viernes, 9 de noviembre de 2012

Otoño En Pineta

Pineta es otro de los valles pirenaicos de obligada visita en otoño. El denso bosque de hayas que cubre de vida sus abruptas laderas alcanza, a principios de noviembre, una riqueza y una calidad  de tonalidades que rozan lo inverosímil. Se trata, en verdad, del bosque de las hadas de los cuentos.
El valle es húmedo y la claridad del sol enseguida lo abandona en esta época. Por la mañana, remolonean jirones de niebla en la hondonada. Las altas laderas de las montañas de la sierra de las Tucas ya se han adornado con nieve.
El camino cruza el río Cinca que baja saltando en remolinos y cascadas, por un lecho de grandes piedras y de paredes de roca agreste y vertical. El agua es límpida y el abundante caudal dota de un rumor constante al fondo del valle.
Por el norte lo cierran altas murallas de piedra, cuyos dientes descomunales se alzan muy por encima del bosque rojizo.
Cuando regresamos a las praderas de la parte más baja, nuestros ojos se han regalado hasta la saturación de la belleza que la coloración otoñal pone en estos bosques. Para dar testimonio, acarreé todo el día una Pentax K-5 y tiré unas doscientas fotos, de las que éstas son una breve muestra.






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