miércoles, 4 de abril de 2018

Nieve Y Algo Más Sobre El Castillo De Monzón

Hará cosa de cinco o seis días que el invierno ha abandonado por fin estas latitudes. Esta temporada, ha disputado una animada prórroga y el comienzo oficial de la primavera, en el hemisferio y en El Corte Inglés, lo ha sorprendido resistiéndose a perder la ventaja que llevaba en el marcador antes de caer derrotado.

A finales de febrero, incluso, se había permitido una incursión muy rara vez vista en estos campos de juego: tiró del manto blanco de una modesta nevada que, es una jugada muy muy poco vista en estas latitudes.




La chimenea del parque de la Azucarera alza airosa sus setenta metros de ladrillo sobre una discreta nevada que cubre el suelo con apenas tres centímetros de nieve, ¿sabes cuánto hacía de  esta última visita del blanco elemento por aquí? ¡Doce años, colega! Si no he estado desatento o distraído, fue la última vez que la nieve llegó a cuajar por estos andurriales.


Hace mucho tiempo estuve haciendo turismo familiar en Jerez de la Frontera. Una joven me preguntó allá que de dónde era yo y, menospreciándo la posibilidad de que Monzón fuera conocido a más de mil kilómetros de distancia, le contesté que era "de la provincia de Huesca", lo que la hizo exclamar, mirándome como yo miraría a un esquimal "¡Jesús, Huesca, qué carretadas de nieve debéis de tener todo el invierno amontonadas por allá!" Le expliqué que así era en las zonas más altas de la montaña, pero que en el llano las nevadas eran casi tan raras como allí.




Doce años nada menos, y encima casi no fui capaz de hacer una sola foto ya, no me encontraba bien y no pude salir. Tengo que echar mano de la foto que un amable colega me pasó, eso sí, en papel, porque él es antiguo y, como está muy bonito el castillo con su grúa de la enésima rehabilitación y su prestancia blanquecina, pues la presento aquí. En el haber de la imagen, destaco su airosa composición y, en el debe, un apreciable viñeteado, debido a que mi amigo considera que todas las cámaras digitales son iguales y nada justifica gastarse más allá de ochenta euros en una. Yo se lo agradezco y la comparto, ya que la ocasión lo merece.




Y, abusando de que sale el castillo en obras, aprovecharé para contarle al forastero la controversia más enconada que mis convecinos llevan dirimiendo en los últimos cuarenta años a costa de la estatua que corona el susodicho castillo:


En lo más frondoso del régimen nacionalcatólico que gobernó el Estado este, allá por 1950, Hidro Nitro Española, decana de las empresas industriales de Monzón, hizo donación de una estatua del Sagrado Corazón de Jesús, que, con gran ceremonial festivo y oficial, amenizado con cánticos de los niños de las escuelas de entonces, fue implantada en lo alto del castillo, sobre un recio pedestal, con una jactanciosa leyenda: "Reinaré".


Liquidado el régimen confesional, a partir de 1975, surgen dos bandos respecto a la presencia de la estatua: para unos es un funesto recuerdo de la dictadura, amén de la cosa de hormigón más fea que dicen haber visto en su vida, daña la línea estética del castillo con un apósito advenedizo y cantoso y debe ser removida de tan eminente lugar, para que sus fieles la pongan donde no incomode ni moleste.


Para otros, forma parte de la historia y de cómo es percibida en el sentir popular la imagen del castillo, la estatua se ha integrado en él y muchos de los vecinos la consideran parte de un símbolo local.


En los últimos tiempos, parece ser que un dictamen técnico ha señalado que, el tonelaje del Sagrado Corazón de marras, compromete la integridad estructural del castillo y está casi aceptado que el monumento sea removido de su emplazamiento y trasladado a otro lugar sin determinar. Pero como siempre que hay sentimientos encontrados, los partidarios de la presencia pétrea del Cristo se resisten activamente a que despegue del castillo y aterrize en un solar... A los contrarios a su estampa, preponderante y abusiva, no les queda sino desear, en estos momentos, que el contrapeso de la enorme grúa Liebherr, alzada con motivo de las actuales obras, caiga accidentalmente y fulmine al molesto símbole de tiempos pasados.


Porque si no, la cosa seguirá, como siempre, yendo para largo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario