Hace como 45 años que tuve mi última pelea, más allá de las
palabras y los gestos, es decir, a mamporros. Por supuesto perdí, con
grandísima desventaja, quedando en el santo suelo del parque, con la cara boca
abajo y la boca saboreando la tierra.
Como otras personas débiles y poco intrépidas, me refugié en
la literatura. Esta fue mi venganza, unos años después, en la pura ficción donde
no se corren riesgos.
TANGO
Grosero como soy, no paré mientes
en que un zapato cruel pegó en tu cara,
la luna de esa noche estaba rara
y sacaba destellos de tus dientes.
¿Fui yo acaso quien te zapateara?
No sé. Iba esa noche sin los lentes
y estos mis pies, se dicen inocentes
de que esa tu nariz se estropeara.
Borracho como soy, iba borracho
por la acera encendido de hombre macho,
las peleas absurdas son mi fuerte.
Creí que me cruzaba a un hombre lobo,
solo eras tú, que aullabas como un bobo,
si solo te di el pie, tuviste suerte.
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