lunes, 9 de junio de 2014

Un Multicolor Muestrario De Razas

Usando y abusando de las láminas de mi vieja enciclopedia, me acerco hoy a este espacio para traer un singular Facebook, donde se muestran un repertorio de fotografías de variados tipos étnicos: no son aptas para añadir a una lista de contactos o buscar pareja, porque las imágenes ya tienen sus añitos, incluso dudo que te reconozcas si te tomaron una imagen como certero referente de tu grupo étnico y orgullo para tu raza.

 
El caso es que apenas voy a comentar estas imágenes: mi ignorancia se extiende a los más diversos campos, pero en éste de los grupos raciales, concretamente, podría optar a un premio, si lo dieran, al más inculto en el tema. Limitareme a transcribir algunas citas ilustrativas del desorden que atesoro en estos en estos saberes. Comenzaré por la Enciclopedia Álvarez, que construyó los cimientos de mi magra alfabetización antropológica:

“Se llama razas humanas a ciertos grupos de hombres que tienen análogas características físicas y espirituales.

Para clasificar a los hombres en grupos o razas, se ha tomado como punto de partida ciertos rasgos característicos: color de la piel, forma del cráneo, forma de la nariz, etc.

Pero, con todo, la clasificación de los hombres en razas es muy difícil, porque la raza pura no existe; a través de los siglos nos hemos ido mezclando unos con otros y hoy, para hacer una clasificación perfecta, habría que establecer muchas razas intermedias.

A pesar de todo, el criterio de clasificación más extendido, es el que divide a los hombres en cinco razas, teniendo en cuenta el color de su piel: blancos, negros, amarillos, cobrizos y aceitunados o malayos.”

 
Bueno, creo que no sería justo hacer un comentario a un texto que establece una aproximación tan ruda y rudimentaria al tema. Pero la cuestión se ha convertido en tabú, como antes la sexualidad. Si echamos un vistazo a los textos escolares actuales, veremos que, en Primaria, el tema no se toca. Se fía todo al aprendizaje empírico de los propios alumnos en su más o menos diversificado grupo.

La corrección política establece una especie de penitencia para el etnocentrismo europeo imperante durante siglos. Cualquier escritor progresista parece asumir el deber de mortificarnos con comparaciones desventajosas. Por ejemplo, selecciono dos pasajes de la popular autora Donna Leon, donde se pondera la superioridad estética de las etnias de color:

“Lentamente, se volvió a mirar a los dos hombres, y Brunetti, al verla, ahogó una exclamación, sorprendido tanto por su belleza como porque Mingardo no la hubiera mencionado.
Era una mujer de veintitantos años. Tenía la cara y el cráneo alargados, la nariz finamente arqueada y los ojos almendrados; la armonía y delicadeza de sus facciones recordó a Brunetti el busto de Nefertiti que había visto en Berlín muchos años atrás. Las ojeras, más oscuras que el moreno encendido del resto de la cara, acentuaban el blanco de los ojos y de los dientes. «Ay, Dios -pensó él instintivamente-, ¿cómo nos verá a nosotros esa gente? ¿Mazacotes de patata con ojos redondos? ¿Pedazos de carne mal curada? ¿Cómo soportarán vivir rodeados de pálidos fantoches, y qué será contemplar desde esa belleza tanta birria descolorida?”

 
Y en un pasaje de otro libro dice:

“Cuando se daba por satisfecho con su exposición, el hombre enderezaba el cuerpo y se situaba detrás de la mercancía, generalmente, hacia un lado, para poder seguir charlando con el vecino. La mayoría eran altos; y todos, delgados. La piel que la ropa dejaba al descubierto, la de la cara y las manos, tenía el lustre del ébano propio de los africanos cuya negritud no se ha diluido con el contacto con los blancos. Tanto quietos como en movimiento, aquellos hombres daban impresión no sólo de buena salud sino de buen humor, como si no pudieran imaginar algo más divertido que estar plantados en medio de la calle, de noche, con aquel frío, tratando de vender bolsos de imitación a los turistas.”

 
En el otro extremo de este eje polémico, se sitúa un autor como Michel Houellebecq, al que cito:

“Por otra parte, tenía pinta de árabe, lo cual facilitaba las cosas; el único contenido residual de la izquierda durante esos años era el antirracismo, o más exactamente el racismo antiblanco.”

Y en otro pasaje: “Desde el momento en que los blancos empezaron a considerar a los negros sus iguales , estaba claro que tarde o tempranos los considerarían superiores.”

Pero yo no venía a enredarme en tales cuestiones, ni a intoxicar, sino a mostrar estas curiosas y pintorescas láminas, leñe.
 
  

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