sábado, 5 de enero de 2013

Pato. Blas De Otero

En un riachuelo que se llama Mèder tuve ocasión, hace poco, de fotografiar unos patos que nadaban en un remanso, bajo un puente y, sin saber a cuento de qué, me vino a la memoria un precioso poema de Blas de Otero que transcribo a continuación:


PATO

Quién fuera pato
para nadar, nadar por todo el mundo,
pato para viajar sin pasaporte
y repasar, pasar, pasar fronteras,
como quien pasa el rato.
Pato.
Patito vagabundo.
Plata del norte.
Oro del sur. Patito danzaderas.
 
Permitidme, Dios mío, que sea pato
¿Para qué tanto lío,
tanto papel,
ni tanta pamplina?
Pato.
 
Mira, como aquél
que va por el río
tocando la bocina…

 

jueves, 3 de enero de 2013

Giambattista Piranesi, Grabador Veneciano

Hace pocos días tuve la oportunidad de acudir al espacio CaixaForum en Barcelona, emplazado cerca de la Plaza De España. Me llevaron a ver una exposición de grabado que, con el título “Las Artes De Piranesi” está allí abierta hasta el 20 de Enero.

Giambattista Piranesi (1720-1778) fue un polifacético arquitecto y grabador veneciano que cuenta, en esta exposición, con 250 impresiones de grabados al aguafuerte, muchos más de los que soy capaz de ver y apreciar en una sóla visita. Aun sin tener en cuenta mi mala vista, la iluminación es algo pobre y las láminas expuestas no cuentan con cristal antirreflectante, por lo cual el cansancio aparece antes de terminar de ver la ingente colección.
Por lo demás se trata de una muestra colosal de un artista colosal. Reconozco que, aun siendo bastante lego en las artes del grabado, no dejó de parecerme impresionante. Claro que se trata de una de las cumbres expresivas en esta disciplina: al parecer nunca nadie ha llegado tan lejos con las planchas metálicas y los ácidos que las convierten en láminas para imprimir. El nivel y la perfección en el detalle son increíbles y asombrosos, uno se queda pasmado ante escenas que son más bien grandes (en algunos casos muy grandes), para tratarse de grabados (los de Goya son, comparativamente, pequeños caprichos).
 
Nuestro Piranesi llega a Roma a los 20 años y se queda prendado de los restos de la antigüedad en la histórica metrópoli. Al parecer, poseído por una especie de afán insaciable decide representarlo todo. Pero “víctima” de un estilo muy potente y personal, deforma y magnifica todo lo que representa, convirtiéndolo en los restos arqueológicos de una antigüedad titánica, magnificiente y monstruosa. Este efecto de realce es acentuado por unas figuras humanas diminutas, que yacen o pasean por los desmesurados escenarios de un ensueño alucinatorio. En algunos casos, acompaña a la representación de Piranesi, una fotografía del monumento tal cómo es en realidad y, de este modo, el efecto queda aún más realzado.
 
Lo que se observa, por muy distraídamente que uno vea la exposición, es un volumen ingente de trabajo, una cantidad descomunal de horas entregadas a la creación (dicen que hizo más de 2000 planchas), cuesta creer que un hombre que murió a los 58 años tuviera tiempo material de plasmar un afán tan enfebrecido (y productivo). Da la sensación de que nunca durmió, es más, gran parte de su obra evoca insondables insomnios.
 
Así es como ocurre en las “Carceri d'Invenzione”, sus series sobre cárceles inventadas, donde se representan unas ominosas y sórdidas figuraciones de mazmorras ciclópeas, laberínticamente entreveradas de túneles, puertas, pasadizos, escalinatas, puentes, barandas, garitas, bóvedas… en una mezcolanza de insomne pesadilla, fugadas en imposibles perspectivas. Y uno difícilmente acierta a imaginar la naturaleza de las penas y castigos (tal vez torturas) que allí ocurren y se cumplen, aunque todo resulta entre embrujado y siniestro. Los grabados de esta colección están trazados con un rayado firme, persistente, obsesivo, señal de un hombre poseído por una pasión excesiva. Una instalación de vídeo recrea en 3D estas complejas ensoñaciones penitenciarias, una de las obras plásticas más singulares e influyentes de los dos últimos siglos. Hasta el Hogwarts de Harry Potter recuerda las disparatadas construcciones de las “Carceri”. Hoy en día a esto se le llama “gotico”, un mundo fantástico creado en blanco y negro.

Si tienes doce minutos, te sugiero el paciente disfrute del vídeo con música de Bach.

 

miércoles, 2 de enero de 2013

La Última Luna De 2012

Desde el cielo de Barcelona la luna asiste a la Nochevieja de 2012. Estuvimos pasando la noche de fin de año en casa de unos amigos y, poco antes de las campanadas, salí al pasaje a tomar el aire, pertrechado con una Fuji XS-1, que es la cámara que me suelo llevar de viaje, debido a que me arma con un potente zoom. El cielo estaba bastante claro, cosa rara en esta ciudad, donde la noche refleja una neblina naranja que rara vez deja ver cosa alguna en el firmamento. Y había una luna casi llena, se aprecia que sólo le falta un punto de luz en la esquina superior derecha, un recién iniciado cuarto menguante desde el plenilunio del día 27.


Tomé cuatro instantáneas a pulso (no me había llevado trípode), con distancias focales alrededor de los 600 mm. He puesto aquí la que mejor ha resultado, como expresión de un deseo de fortuna y felicidad para el año que comienza. El inconmovible y frío satélite se asoma para despedir 2012, sin saber que éste ha sido un año áspero y difícil para la mayor parte de nosotros. Como parece que mucha gente le atribuye la capacidad de influir en la suerte y en la prosperidad, lo convoco sobre estas líneas para ver si nos es propicio. Que buena falta nos hace, para no tener que acabar aullándole nuestras perras desdichas.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Joan Tardà, Español Del Año


Este hombre cordial y conciliador, de suaves modales y verbo discreto, nacido en 1953 en España, aunque aspira a celebrar su sexagésimo cumpleaños fuera de ella, se ha hecho acreedor a la veneración de todos sus compatriotas, que vemos en él un modelo de firmeza, honestidad y respeto, no sólo a la legalidad, sino más allá de ella, a los valores morales y democráticos, de los que es guardián por aclamación popular de sus paisanos.

Uno de los más inveterados tics de la izquierda en general y de la catalana en particular, es llamar fascista o nazi a cualquier adversario político (de fuera de casa, en el caso catalán). Es un recurso muy cómodo: se desempolva una categoría moral lo suficientemente horrenda y desacreditada, para etiquetar con ella (“nazis”) a un grupo de sujetos que puede ser amplísimo, todos caben allí y no hay que molestarse en averiguar si son conservadores, liberales, centralistas, democristianos, federalistas, moderados, centristas, unitarios o socialdemócratas. Todos nazis y a correr. De acuerdo con esta espléndida taxonomía política, el Gobierno de París, por ejemplo, es nazi, ya que su administración de carácter unitario es poderosamente centralista.

Por eso no nos debe sorprender la vivaz inocentada que le gastan Tardà y sus acólitos al ministro de educación, cuando éste amenaza con lanzar los V2 de la Wehrmacht lingüística española, sobre la indefensa población civil catalana: unos bonitos carteles rojos, adornados con la corona británica (nada de Borbones), animan a mantener la calma y seguir hablando catalán. Los nazis no consiguieron invadir Inglaterra y tampoco desembarcarán en Cataluña. Qué alivio, oye. A su derecha, otro prócer de gran comedimiento y serenidad, Alfred Bosch, expresa con gallardía que “tendrán que poner un guardia civil en cada aula, para obligar al cumplimiento de la ley”. Esta bravata heroica era innecesaria: si alguien cree que el actual Estado Español tiene la más remota posibilidad real de poner un guardia civil en cada aula, para garantizar el cumplimiento de la ley, es que viene de una galaxia muy, muy lejana. O sea, que fue un brindis al sol.

 
Otro tic muy poderoso de la izquierda en general y de la catalana en particular, es ser solidario con los miserables lejanos y no serlo en absoluto con los miserables cercanos. Hace unos pocos años, en el blog de un político de la formación ICV, también separatista (uso este término brusco y rehuído por los “soberanistas”, desde que entiendo por qué lo rehúyen: no son separatistas en tanto en cuanto nunca se han sentido como parte de un todo común), en el blog de un concejal de Iniciativa, digo, aparecía la infamante propuesta “apadrina a un niño extremeño”, para quejarse de la progresividad fiscal aplicada a las rentas altas en Cataluña; en el mismo blog, había también soflamas en favor del pueblo palestino. Resumiendo: palestinos sí, extremeños no.

Joan Tardà es un hombre de izquierdas, de eso no cabe duda, no hay más que ver a sus portaestandartes pertrechados con ese moderno cruce de la senyera con la bandera de Fidel Castro, aunque la Cataluña que pretenden instaurar me recuerda mucho más a Corea del Norte, que a la caribeña Cuba. De todas formas, no nos engañemos, se trata de un hombre inteligente, sus exabruptos pretenden hacer que le pillemos ojeriza, en lugar del afecto que naturalmente le profesamos, intenta despertar nuestra malquerencia como una estrategia, así cuando se vayan él y los suyos, no lo sentiremos tanto.  Dice y repite: "tenemos prisa en irnos" de España y salir de la "miseria". Esto es un poco contradictorio en un hombre de izquierdas, desmarcarse de los tiñosos y sarnosos, y poner su barrio residencial a salvo de la turba miserable, pactando si fuese necesario con la derecha catalana (y, por tanto, menos nazi). Pero, a estas alturas, se lo disculpamos ya todo.

Bueno pues, nuestro admirado Tardà i Coma, que ha terminado un acto de las juventudes republicanas con el sentido eslogan “¡muerte al Borbón!”, que ha acogido el dudoso humor españolista de Gregorio Peces-Barba motejándolo de “enorme hijo de puta” (sic) y que ahora anda diciendo que “se usarán hasta los servicios secretos contra la primavera catalana pero creo que Cataluña aguantará el asedio" (Deia) es, quizá a su pesar, el máximo exponente de la pluralidad de opinión posible en este país, donde cabe, como vemos, todo, literalmente todo. Mi enhorabuena y a seguir transgrediendo y dejando alto el pabellón de la izquierda, don Joan.  

jueves, 27 de diciembre de 2012

Expiación - Ian McEwan

He tenido el tortuoso placer de leer “Expiación” de Ian McEwan, un autor inglés nacido en 1948, o sea, contemporáneo, al que no tenía hasta el momento el gusto de conocer.
Publicada en 2001, se trata de una novela terrible, escalofriante, que el autor arma en cuatro partes, que reflejan cuatro momentos del drama de sus personajes y de la Inglaterra del siglo XX. Y lo hace con una prosa pertrechada de una férrea voluntad de estilo, que, huyendo de excesos, amalgama una cruda belleza y una límpida claridad expositiva.
 
En la primera y, sin desmerecer en absoluto las demás, a mi juicio, la mejor parte, pone en marcha un mecanismo de relojería que te deja sin aliento, absolutamente estupefacto. Estamos en 1935 y asistimos al hundimiento del mundo descrito un siglo antes por Jane Austen. La Inglaterra rural de los terratenientes, rentistas y funcionarios, acomodada y superficial, despreocupada y orgullosa, atenta tan sólo al refinamiento y a las formas, se va a agrietar primero y a desplomar después, delante de nuestros ojos, a través de una alegoría preciosista. El autor elabora una técnica narrativa, con una destreza que yo no recuerdo cosa parecida en ninguna de mis lecturas previas, con la que nos va llevando de la subjetividad de un personaje a la de otro, viviendo unos hechos que, a veces se sincronizan y, a veces se superponen, repitiéndose desde diversos puntos de vista y diversas interpretaciones. Finalmente, todo el rompecabezas encaja y una evidencia de brutal dramatismo nos saca de nuestra inocencia y nos sacude hasta lo más recóndito de nuestras convicciones.
 
En la segunda parte, Robbie, uno de los tres polos de la narración y, entre los personajes principales, el que es víctima del destino más trágico, nos hace acompañarle por el norte de Francia durante la atroz retirada de Dunkerque (mayo de 1940). Esta parte es más lineal y menos novedosa que la primera, pero tiene mucha fuerza como descripción crudísima de un horror, de una pesadilla.
 
En la tercera parte acompañamos la peripecia vital de Briony, que en 1935 era una chiquilla fantasiosa que quería ser escritora y ahora, en el verano de 1940, es una jovencísima estudiante de enfermería, que se ve abocada a atender numerosos y graves heridos y mutilados de la guerra, que llegan evacuados al hospital donde se halla, en Londres. Estamos propiamente ante la parte de la expiación. Ésta es llevada a cabo por Briony, para “pagar” por la trágica estupidez infantil que desencadenó los hechos más dramáticos del relato (y que, por supuesto, no voy a desvelar).

Ian McEwan, el autor
 Hay una cuarta parte, muy breve, en la que el escritor tiene la bondad de recordar que los durísimos hechos narrados eran literatura y nos reconforta un poco respecto al destino del trío protagonista, sembrando una bondadosa niebla de confusión.
 
Uno de los aspectos más destacables de la novela, es que es capaz de cerrar y redondear una historia muy compleja, narrando sólo cuatro momentos emblemáticos muy breves de la misma. Lo expuesto en la primera parte abarca sólo un día: es increíble cómo se puede contar el final de una época en tan breve plazo. Las otras partes abarcan una duración de unas pocas jornadas, que también condensan un mundo de acontecimientos.
 
La edición española de la novela
La novela es, por una parte, coral y, por otra, centrada en tres personajes: Briony, su hermana mayor, Cecilia y el amante de ésta, Robbie. Satisfará enormemente a los amantes de la literatura anglosajona más atenta al estilo, pero también a los que gustan de la novela histórica y a los enamorados de las peripecias sentimentales: una gozada en tres dimensiones, bastante amarga pero irresistible.
Basada en la novela, hay una película, también titulada "Expiación", protagonizada por la divina Keira Knightley (Orgullo y Prejuicio) que no he tenido ocasión de ver aún. Estaré al loro.
 


miércoles, 26 de diciembre de 2012

Nostalgia De La Nieve

 
Estos días de tiempo caribeño, deslucen el ambiente navideño. Perdón por el ripio, pero es que casi hace calor por aquí, así que he dado en recordar las navidades de mi infancia en Jaca, siempre teñidas de blanco. Solía nevar hacia el 20 de diciembre, durante varios días, de un modo más o menos continuado. La nieve permanecía en las calles hasta enero y luego se helaba, propiciando espectaculares patinazos y divertidas costaladas. Cuesta creerlo, pero la nieve era tan abundante que era considerada poco menos que un incordio.

 
Aquí en Monzón, la nieve es un acontecimiento. Nieva cada vez más raramente y en cantidades más y más escasas. Por este motivo, los niños, los que lo son por edad cronológica y los que lo somos por una privilegiada malformación espiritual, están y estamos siempre añorando una buena nevada. Una nevada por su sitio: de esas que colapsan el tráfico e imponen ese silencio tan denso y especial en calles, plazas y parques; de esas que traen de improviso un insospechado día de fiesta, que cierran las escuelas y dejan a los niños en posesión de la calle, haciendo batallas con bolas de nieve, marcando profundas huellas en forma de ángel en el suelo o construyendo deformes y efímeros muñecos de nieve en los jardines; de esas que permiten patinar un poco alocadamente por las calles o encontrar en un trastero algo parecido a un olvidado trineo y darle uso en alguna cuesta o espuenda.
 
La última nevada consistente que hubo por estos lares, nos fue otorgada el 15 de Diciembre de 2001, hace pues bien poco más de once años. Después ha nevado en varias ocasiones, no muchas, pero no del mismo modo, sino cuajando apenas un raquítico manto blanco por el paisaje urbano, manto que, al cabo de dos o tres días, era un mero recuerdo del que sólo quedaban algunos testimonios en blancos retazos sobre la tierra y la vegetación de las zonas más umbrías. La de 2001, en cambio, fue una nevada copiosa, de la que conservo unas cuantas fotos, que ahora tengo ocasión de publicar.

Me gusta, particularmente, porque es irrepetible, la foto sobre estas líneas, con el edificio del Conservatorio en construcción, al que le falta la cúpula de vidrio que remata la torre, aunque todas las imágenes, en mayor o menor medida, dan testimonio de pequeños cambios que, los que conocen este entorno urbano, apreciarán.
 
Este invierno, como todos, salgo cada mañana a la terraza a atisbar la gran nevada, aun a sabiendas de que se trata de un acontecimiento que aquí se produce sólo cada once o doce años. A ver si hay suerte y se presenta, porque si no, no me quedará más remedio que engrosar la lista de los creyentes en el cambio climático.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Entusiasco Os Desea Feliz Navidad

Quiero aprovechar hoy el espacio que me brinda esta página, para desear a todo el mundo unas felicísimas fiestas de Navidad.
Para unos será una ocasión para recordar cómo Dios renace una vez al año en cada uno de nosotros, para otros será una oportunidad de ponernos hasta las cachas de comida, bebida y euforia, para los paganos como yo será la celebración del solsticio de invierno, pero sea lo que sea lo que te acerque y te reúna en el ámbito de esta festividad, mi deseo es que algo se mueva dentro de tu corazón y lo inunde de dicha y esperanza.