sábado, 7 de junio de 2014

Protege Tu Planeta Del Calentamiento Global (Ponlo A Refrescar)

El pasado día 3 de Junio fue el Día Mundial del Medio Ambiente y un servidor, en su modestia, quería hacer una entrada, para recomendar a los lectores más despistados, que cerraran el grifo por la mañana, mientras hacen saludables gárgaras, o que no vayan a poner, estos primeros días de altas temperaturas, el aire acondicionado a demasiada potencia, una cosa intermedia estaría bien, ni frío, ni calor: cero grados... De lo contrario, los nietos de nuestros monarcas corren el riesgo de no poder ir a cazar elefantes a Botswana, pues se habrán extinguido (¿los elefantes? ¿Los monarcas? ¿Los nietos?) Es igual, no cuesta nada mantener el planeta limpio, pasándole un paño de vez en cuando y financiando los yates de Greenpeace y otras bravas oenegés, dispuestas a defender a los calamares de los malvados submarinistas sin escrúpulos.

En estas elucubraciones estaba, cuando mi amigo el Resentido me dijo: “déjame escribir a mí, tú no sabes nada de ecologismo, no sabes nada de proteccionismo, no sabes nada de conservacionismo y a ti todo te da lo mismo”. Su ferocidad me indujo a dejar despejado el paso a sus chocarreros juicios pero, como es tan vago, hoy que ya pasan cuatro días de la efemérides, le he echado la bronca. “Es que no lo he acabado…” Me dice. Y me pasa una hoja de cuaderno manuscrita, que transcribo íntegra, para que veáis lo babieca que puede llegar a ser.

 
«Yo me hice ecologista antes de la Marcha Verde. Concretamente, pero vamos, mucho antes de que estuviera de moda, yo ya había hecho un curso de ecologista por correspondencia y llevaba en el errecinco, con el que daba vueltas por todo el pueblo, así que todos la han visto, una pegatina que decía: “¿Nuclear? No, gracias.” Y es que siempre había procurado, dentro de mis modestas posibilidades, devastar el planeta lo menos posible: no fumo, no leo prensa para no matar los bosques, así que fue de casualidad que leí la noticia el otro día, bueno la leí porque el tío que me prestó el periódico, me dijo que estaba hecho con papel reciclado y así la conciencia se me quedó más tranquila, ¿no? Pero luego, vaya sobresalto, va y me entero de que a un industrial que yo conozco, le hacían una interviú, en plan “ésta es su vida”. El hombre, que invertir en Aragón, que es lo nuestro, lo nuestro por aquí, lo nuestro por allá, las competencias y las transferencias y las reverencias, el amor a su tierra, que se ha comprado una parcela en la montaña y eso, lo que ha luchado y ha trabajado para poner en marcha la planta nueva, los camiones cisterna, o sea, las cubas de la empresa y tantos miles de toneladas de producto al año, competitividad, el reto de Europa y, como de pasada, en el tema de los vertidos, polémico sí, polémico no… Resulta que el control sale muy caro, los filtros salen muy caros y, echando cuentas, sale más barato pagar si te multan, que hacer instalaciones que no tienen ninguna rentabilidad, productividad cero, mejor asumir el coste de las sanciones.

Cochambrose Earth
¿Seré capullo? Pensé, no fumo y me trago las bafaradas y tufarreras de este desalmado. Yo venga a recoger vidrio, las pilas, el papel, no compro un espray ni para matar los mosquitos de por aquí, que son como helicópteros que, en vez de picarte, se te llevan en volandas a donde tienen ellos la mesa puesta, con cuchillos y tenedores… Venga gasolina sin plomo, detergentes sin fosfatos, alimentos sin envases de plástico, que estoy sensibilizado, lo que se dice sensibilizado y concienciado, para que venga este mamón y me llene la biosfera de mierda, con el rollo de que así es competitivo, porque los filtros son muy caros y, en tiempos de crisis, bastante ha hecho con no hacer un ERE fraudulento como todos.

Mefitic Wood
Pues así ha sido como me he apuntado al comando “Represalias Tóxicas” del que soy fundador, socio, presidente y único integrante por ahora: la primera acción ha sido enterarme dónde tiene el fulano éste su parcela en la montaña y, aunque la rodea con una valla, alta como la de Melilla, y la adorna con dos perrazos como vacas lecheras que se hubieran puesto los cuernos de colmillos, salto intrépido al interior de su muy bien protegida y conservada parcela, que dan ganas de preguntar qué Parque Nacional es ése que se ha comprado… Y le entierro allí toda clase de pilas: alcalinas, de litio, recargables, de manganeso, baterías de móvil, amén de filtros de cigarrillos, esprays de lubricante medio llenos y algún residuo radiactivo, si un lector tuviera la bondad de mandármelo. Si va a ser que esto no tiene remedio, pues que la pringuemos todos, ¿no?

No fumo, ni mato ballenas, protejo a los pingüinos del bulling, entierro por el campo los huesos de melocotón, de aceituna y de cereza, las pepitas de sandía y las bellotas; no abandono, en cambio, neveras, televisores, microondas, ni otros electrodomésticos no biodegradables, no…»

Pollution County
Y aquí se acaba la historia de Pepito Zanahoria. Yo no sé qué pretendía el Resentido con esta destartalada ficción. Y si no se la publico, me hablará, dos meses seguidos, del Poder de la Censura cuando uno la convierte en autocensura. Si lo agarro, lo escamocho.
 
 

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