lunes, 12 de septiembre de 2016

Dos Conciertos En Blanco Y Negro

Cualquier pretexto se me hace bueno para recrearme periódicamente en la Beatlemanía. Hace pocos días la prensa recogía la noticia de que Mark David Chapman, el asesino de John Lennon, ha visto denegada por novena vez su petición de libertad condicional tras 36 años en la cárcel. Le condenaron a una reclusión indefinida, de la cual debería cumplir al menos 20 años, y continúa entre rejas, el motivo es “la gravedad del crimen y el respeto por la ley”. Me alegro de que “la ley” sea respetada en algún lugar del mundo y pienso que Chapman equivocó su “escenario del crimen”: en España, asesinos de similares características de funestidad regresan a su pueblo poco más de diez años después de haberle dado gusto al dedo, o de haber oprimido el detonador, claro que sus víctimas no son tan relevantes.

Una cosa me lleva a la otra y me pongo en YouTube a ver al ilustre melenudo malogrado a los cuarenta años y a sus no menos ilustres compinches. Hay mucho material, pero esta vez me he dado de morros con dos vídeos singulares que he recogido y comparto aquí, pues me han parecido dos maravillas documentales para tratar de entender la efervescencia musical de mediados de los sesenta, un fenómeno difícilmente comprensible (o siquiera imaginable) hoy.


En el primero, un concierto muy bien editado para la época, 1965, el reclamo son los Beatles, pero en poco más de hora y media vemos desfilar a toda la primera división de aquel ardoroso pop británico. Sorprende la cantidad y calidad de la propuesta: Moody Blues, Rolling Stones, Kinks, Animals, Donovan… y sorprende aún más el nivel de las interpretaciones en directo, con unos medios técnicos que distan mucho de los de ahora. Faltan muy pocos y no sobra casi ninguno de los intérpretes entonces convocados por la revista “New Musical Express” para este antológico evento. Más de uno de los artistas te parecerá definitivamente vintage, pero claro, la gala tiene ¡más de cincuenta años!


Acostumbrado a los discípulos e imitadores que surgían por aquí, a la ranciedad televisiva de aquellos días, y al funesto playback que después lo invadió todo, este concierto es una bocanada de autenticidad y energía irrepetible: la primera vez me lo tragué enterito sin poder cerrar la boca. Recomiendo ver el paroxismo interpretativo de un jovencísimo Van Morrison, o a un Eric Burdon que parece recién duchado tras salir de su turno en la mina, para cantar “Don’t Let be Me Misunderstood” como jamás la has escuchado (y es seguro que esta canción la habrás oído alguna que otra vez).



En el otro documento, salen los Beatles tocando en Melbourne (Australia) ¡en 1964! El sonido no es demasiado bueno (imposible con la amplificación de aquella época haciendo frente a miles de chillidos histéricos), pero la imagen está bastante bien y el montaje simultanea el propio concierto con el entorno demencial que provocaba la presencia del cuarteto en una masa de jovencitas sumergidas en estrógenos, oxitocina y otras hormonas… Algunas de estas muchachas serán, hoy en día, unas agradables abuelitas que, con un mohín de condescendencia, disculparán a la frenética y enardecida criatura que tuvo el privilegio de ver al fabuloso cuarteto en su, ay, ya lejana juventud.



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