Esta
probatina musical me llevó por caminos que transito poco. Y se nota. Me resultó
verdaderamente laborioso y difícil (pero bastante divertido) sacar incluso este
poco convincente ensayo de música de carácter orquestal. Cuando programo
secuencias de estilo electrónico me consuelo pensando que todo vale y
cualquier cosa da el pego. Siempre puedo decir las simplezas de costumbre sobre
la creatividad personal y, como decía la canción, lo de “así me gusta a mí”,
pero si me pongo a emular con muestras el sonido de un violín, tiene que
parecer un violín y, si “canta”, no hay excusas que valgan.
Bueno,
pues lo he intentado.
Otra
cosa que no sabía es que, con instrumentos “acústicos” (violines, chelos,
vientos… ), la mezcla se enturbia rápidamente y es muy difícil conseguir que
suene nítida y dinámica. Así me explico cómo muchos discos de música clásica,
que son un prodigio de interpretación, como grabaciones son una chufa. Los
instrumentos se oyen “empastados” y confusos y, lo que en un auditorio era
magnífico, en el disco queda pálidamente reflejado. Hay grabaciones recientes,
no obstante, que una esmerada producción ha convertido en una delicia y una
maravilla. No sé si aprenderé.
En
el vídeo adjunto al tema, he puesto catorce relajantes fotos de montaña, para
ayudar a pasar el trago (y ver si cuela). Como dice un amigo mío, “better with
headphones”.
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