martes, 29 de abril de 2014

Mascotas De Combate

“Eso está más pasao que los Pokémon” oí decir hace casi veinte años a un muchacho de secundaria, refiriéndose a una cuestión de moda. Pero se equivocaba. La pervivencia de la (para mí) insustancial saga ha sido inusitada: un desafío más a mi obtuso entendimiento. Se siguen editando, sin descanso, novedades en el fértil terreno de los juegos para videoconsolas y mi asombro, que mis hijos atribuyen a una indestructible cazurrería, no deja de crecer ante tamaña proliferación. Aún recuerdo cuando fui, hace mucho tiempo, a ver con uno de ellos que estaba en segundo de primaria, la inenarrable “Pokémon Mewtwo: El Regreso”, a mí casi se me salta un ojo, pero él ni parpadeó. A mí me pareció una paparrucha incomprensible, a él la octava maravilla del séptimo arte. La brecha generacional quedó de manifiesto en un instante. Salimos del cine, él convencido de que, de mayor, iba a ser entrenador Pokémon, decisión que no abandonó hasta cumplidos los dieciséis años; yo, persuadido de que me iba a perder todo el resto de la saga, decisión que no he abandonado hasta hoy, y creo que me he perdido unas veinte películas de los pendencieros bicharracos.

Disney y la explosión demográfica

Una vez que andaba echando pestes yo, de las pamplinas con que les llenan a los niños de hoy el hueco donde antes sospecho que se solía alojar el cerebro, una amiga mía, psicóloga por más señas, me confortó diciendo que tenía su lado bueno: fomentaba el amor por los animalitos y ayudaba a los niños a comprender la Teoría de la Evolución… Ignoro qué pensará el buen Darwin en el otro barrio de esta, como poco, mixtificadora divulgación, pero a mí me queda un taimado reproche que hacer a los adalides de la psicopedagogía posmoderna:

Que es ni más ni menos que el dirigido a su desprecio por la importancia de la memoria en el aprendizaje. Se burlan, como si fuera un pasatiempo de cenutrios, de los que memorizan nombres y fechas en historia, conjugaciones y reglas en gramática o símbolos y valencias en química… “El aprendizaje memorístico no sirve para nada”, para no ser un berzotas hay que desarrollar, según ellos, el pensamiento lateral, la inteligencia emocional y la solidaridad con otras culturas que nos ayuden a hacer la ablación de nuestras limitaciones como occidentales. Magnífico programa, pero luego resulta que los niños disfrutan ejercitando la memoria que, al fin y al cabo, es una potencialidad asombrosa de la mente. Y se aprenden de memoria los nombres, características de ataque y defensa, evoluciones, costumbres y hábitats de ¡setecientos Pokémon! En lugar de, pongamos por caso, las tablas de multiplicar, los primeros números primos o los verbos irregulares ingleses. ¿El saber no ocupa lugar o los saberes vanos desplazan a los conocimientos útiles? Responda, señor Pedagogo, no me deje anquilosado en mi conclusión final: en realidad, todos los saberes son vanos (particularmente los adquiridos por los pedagogos).

¿A cuántos puedes poner el nombre?

Termino, pelillos a la mar, compartiendo aquí mi homenaje a los afortunados creadores nipones con un Pokémon inédito, diseñado por mí, con mis propias nalgas, y al que he puesto el nombre de Scarfotar, que creo que está vacante. 
  

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