitarias No Advierten

O advierten sólo cuando les conviene, vaya usted a saber.

En la mañana del domingo 21 de agosto, dos ciclistas zaragozanos murieron en la Nacional 330 atropellados por un conductor que, al parecer, iba un tanto pedo. En lo que va de año, 24 ciclistas han fallecido arrollados en la carretera, uno menos que el año pasado: como se ve no es un problema tan serio (ni tan mediático) como el de la violencia machista. Así que, antes de que pase socialmente desapercibido, intentaré dedicarle un breve comentario.


Dos ciclistas yacen en la carretera,
¿un aviso a los que pasan?

Imaginemos la puerta de un Opel Vectra con una cenefa negra, al estilo de las de las esquelas, o las de los paquetes de tabaco y dentro, escrito con una gruesa tipografía negra: “Las Autoridades Sanitarias Advierten Que Conducir Ebrio Puede Causar La Muerte De Los Ciclistas”. O de modo más genérico. “Conducir Irresponsablemente Perjudica A Todos Los Que Tengan La Desgracia De Hallarse Próximos A Usted”. Aunque, en letra más menuda, habría de añadirse debajo: “Pero no se preocupe, aunque extermine a un par de semejantes, cualquier Juez dictaminará libertad provisional con cargos, el proceso se prolongará y no es probable que pise la cárcel, ni que se arruine su vida. El muerto al hoyo y el vivo al bollo.”


No está escrito lo que quise a mi vieja burra

Nadie en su sano juicio esperará, digo yo, de las autoridades sanitarias, medidas semejantes, puesto que A)Todo el mundo conduce turismos particulares y B)Estamos hartos de oír que la fabricación de estos vehículos es, en nuestro país, “la locomotora del sector industrial”, así que ajo y agua, amigos ciclistas.


Consagré algunos años que anduve en una mediana buena forma al ejercicio de la bicicleta. Me gustaba ir por carretera y hubo años que conseguí sobrevivir durante varios miles de kilómetros al darwinismo que, en ese medio de la ruta y hasta donde yo recuerdo, se aplicaba a rajatabla. Muy pocas veces topé con conductores que, por ejemplo, en una carretera estrecha y con línea continua, redujeran en lugar de adelantarme en el acto. El riesgo en que se pone al ciclista durante el adelantamiento es gratuito y frecuente, el metro y medio de separación que marca la normativa es discrecionalmente cancelado por cualquier conductor con prisa.


Ahora cría polvo en el trastero

Y así llegamos al meollo del asunto: la bicicleta es un vehículo lento que entorpece la fluidez del tráfico, valor este último, La Sagrada Fluidez Del Tráfico, que está por encima de la integridad de cualquiera, admitámoslo y se soslaya de este modo la parte ética del problema. Sin embargo, he de hacer observar que tractores y excavadoras son vehículos similarmente lentos y es mucho menor el número de conductores que los arrollan: esta vez hay unanimidad en la reducción de la velocidad y en el adelantamiento con la adecuada precaución. Curiosa exteriorización de la ley del más fuerte, la única que siempre he observado cumplir en cualquier ámbito.


Tuve la suerte de sobrevivir al conductor borracho.
Y al sobrio de escasos escrúpulos

La solución del problema se irá materializando en una marcha de protesta (que fue convocada para el domingo 28 en Botorrita), en una mayor concienciación de los conductores, dado que algunos de ellos son ciclistas (y que puede empezar a dar frutos hacia mayo de 2338, cuando todos los vehículos sean guiados mediante automatizaciones informáticas muy avanzadas) y en las actuaciones políticas en las que, como siempre, este país se ve paralizado por el enfrentamiento de dos bloques antagónicos: en el reaccionario, opinan que la bicicleta es un vehículo que estorba en la carretera y, por tanto, debería prohibirse su circulación. En el progresista es peor aún, puesto que se les ha ocurrido permitir que las bicicletas infesten las aceras, pues aseguran que el riesgo para la viejecita artrítica, el mostrenco burriciego (moi-même) o el niño atolondrado es menor que el que el ciclista corre en la calzada. Y así volvemos de nuevo a la ley del más fuerte, en lugar de meternos en viejos valores burgueses como la cortesía y el respeto a las normas, o en el meollo de la cuestión: la capacidad de percibir al otro y ponerse en su lugar… Uf, esto sí que es imposible, continuemos con las marchas de protesta.


Y no solía transitar por la acera

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