martes, 10 de mayo de 2016

Matemáticas Y Diversión 21. ¿Podemos Fiarnos De La Lógica?

Mi creencia en el poder de esa disciplina llamada Lógica se ha debilitado mucho con los años y, en los últimos tiempos, he llegado a pensar que la pobre sirve tan sólo para resolver acertijos de sospechoso ingenio, viendo como en la política y en los medios informativos el sujeto X afirma el cumplimiento simultáneo de A y no A, cada vez que ambos sucesos le vienen bien para su propósito en el instante T, o asistiendo a la palmaria demostración de lo que a cada uno le conviene y al reinado del argumento ad hominem.

La lógica matemática siempre me ha parecido nebulosa y a los alumnos que disfruté en el pasado, no digamos: los pedagogos hablaban de que había que aprender sin darse cuenta, sin esfuerzo y divirtiéndose mucho; los psicólogos hablaban de “pensamiento lateral” y de “inteligencia emocional” y, siempre que oigo esos términos, me viene a la mente el recuerdo de un muchacho tratando de resolver el cubo de Rubik: como tuvo la fortuna de haberlo comprado en los chinos, despegó todas las etiquetas y las volvió a pegar en las caras de su conveniencia, hasta dejar todas y cada una del mismo color, ¡toma estrategia alternativa!




Así que cuando yo les contaba la paradoja de Cantor, en su versión del barbero, todos tenían una solución personal y ninguno creía que la cuestión fuera insoluble: “En un pueblo, el barbero afeita a todos los hombres que no se afeitan a sí mismos, ¿quién afeita al barbero?”


Mi afición a los acertijos me llevó a un libro titulado “¿Cómo se llama este libro?” (en serio) y a proponerles a los alumnos el conocimiento de la isla de los caballeros y los escuderos, notables habitantes, los caballeros siempre dicen la verdad y los escuderos siempre mienten, lo cual da lugar a enredos lógicos, adivinanzas y más paradojas. Propondré un par de las más fáciles para solaz del lector:


En el primero, un extranjero llega a la isla y se encuentra a A, B y C. Les pregunta: ¿Cuántos caballeros hay entre vosotros? A contesta, pero en voz tan baja que no se le oye.
B aclara: ha dicho que hay un caballero entre nosotros.
Y C dice: No hagas caso de B, está mintiendo.
¿Qué son B y C?




Este segundo procede de la inventiva de un alumno, pues una vez que entienden que no se acierta de chiripa, ni tampoco el aspecto externo de caballeros y escuderos puede dar pista alguna, se aficionan al mundillo de los que siempre dicen la verdad o siempre mienten y, bueno, sus cerebros se activan:


El extranjero llega a la isla y pregunta a tres personas qué son cada uno. He aquí las respuestas:
A dice: B es escudero.
B dice: C es caballero.
C dice: Todos somos caballeros.
¿Quién es caballero y quién escudero?


Aunque he dicho dos, como soy escudero, me descolgaré con la más conocida de las adivinanzas de esa isla: vas por un camino y se bifurca, sabes que un ramal conduce al castillo de los caballeros y otro al acantilado de la muerte cierta, pero no sabes cuál tomar pues no conoces la isla. Hay un paisano sentado en el cruce, pero ignoras si es caballero o escudero: ¿qué le preguntas para seguir por el camino correcto? Aaaah…




El área y el volumen del cuboctaedro, vale, de la entrada pasada:



Para el volumen, voy a combatir la superficialidad de esta página con el enlace a una de Matemáticas de verdad, maja, de nivel e interactiva:

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