jueves, 7 de mayo de 2015

Amapola, ¿Cómo Puedes Tú Vivir Tan Sola?

Paseando por el campo, a veces me viene la inspiración y, a veces, asaltan mi caletre toda suerte de ideas chorras, e incluso la sospecha de que ya no se nota la diferencia.

 
El caso es que los campos se han vestido de rojo o, como decimos por aquí, de “colorao”, debido a los millares de humildes amapolas que tapizan todo tipo de márgenes, espuendas y cunetas. En los campos de labor no, que tengo entendido que los perseverantes labriegos echan un plaguicida que impide su proliferación y, así, desmienten la canción del difunto Manolo Escobar, aquella que decía: “El trigo entre toas las flores / ha escogío a la amapola / y yo escojo a mi Dolores, / Dolores, Lolita, Lola.” Es curioso, he tardado más de 50 años en encontrarle alguna gracia a esta copla.


 
La frágil flor (no puedes cogerla sin arruinarla, en cuestión de minutos se marchita) presta al género femenino (mi favorito), un nombre bastante “demodé” o, como se dice ahora, “vintage”. Amapola. Uno de mis muy más demasiado favoritos boleros de Los Panchos, se titula “Amapola” y en él se declama: “Amapola, / lindísima Amapola, / no seas tan ingrata / y ámame. / Amapola, Amapola, / ¿cómo puedes tú vivir / tan sola?” Los nombres propios, casi siempre femeninos (de varón, sólo se me ocurren Narciso y Jacinto), tomados de las flores, parecen un tanto en declive: hay Rosas, Margaritas, Azucenas, Violetas, Verónicas, Hortensias… Pero escasean las Amapolas, apenas nadie le pone a su hija Amapola, usando de la sinestesia, diré que es un nombre demasiado vistoso.


 
En el campo no, allí las hay a patadas o, usando el coloquialismo que tanta gracia me hace últimamente, “a cascoporro”, y me pregunto cómo se les pudo ocurrir a los letristas aquello de “¿Cómo puedes tu vivir tan sola?” Si es que salí con mi cámara “Lumix” a fotografiar la primavera tardía y, apuntara donde apuntase, había uno de estos efímeros roldes de intenso bermellón encendido. Hasta di con unas, agitadas por el viento, donde mantenían un precario equilibrio unos saltamontes de un verde tierno, que parecían posar para el paseante ocioso: un buen pretexto para compartir las imágenes aquí.
 

 

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