Aquí
en Monzón, la nieve es un acontecimiento. Nieva cada vez más raramente y en
cantidades más y más escasas. Por este motivo, los niños, los que lo son por
edad cronológica y los que lo somos por una privilegiada malformación
espiritual, están y estamos siempre añorando una buena nevada. Una nevada por
su sitio: de esas que colapsan el tráfico e imponen ese silencio tan denso y
especial en calles, plazas y parques; de esas que traen de improviso un
insospechado día de fiesta, que cierran las escuelas y dejan a los niños en
posesión de la calle, haciendo batallas con bolas de nieve, marcando profundas huellas
en forma de ángel en el suelo o construyendo deformes y efímeros muñecos de
nieve en los jardines; de esas que permiten patinar un poco alocadamente por
las calles o encontrar en un trastero algo parecido a un olvidado trineo y
darle uso en alguna cuesta o espuenda.
La
última nevada consistente que hubo por estos lares, nos fue otorgada el 15 de
Diciembre de 2001, hace pues bien poco más de once años. Después ha nevado en varias ocasiones, no muchas, pero
no del mismo modo, sino cuajando apenas un raquítico manto blanco por el
paisaje urbano, manto que, al cabo de dos o tres días, era un mero recuerdo del
que sólo quedaban algunos testimonios en blancos retazos sobre la tierra y la vegetación
de las zonas más umbrías. La de 2001, en cambio, fue una nevada copiosa, de la
que conservo unas cuantas fotos, que ahora tengo ocasión de publicar.
Me
gusta, particularmente, porque es irrepetible, la foto sobre estas líneas, con
el edificio del Conservatorio en construcción, al que le falta la cúpula de
vidrio que remata la torre, aunque todas las imágenes, en mayor o menor medida,
dan testimonio de pequeños cambios que, los que conocen este entorno urbano,
apreciarán.
Este
invierno, como todos, salgo cada mañana a la terraza a atisbar la gran nevada, aun
a sabiendas de que se trata de un acontecimiento que aquí se produce sólo cada once
o doce años. A ver si hay suerte y se presenta, porque si no, no me quedará más
remedio que engrosar la lista de los creyentes en el cambio climático.
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