domingo, 21 de abril de 2013

Eventual De Primavera

Dado que las condiciones laborales que estamos dejando en herencia para nuestros hijos propiciarán un desarraigo creciente, un número de excluidos cada vez mayor y los demás disfrutarán de trabajos-basura eventuales, mal retribuidos, sometidos a la movilidad, la incertidumbre y la inseguridad, cuando no al abuso directo, amén de alternativas tan poco estimulantes como los minijobs, los contratos de aprendizaje permanentes y los de becarios y meritorios sin expectativas, a tal punto de que los que carezcan de patrimonio o de acomodo en familias desahogadas, ya pueden ir planteándose emigrar a algún país emergente, o buscar refugio en evasiones como la poesía, que es barata, no como los estupefacientes, que están por las nubes. Así que no me importa predecir, aunque me equivoque, que el consumo de poesía aumentará, como paliativo, si los tiempos, como parece, se ponen singularmente duros.

No sé si me sigo, pero todo esto venía a cuento de un poema, un soneto cómo no, que compuse hace unos años, durante una crisis económica también muy jodida, allá en los ochenta, cuando mandaba la señora Thatcher, recientemente retirada, y la reconversión industrial vació las factorías, lanzando al paro a miríadas de operarios especializados. Entonces quise poner versos a un mensaje de optimismo, pensando que uno podía trabajar de primavera, o ser lo suficientemente primavera para trabajar, ya no me acuerdo. Aunque lo cierto es que me quedó un poema hecho un abril, la mar de pulido, que puede gustar a grandes y pequeños y proporcionar no poco consuelo a algún alma afligida. Yo lo pongo por si acaso.

  
   EVENTUAL DE PRIMAVERA
 
  Un tiempo trabajé de mes de Mayo:
me levantaba de muy buena hora,
ponía nueve alondras en la aurora
y un mirlo dirigiendo el vivo ensayo.

  Por la tarde afilaba el rudo rayo
(la tormenta también era canora),
la lluvia deslizábase sonora
y regaba amapolas de soslayo.

  Sacaba el arco iris sin reparo
y, poniendo a escurrir malvas y rosas,
colmaba el aire tibio de fragancia.

  Un día me quedé de nuevo en paro,
guardé solo unos ramos de mimosas
en rincones ocultos de mi estancia.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario