Hasta
su nombre se ha contaminado de falta de aprecio: se ha convertido en un término
despectivo para personas. Y sexista. Si yo digo de un varón que es un cardo,
significará que tiene muy mal carácter y su trato es áspero y desabrido, si lo
digo de una fémina, denotará que, a su mal carácter, se une un atractivo físico
escaso y nulos encantos.
Bueno,
pues yo quiero romper una lanza por el humilde cardo, apreciando que es de lo
poco que se digna a florecer por estos abrasados parajes. Mi madre, que en
gloria esté, gustaba mucho de tener unos cardos secos en un búcaro de cristal.
Eran unas plantas que no era necesario cuidar. Cuando se ponían polvorientos se
sustituían con facilidad. Una perversión de su gusto decorativo la inclinaba a
pedirme que se los pintara con purpurina dorada o plateada, pero nunca le di
ese placer. “Mamá, eso es más hortera que un ataúd con pegatinas” y se tenía
que conformar con el aspecto natural ocre o terroso.
Me
gusta su arquitectura de redondas cúpulas cuando paseo en otoño y los veo formar
caprichosas constelaciones en el margen del camino. Hoy los he fotografiado
para compartir aquí sus siluetas ovales y oscuras apuntando al cielo. Además
tendremos la suerte de no pincharnos.
No todo es negativo respecto al uso de la palabra cardo. ;-) De hecho da nombre a uno de los géneros de aves más coloridos y de canto más apreciado.
ResponderEliminarLlamados así por su afición a posarse sobre los cardos para alimentarse de sus semillas, los pájaros pertenecientes al género "carduelis" son uno de los muchos placeres que depara un paseo por el campo.
El jilguero -"Carduelis carduelis"- aquí conocido como "cardelina", es probablemente el más conocido aunque el que solía haber en tu casa era un "Carduelis spinus", aquí conocido como lucano :-D