domingo, 12 de enero de 2014

Hay Que Tender Puentes

Hoy me ha dado por los puentes. Comenzaré, como es frecuente, quejándome y reivindicando. Vivo a orillas de un río no muy caudaloso, el Cinca (traicionero). Una hendidura que descose de forma tajante el territorio que habitamos en esta remota provincia. Me explico: su curso marca una frontera infranqueable, atravesado cada veinticinco kilómetros por un puente (o un conjunto de ellos especializados, pero en el mismo punto). En tiempos premodernos había barqueros, pero esa honrosa profesión ha caducado por aquí, de modo que dos pueblos de distintas orillas, que se divisan muy cercanos el uno del otro, pueden estar separados por carretera unos treinta kilómetros… Otrosí digo: mi pueblo se extiende en la orilla izquierda del río y en la derecha hay una bonita, extensa y agradable zona de parque natural, el llamado soto de la Pinzana, a menos de dos kilómetros de la localidad. De modo que un paseante podría acceder, atravesando el puente sobre el Cinca ¡pero éste carece de cualquier habilitación para peatones! ¡Maravilloso! Propongo a la Renault, la Opel o la Ford que costeen un monumento a los alcaldes de mi pueblo, lo tienen bien ganado.

 
En las láminas de mi vieja enciclopedia, he encontrado un pequeño muestrario de puentes. Me dan ganas de comenzar una colección de fotografías de puentes, pero no llegaré a tanto, me conformaré con rememorar la fascinación que siempre me ha producido esta obra, cuyo simbolismo más obvio es el de permitirnos acceder al territorio de la otra orilla… ¿Qué habrá en la otra orilla? Tal vez sólo una esperanza de encontrar algo mejor que lo que conocemos en ésta, aunque para no perder tal esperanza, lo mejor sería no atravesarlo. No obstante nuestra vida es un continuo cruzar de puentes, algunos sin retorno, y una sucesiva exploración de orillas desconocidas. Hace muchos años, leí una novela que me gustó muchísimo, que extravié y que no he podido volver a conseguir traducida al español. Se trataba de “Climas” de André Maurois y, en ella, se hablaba primordialmente de relaciones sentimentales, amorosas, humanas… Bien, el caso es que leí una cita que se quedó instalada en mi magín de adolescente, decía: “hay personas que son como puentes, las cruzas y ya estás al otro lado”. No lo explicita, pero se supone que las dejas atrás y te han servido para acceder a otro estado en tu evolución vital. Conforme me he ido haciendo mayor, he ido pensando en esta frase desde otro punto de vista: me hubiera gustado servir de puente a muchas personas que, dejándome inevitablemente atrás, hayan podido acceder, a través de mí, a otras realidades, a otras vivencias, a otras orillas.

 
Y como me he puesto trrrascendental, usaré un contrapunto de corte chabacano para despedirme por hoy. Como va de puentes… A ver, que levante la mano el que no aprecie, con una semisonrisa, esta canción.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario