jueves, 2 de mayo de 2013

Montañana. Más Puertas, Más Arcos.

 Vuelvo a proponer un modesto abanico de imágenes de este pequeño y singular casco urbano medieval, rico en rincones misteriosos de una belleza rústica y austera. Me gusta remolonear, cámara en mano, por callizos como éstos, sin un particular contenido de riqueza monumental, donde la soledad es grata y el tiempo parece haberse detenido en un gesto ensimismado, en un recuerdo ocasional aunque nostálgico de la vida en otras épocas, con ritmos más pausados y meditativos. Montañana, a escasos dos kilómetros al oeste de la carretera entre Lérida y el Valle de Arán, se enclava en una especie de proa entre dos barrancos, que esta primavera traen un rumor más caudaloso de lo que es habitual. Un puente medieval muy elegante da acceso a un núcleo que se escalona hacia arriba. El pueblo, en esta zona oriental de la Ribagorza oscense tiene un carácter marcadamente fronterizo. Históricamente es innegable, puesto que se halla a los pies de una fortaleza de avanzadilla; en la actualidad, también ostenta este carácter, hibridando en una desconcertante síntesis, lo aragonés y lo catalán. No olvidemos que forma parte de los nebulosos y fantasmagóricos Països Catalans, propugnados por ERC y sus acólitos, deseosos de encontrar vasallos allí donde la proximidad lingüística, geográfica y cultural da pábilo a sus fantasías. Pero no es mi intención divagar sobre las posiciones políticas del PSMP (Partido Socialista de Mi Pueblo), al que el hecho diferencial y el derecho a decidir, hacen autónomo e independiente del PSPV (Partido Socialista del Pueblo Vecino), lo que yo quería era fantasear sobre lo que las puertas ocultan a la mirada.
 
 
Y empiezo con este deslumbrante callizo (no sé cómo llamarán aquí a los tramos de calle sombreados bajo un arco), que muestra dos puertas a la izquierda, bajo un techo de vigas de madera. Sobresaliente, el pavimento.
 
Continúo con este rincón, con puerta de arco y espacioso balcón con baranda de madera. La sillería de la fachada apila las piedras más planas de los barrancos próximos (o eso me parece) y la ventana de la izquierda es un ojo abierto con los párpados de roca.
 
La de esta esquina, parece una casa deshabitada. Las cicatrices que ha dejado la lucha contra temporales y tormentas en la madera de la puerta, son imponentes (esta puerta parece haberse ganado un respeto).
 
Restos de revocado con azulete en el dintel del balcón, y el consabido arco semicircular para la puerta de abajo. Observo el agujero de la gatera y recuerdo a mi padre cuando me decía: “Si fueras gato, ¡cuántas noches dormirías al raso!” Debido, lo has adivinado, al abultado tamaño de mi cabeza, un término medio entre melón y sandía.
 
Esta sería un clásico en mi colección, si no la singularizaran la curiosa irregularidad en los sillares de la fachada y las escotillas en la tabla de la puerta. Muy prácticas para ver quién llama y decidir si abrimos o no. En la clave del arco hay grabada una fecha: “Año 1703”. Solera.
 
Sobre ésta con tabla claveteada y pintada de un poético aguamarina, ataron una parra que, en verano, dará un frescor no exento de avispas.
 
Termino con dos apuntes monumentales. Sobre estas líneas la ermita de San Juan Bautista. Esta ermita se halla en la parte baja, un poco separada del pueblo. Estaba muy deteriorada y en 1998 se comenzó a restaurar. Tiene unos preciosos capiteles esculpidos en la portada. De estilo románico, me recuerda enormemente a Santa María de Chalamera, recogida en una entrada en este blog con fecha de 18 de marzo, a tal punto que no me extrañaría que un Calatrava del siglo XIII hiciera las dos con el mismo proyecto. Es broma.
Hace unos años. Antes de la caída...
Para finalizar, una espectacular imagen del antes y el después: en el extremo septentrional de la fortificación que corona el pueblo, quedan restos del paño de una torre defensiva. Tengo una foto de hace unos años en la que dos trozos de muro con una escalofriante hendidura en medio, como debida al hachazo de un gigante, quedaban en pie. Hoy sólo queda uno. It’s Only Rock and Roll, But I Like It.
Y después. Sic transit gloria mundi.
  

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