lunes, 24 de junio de 2013

Georges Moustaki - Les Marchands

Dice el refrán que más vale tarde que nunca. Hoy hace un mes y un día que falleció uno de los faros, una de las tempranas referencias en la educación ética, estética y sentimental de nuestra primera juventud. No quisiera darlo a mi propio olvido, sin derramar alguna tardía lagrimita por esta figura entrañable, ácrata y cariñosa que, con una guitarra de palo, nos legó un memorable ramillete de canciones que, allá por los primeros setenta, forjaron una determinada sensibilidad en nuestra generación.

Georges Moustaki nace en Alejandría en 1934, es curioso que, cuando llega a mis oídos, aún no ha cumplido los cuarenta años y, sin embargo, siempre lo vi como una figura muy mayor, una especie de abuelete bondadoso e inocente, un tutor salido de unas generaciones anteriores, un guía espiritual viejo y sabio. Era una imagen desproporcionada, aunque barbudo y canoso, no era lo bastante añoso como para atribuirle la figura de un gurú de vuelta ya de todo, pero su solemnidad sentenciosa coadyuvaba con esa imagen. Tuvo su relámpago de popularidad con la canción “Le Métèque” y, a finales de los 70, cuando la estrella de los cantautores comenzó a declinar, desapareció de mi horizonte y no supe ni indagué más de él, hasta hace unos pocos años que tuve la suerte de reencontrarlo. Se había pasado tres décadas tañendo la misma cuerda, cada vez más nostálgica y desencantada, no exenta de buenos temas (“Il Faut Voyager”), de autocrítica (“On Est Tous Des Pedés”), o de búsqueda de influencias en otras culturas musicales, del Mediterráneo al Brasil, pasando por el Caribe, sin dejar de ser él mismo, un viejo hippie anarquista, concienciado de que el mundo había sido y podía volver a ser un lugar más grato y mejor. Se ha ido para siempre, pero nos ha dejado un legado de concienzuda ingenuidad. Recuerdo una tradición judía relatada por Borges, que establece que hay en cada momento y generación diez hombres justos e íntegros que son la salvaguardia del mundo: en atención a ellos, Dios se abstiene de destruirlo y precipitar el Armagedón o fin de los tiempos. Puede que, muerto Moustaki, sólo queden nueve.

Escucho y traduzco esta breve y bonita canción en la que asoma un tema recurrente en Moustaki: el de una Edad de Oro pasada, en la que nuestro mundo todavía no se había corrompido y echado a perder. Qué majo.
 

 Georges Moustaki
 
LES MARCHANDS

Il y avait des bois et des champs
Les fruits poussaient spontanément
Et les fleuves étaient transparents
Avant que viennent les marchands
La terre aimait bien ses enfants
Et la nuit berçait les amants
On faisait l'amour tendrement
Avant que viennent les marchands
On travaillait tout doucement
On se reposait très souvent
On allait en tapis Volant
Visiter les pays d'Orient
Le désert était encore blanc
Avant que viennent les marchands
On était tous les fils du vent
Et les chiens n'étaient pas méchants
On pouvait rêver librement
Avant que viennent les marchands
On travaillait tout doucement
On se reposait très souvent
On vivait le reste du temps.

Georges Moustaki en 1972
LOS MERCADERES
 
Había bosques y campos
donde los frutos crecían espontáneamente
y los ríos eran transparentes
antes de que vinieran los mercaderes.
La tierra quería bien a sus niños
y la noche mecía a los amantes
se hacía el amor tiernamente
antes de que vinieran los mercaderes.
Se trabajaba muy pausadamente
y se descansaba con mucha frecuencia.
Se iba en alfombras voladoras
a visitar los países de Oriente
el desierto era todavía blanco
antes de que vinieran los mercaderes.
Todos éramos hijos del viento
y los perros no eran peligrosos
se podía soñar en libertad
antes de que vinieran los mercaderes.
Se trabajaba muy pausadamente
y se descansaba con mucha frecuencia.
El resto del tiempo lo dedicábamos a vivir.


1 comentario:

  1. Quién lo iba a decir, se murió un egipcio... La prueba de que no somos lo que parecemos, igual ni somos lo que somos. También por aquí lo echamos de menos a veces.

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