Entre las novelas de género, con las que los aficionados a la lectura nos solazamos, cuando buscamos un puro entretenimiento, o enfrentarnos a un texto menos exigente, las históricas y las policiacas parecen gozar, a día de hoy, de las preferencias del público en general (y de las mías en particular). Aún recuerdo cuando mi padre me mandaba, día sí, día no, a cambiarle la novela del Oeste a una librería: entregabas la que habías terminado y, por una peseta o dos, elegías una que no habías leído aún. Tanto el género del Oeste como el negocio están algo obsoletos, así que no iré a cambiar la novela que acabo de leer.
He sido enganchado y abducido por el género policiaco, con el agravante conocido de que éste se estira en interminables sagas protagonizadas por los mismos representantes de la ley: comisarios, detectives o policías de variados cuerpos y distintas nacionalidades. Dentro de este género, Henning Mankell, polifacético autor sueco, parece ser un referente actual de lo más acreditado. No ha gozado aquí de tanto éxito como Stieg Larsson, cuya triple novela Millennium, alla por los veranos de 2008 y 2009 se leyeron hasta los gatos, pero, para mi gusto, se trata de un autor mucho más sólido y sus libros tienen más sustancia que la farragosa trilogía del citado Larsson.
La que voy a comentar es la sexta novela protagonizada por el inspector Kurt Wallander, personaje principal de la serie de Mankell, que es comisario en Ystad, en Escania, la región más meridional de Suecia. Se titula "La Quinta Mujer" y, en ella, Wallander, un personaje agobiado y pesimista que, por algún tipo de indefensión, o por sus evidentes debilidades humanas, se hace simpático al lector, debe resolver un caso de asesinato múltiple extremadamente difícil.
Es aconsejable leer las novelas de la serie en orden, porque los personajes evolucionan y sus circunstancias vitales cambian con el avance del tiempo más de lo acostumbrado en este tipo de literatura. No obstante, se pueden leer aisladamente y ésta, como cualquier otra, puede servirte de acceso a la saga. Dos características son permanentes. Por un lado, el estilo es esquemático y austero hasta lo descarnado: apenas hay descripciones de personajes, ambientes y paisajes (tras seis libros me entero de que un compañero de Wallander es calvo y una compañera, poco atractiva). Se sacrifica, pues, todo lo no pertinente a la narración desnuda, quedando reflexión, acción y diálogos, poco adornados con cualquier tipo de floritura. Por otro lado, el caso es de una violencia tremenda, Wallander tiene que lidiar esta vez, como casi siempre, con psicópatas o perturbados que, no roban un coche o venden unos gramos de droga, sino que desafían a la policía sueca con acertijos muy sangrientos.
Todas las novelas de Mankell protagonizadas por el inspector Wallander, y esta no es una excepción, son intrigas muy elaboradas y con una considerable capacidad de enganchar. En "La Quinta Mujer", un jubilado estudioso de los pájaros, un florista experto en orquídeas y un oscuro profesor universitario son asesinados en circunstancias brutales. La investigación, con mucho café, mucho mal tiempo y muchas reuniones (en Suecia se trabaja en equipo), irá desvelando que eran tres sujetos de mucho cuidado. Esto es una constante en Wallander: el "malo" no solo es el asesino. Parece que tras una fachada de respetabilidad, bienestar y paz social, en la sociedad sueca actual que describe, se gesta el caldo de cultivo apto para la más atroz violencia. La incomunicación, el egoísmo y las contradicciones de las sociedades avanzadas han hecho enfermar a éstas y el crimen, más que una desviación ética o una infracción de la ley, es la manifestación de los síntomas de esta enfermedad social. Ni más ni menos que un rasgo consustancial a la novela negra, pero Mankell es un progresista y transparenta en sus personajes algunas reflexiones características. Lo asombroso es que esta catequesis no dañe el interés ni el elevado placer de esta lectura.
He sido enganchado y abducido por el género policiaco, con el agravante conocido de que éste se estira en interminables sagas protagonizadas por los mismos representantes de la ley: comisarios, detectives o policías de variados cuerpos y distintas nacionalidades. Dentro de este género, Henning Mankell, polifacético autor sueco, parece ser un referente actual de lo más acreditado. No ha gozado aquí de tanto éxito como Stieg Larsson, cuya triple novela Millennium, alla por los veranos de 2008 y 2009 se leyeron hasta los gatos, pero, para mi gusto, se trata de un autor mucho más sólido y sus libros tienen más sustancia que la farragosa trilogía del citado Larsson.
Henning Mankell |
La que voy a comentar es la sexta novela protagonizada por el inspector Kurt Wallander, personaje principal de la serie de Mankell, que es comisario en Ystad, en Escania, la región más meridional de Suecia. Se titula "La Quinta Mujer" y, en ella, Wallander, un personaje agobiado y pesimista que, por algún tipo de indefensión, o por sus evidentes debilidades humanas, se hace simpático al lector, debe resolver un caso de asesinato múltiple extremadamente difícil.
Es aconsejable leer las novelas de la serie en orden, porque los personajes evolucionan y sus circunstancias vitales cambian con el avance del tiempo más de lo acostumbrado en este tipo de literatura. No obstante, se pueden leer aisladamente y ésta, como cualquier otra, puede servirte de acceso a la saga. Dos características son permanentes. Por un lado, el estilo es esquemático y austero hasta lo descarnado: apenas hay descripciones de personajes, ambientes y paisajes (tras seis libros me entero de que un compañero de Wallander es calvo y una compañera, poco atractiva). Se sacrifica, pues, todo lo no pertinente a la narración desnuda, quedando reflexión, acción y diálogos, poco adornados con cualquier tipo de floritura. Por otro lado, el caso es de una violencia tremenda, Wallander tiene que lidiar esta vez, como casi siempre, con psicópatas o perturbados que, no roban un coche o venden unos gramos de droga, sino que desafían a la policía sueca con acertijos muy sangrientos.
Todas las novelas de Mankell protagonizadas por el inspector Wallander, y esta no es una excepción, son intrigas muy elaboradas y con una considerable capacidad de enganchar. En "La Quinta Mujer", un jubilado estudioso de los pájaros, un florista experto en orquídeas y un oscuro profesor universitario son asesinados en circunstancias brutales. La investigación, con mucho café, mucho mal tiempo y muchas reuniones (en Suecia se trabaja en equipo), irá desvelando que eran tres sujetos de mucho cuidado. Esto es una constante en Wallander: el "malo" no solo es el asesino. Parece que tras una fachada de respetabilidad, bienestar y paz social, en la sociedad sueca actual que describe, se gesta el caldo de cultivo apto para la más atroz violencia. La incomunicación, el egoísmo y las contradicciones de las sociedades avanzadas han hecho enfermar a éstas y el crimen, más que una desviación ética o una infracción de la ley, es la manifestación de los síntomas de esta enfermedad social. Ni más ni menos que un rasgo consustancial a la novela negra, pero Mankell es un progresista y transparenta en sus personajes algunas reflexiones características. Lo asombroso es que esta catequesis no dañe el interés ni el elevado placer de esta lectura.
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