El insecto está quieto, como recogido o abrigado en la flor
blanda y mullida. ¿Sobrevivirá a los fríos tan rigurosos que se
avecinan?¿Volverá a zumbar sobresaltándonos con su potencial peligrosidad? ¿O
le queda ya muy poco tiempo de vida?¿Es macho o hembra?¿Por qué tiene esos
brillos de purpurina en polvo en las alas?¿Espera a alguien? Siempre me he
preguntado qué grado de conciencia alcanzan los insectos, qué saben, qué ven,
qué oyen. qué sienten. Éste, no sabría decir por qué, parecía estar esperando a
la muerte, ¿tendrá miedo? ¿Estará rezando a un dios que lo ha creado a su
imagen y semejanza?
Volví a pasar por allí al cabo de un par de días y,
cualquiera que fuera su destino, se había cumplido. La flor ya no tenía a su silencioso
visitante y me pareció más triste. O sólo era que estaba un poco más mustia,
cosas del frío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario