El
buen tiempo prolonga el otoño en este paisaje. Ha llovido en abundancia y aún
no ha hecho frío. La chopera luce sus mejores galas y se llena de paseantes
agradecidos, porque aquí donde la veis es un regalo para el amante de una
caminata larga y relajada.
El
pueblo no la ha conquistado aún por entero, pero se afianza como zona de recreo,
donde algunos deambulan con sus perros sueltos, otros andan conversando en
animados grupos y hay quien se sienta en un recodo donde da el sol.
Actualmente
su explotación maderera está detenida y queda como singular y extenso parque.
Hay
bastantes atletas corriendo por aquí, es casi lo que predomina, y algunos
ciclistas. De tarde en tarde, un motorista tan atronador como molesto o un
grupo a caballo, con algún jinete que habla por el teléfono móvil.
Ocasionalmente el coche de un cazador, un pescador o un buscador de setas.
Sospecho que es buen sitio para coger caracoles, hay mucha humedad y hace
algunos años la pista de tierra estaba llena de babosas.
Ya
no se oyen las aves que en verano arman una algarabía de mil lenguajes, tan
sólo algún cuervo o alguna urraca graznan en la tarde aún apacible. Pronto
vendrán las nieblas.
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