viernes, 31 de mayo de 2013

Romance Del Prisionero

Una sorprendente afición escolar de los niños de ahora mismo, todos ellos nativos digitales, es la de realizar un Power Point con cualquier pretexto: un trabajo de Ciencias, una excursión, una fiesta de cumpleaños, los planetas del Sistema Solar, los personajes de “Juego de Tronos”, una canción, un cuento, un poema o la biografía del cantante de moda, que con sólo dieciséis años ya se ha divorciado tres veces y ha logrado rehacer su vida al salir de la clínica de desintoxicación donde ha superado sus adicciones.

 
Alguien mucho más mayor verá en ello una actividad de mérito, una muestra de dominio de los arcanos de la informática, pero lo cierto es que se trata de un reto de escasa complejidad, que los niños, incluso los menos avispados, acometen con tanta facilidad como jugar a cualquier videojuego de moda. Realmente lo difícil es dotar de un contenido aprovechable en el ámbito educativo a una actividad tan simple. Hace tres o cuatro años les propuse ilustrar en un Power Point el célebre “Romance del Prisionero”, haciendo una diapositiva con cada par de versos.

 
Pues bien, este último día de Mayo en el que no ha hecho la acostumbrada calor ni de lejos, pues llevamos diez días de tiempo muy ventoso y fresco, me he acordado (por contradicción) de aquel trabajillo y he recuperado algunas ilustraciones que traigo aquí para entreverarlas en el poema.

 
ROMANCE DEL PRISIONERO

Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,

 
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;

 
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,

 
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.

 
Notaremos que lo más evocador para los niños es la estancia en la cárcel del pobre prisionero, que es representada con crudeza y una evidente influencia de las películas norteamericanas. Las dos últimas son sensacionales: no olvidemos que los artistas tenían diez años.

Éste aún no ha aterrizado

Triste, cuitado

Encadenado al muro. Y qué humedad

La celda más lóbrega

Una anacrónica silla eléctrica

A ver si me hago con las llaves

Malherido y en el cepo
 

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