Estoy seguro de no ser el primer español que ha advertido el notable parecido entre nuestro leal jefe de la oposición y el actor Ian McKellen en su caracterización de Gandalf.
Para enjugar la diferencia de edad, recurramos al Gandalf de "La Comunidad Del Anillo" y, para enjugar la diferencia capilar, proveamos la augusta testa del señor Rubalcaba de un frondoso bisoñé; ya está, son clavaditos.
De lo que sí estoy casi cierto, es de haber sido el primer ciudadano que ha ido más allá y ha tratado, manipulando con Photoshop, de mezclar las dos imágenes para obtener una prueba palpable de la coincidencia. He aquí los resultados:
Hay un aspecto en la personalidad del señor Rubalcaba que ayuda mucho en esta mixtificación que propongo y es, ni más ni menos, que el citado dirigente socialista también es un mago. Esto lo he descubierto, reflexionando sobre sus sorprendentes propuestas políticas de no recortar ninguna prestación, ningún servicio social; seguir inyectando fondos en educación, en sanidad, en cultura, en bienestar social... en fin, en lo que haga falta, sin la más mínima preocupación por el déficit público, ¿por qué molestarse en minucias como la financiación pública o el equilibrio presupuestario? ¿Por qué preocuparse de que los inversores extranjeros confundan el título de deuda pública española con un bono basura? ¿Qué importancia tiene que el Estado, a quien se propone servir con sus poderes don Alfredo, no sólo no tenga dinero, sino que tampoco encuentre quien se lo preste sin exigirle durísimas condiciones? Ninguna.
Este hombre temerario y profético, se pondría al borde del abismo. Al acecho, esperando la llegada del monstruo que vendría con la quiebra del sector público entre sus garras, con su venenosa cola de falta de ingresos fiscales y con sus fauces abrasadoras, devorando los fondos del desempleo y de las pensiones. Nuestro guía, enarbolando su bastón de mago, le haría frente con su voz atronadora e imperiosa: "¡No puedes pasar!" Lo repetiría dos o tres veces y el monstruo, acobardado y sumiso, le haría caso, como el Balrog a Gandalf en las entrañas de Moria.
De cualquier otro modo, no tienen explicación posible sus animosas propuestas a la comunidad que, se ha quedado sin anillo, porque lo tiene empeñado donde la señora Merkel, que ya no nos fía a los pobres para que nos sigamos emborrachando en la taberna, y que nos dice que no lo devolverá si no dejamos de derrochar (porque tiene envidia de nuestras generosas coberturas).
Para enjugar la diferencia de edad, recurramos al Gandalf de "La Comunidad Del Anillo" y, para enjugar la diferencia capilar, proveamos la augusta testa del señor Rubalcaba de un frondoso bisoñé; ya está, son clavaditos.
De lo que sí estoy casi cierto, es de haber sido el primer ciudadano que ha ido más allá y ha tratado, manipulando con Photoshop, de mezclar las dos imágenes para obtener una prueba palpable de la coincidencia. He aquí los resultados:
Rubalgandalf. Click para agrandar. |
Hay un aspecto en la personalidad del señor Rubalcaba que ayuda mucho en esta mixtificación que propongo y es, ni más ni menos, que el citado dirigente socialista también es un mago. Esto lo he descubierto, reflexionando sobre sus sorprendentes propuestas políticas de no recortar ninguna prestación, ningún servicio social; seguir inyectando fondos en educación, en sanidad, en cultura, en bienestar social... en fin, en lo que haga falta, sin la más mínima preocupación por el déficit público, ¿por qué molestarse en minucias como la financiación pública o el equilibrio presupuestario? ¿Por qué preocuparse de que los inversores extranjeros confundan el título de deuda pública española con un bono basura? ¿Qué importancia tiene que el Estado, a quien se propone servir con sus poderes don Alfredo, no sólo no tenga dinero, sino que tampoco encuentre quien se lo preste sin exigirle durísimas condiciones? Ninguna.
Este hombre temerario y profético, se pondría al borde del abismo. Al acecho, esperando la llegada del monstruo que vendría con la quiebra del sector público entre sus garras, con su venenosa cola de falta de ingresos fiscales y con sus fauces abrasadoras, devorando los fondos del desempleo y de las pensiones. Nuestro guía, enarbolando su bastón de mago, le haría frente con su voz atronadora e imperiosa: "¡No puedes pasar!" Lo repetiría dos o tres veces y el monstruo, acobardado y sumiso, le haría caso, como el Balrog a Gandalf en las entrañas de Moria.
De cualquier otro modo, no tienen explicación posible sus animosas propuestas a la comunidad que, se ha quedado sin anillo, porque lo tiene empeñado donde la señora Merkel, que ya no nos fía a los pobres para que nos sigamos emborrachando en la taberna, y que nos dice que no lo devolverá si no dejamos de derrochar (porque tiene envidia de nuestras generosas coberturas).
No has sido el único...
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Lo cierto es que tu versión de Rubalgandalf, me recuerda más a Mayor Oreja que a Rubalcalva :-D
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