miércoles, 15 de mayo de 2013

Capbreton. Un Episodio De La Lucha De Clases

Hace un par de semanas me enteré de que se había celebrado un juicio en París contra unos patriotas vascos y habían dictado una sentencia bastante contraria al Proceso de Paz e incluso a la Alianza de las Civilizaciones. Una cadena perpetua y otra condena cercana a 30 años de cumplimiento efectivo. Jesús estos franceses, qué autoritarios, qué retrógrados, antidemocráticos y vengativos, ¿nadie les ha informado de que ha cambiado el escenario del escenario? ¿Acaso quieren evitar que se resuelva el Problema Político Vasco? ¿No se han enterado, por las sabias palabras de Llamazares, de que la línea roja es el PP?

Este colosal malentendido tuvo su origen allá en el 2007 en Capbreton, una localidad de las Landas francesas, célebre hasta aquel entonces (por aquí) tan sólo por sus playas nudistas y por cierto tufillo a tolerancia sexual, en un ambiente magistralmente retratado por Michel Houellebecq en su fantástica novela “Las partículas elementales”. Los atolondrados gudaris del temerario comando, ¿acaso no sabían que habían rebasado la frontera de Lapurdi en el norte de Euskal Herría? ¿Acaso ignoraban que la acción armada iba a tener lugar en suelo francés, donde las garantías jurídicas y procesales que les podían amparar, no son ni mucho menos como en España? ¡En Capbreton, por Dios, a quién se le ocurre! Me da que estos intrépidos encapuchados tenían información veinte años atrasada, de cuando el gobierno francés, en las amigables manos de Mitterrand, comprensivo con todas las causas populares, miraba hacia otro lado cuando se producían estas acciones armadas, que tanto debían recordarle al difunto mandatario galo sus gloriosos años en la Resistencia.

El caso es que el uno de diciembre de 2007, los guardias civiles Centeno (24 años) y Trapero (23 años, con estos apellidos ya nos sobra para imaginarnos dos sicarios opresores enemigos del pueblo de Euskadi) fueron abatidos en un intento de socializar el sufrimiento cotidiano presente en la sociedad vasca oprimida, amordazada y empobrecida por la bota españolista (hagamos notar que en la presente crisis, la comunidad vasca ha sido la más golpeada por la pobreza, según datos que publica El País hoy). Quiso la mala fortuna que los objetivos se hallaran desarmados, lo que, no sólo resta popularidad a la acción sino que, de cara a un juez francés, esto constituye un agravante y el delito es tipificado como asesinato. Qué se le va a hacer.

El 26 de abril del presente 2013 se hizo pública la sentencia que condenaba a Mikel Carrera Sarobe alias “Ata” a ¡cadena perpetua! (Toma ya), como autor material de un delito de asesinato con casi todos los agravantes imaginables, y a Saioa Sánchez Iturregi (léase Iturregui), de nombre de guerra “Hintza”, como cómplice; a 28 años, de los cuales al menos dos tercios, tendrá que hacerlos efectivos en el trullo, o sea, que tardará en estar brindando con champán en su pueblo mientras, bajo su balcón, le bailan un aurresku. Para otros cómplices, se fijaron varias penas menores.

En fin, pobres, confundirse de raya fronteriza y de circunstancia los ha llevado al infierno de las cárceles francesas, donde difícilmente serán moneda para la negociación de un Proceso de Paz con mediadores internacionales y toda la parafernalia redentora. Lo siento.

 
Y ahora lo siento, esta vez de veras, por los familiares de los asesinados, aunque tienen el magro consuelo de haber obtenido una justicia que, de este lado de la claudicación, no podían ni haber soñado, eso no les devolverá a sus hijos vivos.

Un amigo mío, el Resentido, cuya debilidad moral le hace bascular peligrosamente entre la delgada línea que separa la justicia de la venganza dice, el muy bruto, que lo que lamenta es que los penales franceses tengan fama de pertenecer al primer mundo, pues de otro modo los penados convictos de este triste caso, podrían sufrir abusos en su celda por parte de los demás presos (él habla de sodomía).
 

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